jueves, 6 de mayo de 2021

Mensaje solo para mí

 Desde muy pequeño, recuerdo que mis padres me leían cuentos de hadas para dormir, y yo sentía... como si me llamaran. Como si me quisieran decir algo más que "No digas mentiras", "No confíes en extraños" o "Ponte los lentes para que no confundas a tu abuela con un lobo". Siempre sentía que me estaban dejando algún mensaje oculto, un mensaje que era solo para mí. Pero siempre que se lo decía a mi familia, a mis amigos, o en general, a alguien, decían que "era muy creativo" y procedían a ignorarme.

Esos mensajes ocultos me atormentaban, pensaba en ellos constantemente, a veces incluso soñaba con ellos. Llegó un punto en que mis padres pensaban que algo estaba genuinamente mal con mi mente, que tal vez necesitaba ayuda profesional. Pero los resultados dijeron que no, que únicamente era mi imaginación hiperactiva, y que se me pasaría cuando creciera. Y si no lo hacía, bueno, podríamos ver qué alternativas tomar para que las dejara atrás. Por supuesto, nunca volví a mencionarlo en su presencia. Pero seguían ahí.

Cuando entré a la facultad de letras, creí que sería el lugar perfecto para encontrar personas que entenderían cómo me sentía. Pero la historia se repetía, ya que todos me cuestionaban mi fijación por esas historias, y "me sugerían enfocarme en historias adecuadas para mi edad". Hasta que la conocí a ella.

Desde la primera vez que la vi, quedé profundamente fascinado. Había algo en ella que me atraía como nunca nadie lo había hecho, al grado que contra mi instinto y mi naturaleza, me acerqué a ella, a intentar conocerla. Nunca supe si fue interés en mí, o mi valentía, o qué, pero de inmediato, me prestó atención, como si mi presencia hubiera despertado algo en ella. Fue un momento mágico, como salido de un libro. Para el final del día, ya tenía su teléfono, y los mensajes entre nosotros no paraban. Y no pararían pronto.

Con el pasar de los días, me convencí de que era la razón de mi vida. Decidí abrirme completamente, mostrarle todos mis temores, contarle todo lo que llevaba guardándome décadas. Y por primera vez, ella no me juzgó. Me escuchó, atentamente, tratando de llegar al fondo, de hilar las historias de manera coherente, buscando el mensaje secreto que yo sabía que estaba ahí, y que nadie me creía. Nadie hasta entonces.

Por primera vez en mi vida sentía que las cosas empezaban a tener sentido. Motivado por ella, busqué más y más historia, buscando los pedazos faltantes del rompecabezas, deshilar el secreto y obtener, por primera vez la paz de saber que no estaba loco. Que había algo ahí. Y esta vez no estaba solo. Aunque ella no era capaz de ver los mensajes, me apoyaba en cada paso, me traía más libros, y me ayudaba a hacer sentido a todo, sin importar la hora. A veces me parecía que ella no dormía.

Algunos detalles se convirtieron poco a poco en recurrentes. De entrada, la localización, USA. Por alguna razón, todas las direcciones que aparecían nos llevaban allí, y a pesar de nunca haber visitado el país, ya era capaz de reconocer los paisajes, edificios y símbolos. También, notamos que los mensajes aparecían con mayor claridad si los leía después de comer, lo cual usualmente era entre las cuatro y las cinco de la tarde, siempre y cuando no tomara café. Así, se hizo tradición para nosotros trabajar en las mañanas, juntarnos para comer, tomar algo, usualmente ella un café y yo una taza de té, aunque no era necesario, y después de ello, ella se iba a su casa y yo me aislaba a leer, para discutir los nuevos detalles cuando yo terminara, revisar las notas, y tratar de hacer sentido a todo. Fueron los días más felices de mi vida.

Poco a poco, las diferencias entre mis sueños y la realidad se volvieron difíciles de distinguir. Ya no era extraño verla a ella aparecer en mis sueños, entretejida en el mundo que estábamos descubriendo, junto con el olor del té y aquel país extraño. Solo lo mencioné una vez, pero la sola mención de que había soñado con ella la hizo enojar, razón suficiente para que no lo dijera nunca más. Pero no dejó de aparecer, cada vez con mayor frecuencia, cada vez con mayor claridad, y siempre sembrando más dudas que respuestas, ya que siempre que estaba por acercarme, por preguntarle cualquier cosa, despertaba. Se estaba volviendo pieza fundamental de mis dos mundos, y no existía nadie con quien yo prefiriera compartir ninguno de ellos.

Sin embargo, los avances se hacían cada vez menos frecuentes, y la desesperación se hizo palpable en ambos. Le habíamos dedicado mucho tiempo como para quedarnos tranquilos con una historia incompleta. Así que, en un último esfuerzo, le propuse que viajáramos a USA, juntos. Tal vez ese lugar traería consigo algunas respuestas. Y si no, lo dejaríamos de buscar. Era un último intento desesperado.

Gasté todos mis ahorros para irme a ese viaje. El trabajo de mi vida no merecía menos, y francamente, la idea de viajar con ella no me desagradaba en absoluto, sino que me daba una motivación extra. El día antes de irnos, después de hacer las maletas, decidimos hacer un repaso general de la teoría más sólida que teníamos hasta entonces: "En algún lugar de USA, existe un secreto muy poderoso. Tanto, que debe de ser escondido a toda costa, pues de caer en las manos equivocadas, podría destruirlo todo. Yo debo salvaguardar la llave, por algún motivo, para que no caiga en las manos de la fuerza oscura que la está buscando". Y yo sabía que ella jugaba parte importante para que lo consiguiera, aunque no lo mencionara.

Yo había soñado con el momento en que me bajaría del avión, y de inmediato sabría localizar a donde me llevaba mi búsqueda. Pero no fue así. No sentía nada diferente, y los mensajes cada vez tenían menos sentido. Y pude notar su frustración al respecto. Traté de achacarlo a muchas cosas, empezando por la mala calidad del té que se servía en este país, al cambio de horario, pero no tenía ninguna buena explicación, solo pretextos para tratar de alargar nuestra búsqueda juntos.

Y así, pasaron las dos semanas que habíamos reservado para concluir la búsqueda, sin resultados. La tarde antes del vuelo tuvimos una pelea. Nunca la había visto tan molesta, y pensar en su mirada llena de rabia no me dejaba dormir. Decidí hacer un último intento, motivado más por el insomnio y la esperanza que por otra cosa, y reuní todos los elementos que solían funcionar. Me senté, solo, en la madrugada, con una tasa de té, y comencé a leer.

Fue como un sueño lúcido. Pude ver con toda claridad dónde estaba escondido ese secreto, qué se tenía que hacer para desbloquearlo, y pude verme ir por él, en soledad y temeroso, un miedo en mi rostro que parecía casi como si me estuviera escondiendo. Y cuando estaba a punto de conseguirlo, pensé en ella, y el mensaje desapareció, tan súbitamente como había llegado. Supe que tenía que decirle. Sabía que eso haría que el enojo desapareciera, y que podríamos ir al día siguiente, antes del vuelo, y confirmar que todo nuestro esfuerzo había rendido frutos.

-Despierta?-
Ella contestó antes de que pasar un minuto -Deberías de estar dormido. Si no estás listo a tiempo, no te pienso esperar
-Solo quería decirte que vi otro mensaje. Probablemente el último. Creo que fue el té
-Té? Con razón estás despierto. Pero está bien. Te leo- Yo procedí a explicarle a grandes rasgos lo que había visto.
-Usa ropa cómoda mañana, haremos una excursión temprano, antes del vuelo, para verificar. Te dejo dormir- Fue su única respuesta después de leerlo todo. Ninguno de los dos mandó un mensaje más, y dormí tranquilo por primera vez en todo el viaje.

A la mañana siguiente, al sonar el despertador, yo ya estaba despierto, y listo para el día decisivo.

Ninguno de los dos dijo mucho durante el camino. Ambos sabíamos que toda la inversión que habíamos hecho, tanto de tiempo como de dinero, sería en vano si esto no funcionaba. Pero yo estaba seguro. Había visto el camino, y no había nada que me hiciera dudar.

Mentiría si dijera que no estaba nervioso. Pero también estaba seguro de la veracidad de los mensajes, y lo único que quería era que ella compartiera mi emoción. Para ello, no podía dejar entrever ni un segundo de duda. Así, cuando llegamos al pueblo, ni siquiera la esperé. Casi corrí, siguiendo paso a paso la visión que había tenido. Y cuando llegué a la parte en que la visión se había acabado, entendí por qué. Ahí, frente a mí, estaba ella, con un objeto entre las manos, mirándolo con deseo. Y aunque era el mismo cuerpo que el de la mujer con quien había compartido tantas cosas, no la podía reconocer. Algo era completamente distinto en ella. 

-¿Sabes cuál es el principal problema de los héroes en los cuentos de hadas? Que confían con demasiada facilidad. Y tú no eres la excepción. Ahora, gracias a ti, por fin tengo la llave que me permitirá liberar todo mi poder-

Quise decir algo, pero me encontraba paralizado. Pensé en todos los mensajes, en todas las partes que había visto, y buscando la manera en que pude ver venir esto.

Y solo cuando ella desapareció, volando, y el cielo se obscureció bajo su nuevo poder, fue que lo entendí todo.

Despierta. Ella. Solo. Te. Usa.