sábado, 26 de abril de 2025

Preguntas Ajenas

 Si preguntan por ti en futuro
Les diré la verdad
Fuiste tú lo mejor de mi mundo
Que te amé hasta el final

Si me piden que cuente momentos
Les diré la verdad
Que estos fueron enormes, eternos
Pero no diré más

Si me dicen que cuente secretos
Mentiré sin dudar
Les diré que de nada me acuerdo
Sin siquiera chistar

Si me piden que enseñe unas fotos
No tendré que mostrar
Que esos fueron momentos secretos
Y que no existen ya

Si me piden que diga una cosa
Una en particular
Mostraré una sonrisa en mi boca
Y no les diré más

Pensaré eternamente en su duda
“¿Y por qué terminar?”
Sin saber decir que esa aventura
Nunca pudo empezar

jueves, 3 de abril de 2025

La criatura

En tu vida soy un monstruo
Ser horrible y desleal
Un ente tan tenebroso
Que de mí no vas a hablar

Soy en tu vida un espectro
Una vil aparición
Que solo carga defectos
Que no merece atención

Soy en tu vida una bestia
Que le huye a la luz del Sol
Pero en las noches más tiernas
Tú ves mi transformación

Soy en tu vida un fantasma
Que jamás se podrá ver
Las cosas muevo en tu casa
Pero nadie sabe de él

Soy en tu vida un vampiro
Que en tus fotos no se ve
Aunque gozaste del filo
Cuando tus labios besé

En tu vida soy la momia
Que en tus lazos se enredó
Con sus gazas tus heridas
Un día sin dudar vendó

En tu vida soy villano
No puedes hablar de mí
Inventas que te hice daño
Tras todo lo que te di

En tu vida soy un brujo
Que con su magia rompió
De tu sonrisa lo puro
Y daño detrás dejó

Soy el mito, la leyenda
Solamente una ficción
Cuando alguien cuente tu historia
Yo no haré una aparición

jueves, 14 de noviembre de 2024

Cinco minutos

 Pocos momentos de paz
Tengo yo en un día normal
Por lo que busco soñar,
Irme del mundo real

Sueño con poder estar
Contigo un momento más
A tus ojos admirar
Tu dulce risa escuchar

Extender el tiempo juntos
Que ya no puedo gozar
Volver a aquellos momentos
Que solo puedo soñar

Tener tu mano en la mía
Reirnos de un chiste local
Poder ver tu gran sonrisa
Tal vez un beso robar

Estar sin preocupaciones
Y sentir, sin más pensar,
En tantas complicaciones
Que nos fueron a apartar

Escucho entonces la alarma
Y todo veo derrumbar
Se esfuma de mí la calma
Y solo yo vuelvo a estar

Solo quiero disfrutar
Cinco minutitos más
Pues no quiero despertar
De un sueño hecho realidad

Cinco minutitos más
Para vivir ese amor
Y perderme en lo que está
Solo en mi imaginación

Pero debo reaccionar
Y enfrentar la realidad:
Era un sueño, nada más...
Lo nuestro no volverá

sábado, 2 de noviembre de 2024

Hablé de ti

Hoy, de nuevo, hablé de ti
Pensé que ya no lo haría
Que podría dejarte ir
Que tal vez te olvidaría 

Pero a mí me preguntaron
Mi recuerdo más feliz
Y no pude yo evitarlo
Y tuve que hablar de ti 

De la vida que vivimos
Siéndolo todo sin ser
Del dolor que yo he sentido
Por ya no poderte ver

Que probé el cielo en la tierra
Que el ambrosía saboree
Que sin ti el agua me quema
Y ahora siempre siento sed

Les conté con tanto esmero
Que no pueden evitar
Ver en mis ojos anhelo
De algo que no va a pasar

Hoy hablé de ti de nuevo
Nunca lo puedo evitar
Es el tema que más quiero
Es el que me hace llorar

miércoles, 20 de diciembre de 2023

Finge

Finge que he vuelto en el tiempo
A cuando aún éramos dos
Que esto no es solo un recuerdo
Que nada nos separó

Finge que estos son los brazos
Que quieres te den amor
Y siéntate en mi regazo
Y escucha mi corazón

Finge que nunca te fuiste
Que nada a tí te alejó
Que a mi lado tú estuviste
Haciendo todo mejor

Finge que dices mi nombre
Casi con veneración
Que no soy solo un secreto
Que sale con el alcohol

Finge que es siempre a mi lado
Donde tú quieres estar
Que no soy solo pasado
Que lo vamos a intentar

Finge que aún soy a quien amas
Finge un vez, por favor
No destruyas más mi alma
Diciéndome que ya no

Finge que a mí no me odias
Que te gusta que sea yo
Que me ves y no repudias
Que no cometa un error

Finge tú, tan solo un día
Que me quieres mucho a mí
Sabes que eso, vida mía,
Yo, no tengo que fingir

miércoles, 25 de octubre de 2023

Recuerdos fugaces

Espero me recuerdes un viernes por la tarde
Tal vez algo que dije, un chiste que conté
Recuerdes que hace tiempo mi voz era constante
Olvides que te falto, que nunca volveré

Espero que temprano, en pleno desayuno,
Tú pruebes algo dulce, muy dulce para ti
Recuerdes que algún día probamos eso juntos
Me lo serví en mi plato, y como sonreí 

Espero que en las noches, si tienes mucho frío,
Te pongas la cobija que yo te regalé
Espero que aún se sienta como un abrazo mío
Y pueda regresarte la paz que te quité

Espero que recuerdes que fuimos muy felices
Y olvides los momentos donde tanto fallé,
Que no hice lo correcto, que no fui suficiente
Que solo tú recuerdes lo mucho que te amé 

Espero que no pienses en mí muy a menudo
Espero que tú olvides el tono de mi voz
Porque no te deseo que sientas este nudo
Que todos tus recuerdos te inunden de dolor 

Deseo que en un futuro te olvides de este hombre
Que un día llamaste tuyo, y al que no le hablas más
Que amor te dio en exceso hasta quedarse pobre
Y que tras tu partida no pudo continuar

miércoles, 22 de marzo de 2023

Llamada

Cuando más solo me siento
Y no me queda esperanza
Solo en una cosa pienso:
"¡Cómo espero tu llamada!"

Esa voz que a mi me ayuda
Esa risa que me salva
Esa luz que todo alumbra
Cuando acaso a mi me llama

Sé que es malo que dependa
De la ayuda de alguien más.
De que alguna fuerza externa
Me permita continuar

Pero a veces necesito
Que me puedas reafirmar
Que no estoy viviendo un mito
Que me quieres de verdad

Y perdona si yo insisto
Se que puedo molestar
Pero a veces el abismo
Siente que puede ganar

Agradezco tu existencia
Que me permite sanar
Agradezco tu paciencia
Que me aguanta hasta el final

Te prometo que esto es cierto
Te prometo que es verdad
Si pronto te necesito
¿Ya me vas a contestar?

O dejarás que ese tono
Suene y suene sin parar
Deseando que acabe pronto
Y que no vuelva a llamar

Que me olvide que tu existes
Que por fin te deje en paz
Hasta que me necesites
Hasta que pueda ayudar

Y entonces vuelvas sonriente
Me pidas un gran favor
Y aunque sepa que me mientes
Te aproveches de mi amor

Y me dejes en silencio
Exigiendo sin razón
Que yo ignore lo que siento
Que yo calle al corazón

Por más que este a mi me exija
Escucharte una vez más
Que insensato a mi me pida
Que yo te vuelva a llamar

lunes, 6 de marzo de 2023

Memoria

 Maldita la hora en la cual decidí que robar era lo mejor que podía hacer para ganarme la hora, pero mil veces más maldita aquella en la que pensé que no habría consecuencias, y acepté entrar a la tumba de Sid Primco.

No culparía a nadie por no creer en las historias de la maldición de Sid Primco, porque yo tampoco lo hacía. Y después de mí, nadie podría comprobarlo. O siquiera recordarlo.

Todo empezó con el descubrimiento del monolito que albergaba su tumba. Una estructura tan impresionante que la pregunta lógica desde que vio la luz fue "¿Cómo nadie vio que esto estaba aquí?". Y mientras los arqueólogos buscaban desesperadamente la manera de descifrar los glifos que adornaban la entrada, cada ladrón en el mundo buscaba la manera de ser el primero en poder penetrar la seguridad, y asegurarnos que, para el momento en el que ellos entraran, no quedara nada por descubrir.

Para cuando bajé del avión, dispuesto a hacer mi investigación del monumento, las noticias de la maldición ya circulaban en todos los noticieros. Se decía que "Aquel que perturbe el sueño de Sid Primco desaparecerá de la historia". Y mientras la gente empezaba a crear teorías sobre como eso significaba el fin del mundo, yo únicamente podía pensar en como mi hazaña pasaría a la posteridad.

Sabiendo que el tiempo era un factor importante, y sin nada que perder, esa misma noche me dirigí al monolito. A pesar de la cobertura mediática, escabullirme en el campamento fue relativamente sencillo, y una vez ahí no fue necesario mucho esfuerzo para hacerme pasar como uno de los arqueólogos. Inspeccioné la entrada, aún sellada, en busca de alguna manera de entrar sin tener que abrirla y llamar la atención, y después de unos pocos minutos encontré un agujero en una de las paredes, apenas lo suficientemente grande para que entrara. Sin pensarlo dos veces me introduje, y entré.

Siempre que uno piensa en una estructura antigua se la imagina repleta de pasadizos y trampas, pero en la realidad son bastante simples. Sin embargo, nunca había visto una que fuera simultáneamente tan sencilla y tan imponente. Todo a mi alrededor me gritaba lujo, a pesar de que la falta de defensas pudo haberme hecho sentir que era una sala más en una estructura mayor. Al centro de la habitación descansaba una urna, y a su alrededor podían verse los mismo glifos que adornaban la puerta de la entrada. Si ya había ignorado la advertencia una vez, no era el momento para arrepentimientos, y la tomé entre mis manos. Apenas lo había hecho, una voz retumbó en mi cabeza. "La maldición del olvido ha caído sobre ti". Traté de no darle importancia, asumiendo que era una muestra del nerviosismo que sentía y salí arrastrándome de ahí, con mi bolsa tan llena como pude hacerla pasar por el agujero que había encontrado.

Esperé varios días en mi cuarto de hotel a que los arqueólogos decidieran arriesgarse y abrir la puerta, para que la noticia de que la tumba había sido saqueada se diera a conocer, y el valor de mis artefactos fuera mucho mayor. Pero conforme los días pasaban sin que eso sucediera, mi paciencia se iba acabando, hasta que llegué al punto de decidir volver a entrar y robar aún más cosas. Y al día siguiente más. Eso se repitió hasta que ya no había nada de valor ahí. Para los últimos días, ya ni siquiera intentaba esconderme, parecía como que la gente se hubiera acostumbrado a mi presencia en el campamento, y por ello me ignoraran, pero no le di mayor importancia, ya que solo hacían mi trabajo más sencillo.

Harto de la espera, decidí ir al mercado negro, con algunas de las cosas más sencillas que había tomado, y me sorprendió lo difícil que fue deshacerme de ellas. Era como si los compradores olvidaran lo que les decía inmediatamente después de verificar que fueran auténticos. Asumí que era parte de la desconfianza por mi hazaña, y aguanté la desesperación. Después de ese martirio, conseguí suficiente dinero para comprar lo que yo quisiera y vivir sin preocupaciones el resto de mi vida. Lo cual resultó mucho más sencillo de lo que hubiera imaginado, pero también mucho más difícil...

Con el pasar de los días sentía que todos a mi alrededor me desconocían. Tal vez era el miedo de que mi robo saliera a la luz y ellos se vieran afectados por su cercanía conmigo, pero sentía como si todos a mi alrededor... me ignoraran. Iba con ellos, y actuaban como si nunca me hubieran visto antes, mis invitaciones caían en oídos sordos, y me sentía más solo que nunca. Y todas las noches, antes de dormir, no podía evitar pensar en las palabras que había escuchado meses atrás. La maldición del olvido.

Desesperado, volví al sitio de la excavación, y lo que encontré me pareció inexplicable. Era como si los arqueólogos no hubieran hecho un solo avance en la investigación desde que entré. Como si todos ahí se hubieran quedado atrapados en el momento en que tradujeron la maldición. Podía ver en el campamento cientas, si no miles de notas, muchas veces repetidas, con hipótesis y teorías, con fechas distintas. Podía escuchar sus conversaciones, que asemejaban un ciclo donde todos se repetían entre ellos sin avanzar. Ahora entendía por qué no había habido novedades recientemente: Tan pronto hacían un descubrimiento, lo olvidaban. 

Saber que la voz que escuché fue real, más que asustarme, me abrieron los ojos a todas las posibilidades futuras. Todo lo que podía hacer ahora, a sabiendas de que mis acciones no tendrían consecuencias. Y dejé volar mi imaginación. Nada estaba fuera de mi alcance. O al menos eso parecía al principio. Pero el gusto no duró para siempre. Pronto me di cuenta de que no valía mucho tener obras de arte, o casas, o lujos, si la gente no era capaz de sostener una plática conmigo sin olvidarme en cuanto volviera la cara. Ver como todos los ojos que te miran son los de un extraño se vuelve doloroso después de tiempo. Y aunque pudiera tenerlo todo, no me hacía sentir en absoluto mejor. 

Lo intenté todo. Todo, con tal de ser notado. Me hice arrestar más de una vez, entregué mis robos a las autoridades, aparecí en miles de grabaciones explicando mis delitos, buscando una manera en la cual fuera imposible que la gente me dejara pasar desapercibido. Pero aún cuando parecía que me había salido con la mía... Nada. un callejón sin salida. Y la desesperación cada día era mayor.

Así comencé mi última expedición al monolito. Si en algún lugar podía encontrar la solución a mi dilema, era entre esas paredes ahora vacías. ¿Cuánto tiempo pasé estudiando estudiando las notas, los glifos, incluso los artefactos que había robado...? Demasiado. Y decir que cada día terminaba con más dudas que el anterior hubiera sido tomar las cosas demasiado a la ligera. Sid Primco parecía haber sido capaz de borrar su rastro por completo, igual que estaba borrando el mío. Y mi única esperanza era que, conocerlo a él, entenderlo y redescubrirlo me llevaría más cerca de mi salvación.

Quisiera que esta historia tuviera un final feliz. Que pudiera decir "Encontré a Sid Primco, y con él la salvación". Pero no es así. Nadie lo sabrá nunca. Los arqueólogos que descubrieron este lugar murieron uno a uno. Las noticias sobre el monolito se detuvieron y nadie parece ser capaz de redescubrir este lugar. Y yo ya estoy muy grande. Ya no tengo ganas de seguir buscando... Solo me queda una cosa: Dejo en este manuscrito mi historia como una advertencia para todos los que entren a este lugar. Aléjense de aquí. No toquen nada. Y tal vez, solo tal vez, sigan existiendo. Pero sé bien que olvidarán esta advertencia, y no habrá nada que yo pueda hacer para evitarlo.

Pero puedo intentarlo

martes, 24 de mayo de 2022

Leyenda urbana

Hay una leyenda urbana que dice
Que si tienes manchas marcando tu piel
Es que en otra vida allí tu moriste
Que es esa la herida de la última vez

Yo debo decirte, no creo en esas cosas
No siento que existe la reencarnación
Por eso no entiendo por qué aquella historia
A veces me quita la respiración

Me veo en el espejo y me busco elementos
La línea en mi pierna, en la parte de atrás
Mas no se me ocurre ningún instrumento
Que de esa manera se hiciera fatal

Yo sigo explorando, veo que en mi rodilla
Hay una hendidura y una cicatriz
Pero esa es reciente, recuerdo hasta el día
Que iba en bicicleta, de niño, y caí

Recorren mis ojos mi pecho y encuentran
Una línea gruesa que me hace brincar
Pero de inmediato mis recuerdos buscan
Y pronto me llevan a aquel hospital

Respiro tranquilo, son falsas alarmas,
Levanto la cara, me puedo olvidar
De aquellos rumores, son solo palabras
No debo sentir que algo así sea real

Pero de reojo yo observo otra mancha,
Oscura, escondida, casi circular
Y toda mi fuerza abandona mi alma
Pues de esa manera si pudo pasar

Se encuentra en mi cuello, bajo mi cabeza
Y puedo perfecto yo esto imaginar
Tomo una pistola, con todas mis fuerzas
Jalar el gatillo y con todo acabar

domingo, 8 de mayo de 2022

Expectativas

Quisiera hubiera un remedio
Para no pensar en ti
Mas tu ser es un misterio
Que no me deja dormir

No pedí ser tan ansioso
Menos aún mi depresión
Y aunque sé que esto no es poco
Te lo pido por favor

Quisiera que fueras clara
Aunque sea una sola vez
Que me mires a la cara
Y me digas lo que es

¿Qué le dices a la gente
Cuando les hablas de mí?
¿Que nunca dejo tu mente?,
¿O que no quieres seguir?

¿Qué planes tienes conmigo?
¿A dónde quieres llegar?
¿Me ves solo como amigo,
O aquí quieres algo más?

Cuando te ves a futuro
¿En esa imagen estoy?
¿O soy solamente un punto
Que no pasará de hoy?

¿Qué piensas?, ¿Qué es lo que quieres?
¿Qué tanto esperas de mí?
Esas dudas mal me tienen
No voy a sobrevivir

sábado, 7 de mayo de 2022

Si no duele, no sirvo

Creo que soy la persona más indicada para hablar sobre Carlos, dado que, fuera de su familia -y de eso no tengo la certeza- fui la primera persona en hacerle saber que sabía su secreto, razón suficiente por la cual él, con el pasar de los años, me convirtió en su principal confidente y apoyo. Por difícil que eso fuera, cuando se trata de alguien como él.

¿Qué me llevó a descubrirlo? No lo sé, honestamente. ¿Tal vez ponía más atención que los demás? ¿Tal vez mi aburrimiento? ¿Habrá sido simple fortuna? Sea como fuera, el hecho es que, cuando él tenía como ocho años, yo me di cuenta que era especial.


Recuerdo el día perfectamente, teníamos clase de educación física, y ese día al profesor se le ocurrió que, para mantenernos entretenidos, nos pondría a jugar volibol. No hay que olvidar que éramos niños, a nosotros nos daban un balón y nos soltaban en el patio e íbamos a ser felices, pero con este profesor eso no era suficiente. No, teníamos que jugar volibol con todas las reglas, ya saben, formaciones, movimientos permitidos, rotaciones… todo innecesariamente complicado para nosotros, y por lo general, poco divertido. Pero él era el profesor y nosotros los alumnos, así que ahí estábamos, jugando volibol, mientras él nos gritaba que debíamos respetar equis cosa. En eso estábamos cuando uno de los compañeros decidió clavar el balón, el cual se estrelló de lleno en la cara de Carlos, quien de inmediato se puso a llorar. Y por supuesto, medio salón se empezó a burlar de él, algo esperado de parte de unos niños. Sin embargo, el profesor, después de regañar a los que se burlaban y en lugar de mandarlo a la enfermería o algo, lo obligó a seguir jugando, e incluso le exigía más que a los demás. Yo podía ver como él intentaba contener el llanto, como le dolía el golpe, y cuando le tocó sacar, pasó: En lugar de pegarle al balón como cualquiera de nosotros, lo reventó.


¿Alguna vez han intentado reventar un balón de un golpe? Porque creo que queda claro que el objetivo de los balones es recibir golpe sin que les pase nada. Pues en ese momento, lo único que escuchamos fue el estallido, seguido, instantes después, del llanto de Carlos y los gritos de susto de algunos niños más.


A falta de un balón de repuesto, el profesor decidió liberarnos para que hiciéramos lo que se nos antojara, y yo vi como Carlos se aislaba, probablemente para evitar que siguieran las burlas de los compañeros, quienes milagrosamente prefirieron hacer otra cosa, tal vez por miedo a que el profesor los regañara más. Yo, que en ese momento aún no entendía lo inusual de lo que había pasado, pero sin ganas de correr y estar bajo del sol, decidí ir con él, fortuitamente.


Al principio lo notaba incómodo con mi presencia, pero eso no me detuvo, y empecé a preguntarle lo básico, cómo se sentía, que si le dolía… y se me ocurrió decirle que nunca había visto explotar un balón. De inmediato empezó a intentar explicarme que eso era común, que no era la primera vez, pero conforme más hablaba, menos confiado se escuchaba. Aún a esa edad me era fácil detectar cuando intentaba mentirme. Ni siquiera tuve que decirle nada, solo me quedé ahí, escuchándolo, hasta que me empezó a decir la verdad.


“A veces, cuando algo me duele, siento como si algo en mi cuerpo cambiara. Es difícil de explicar, pero… a veces pasan cosas extrañas, como hoy, cuando me siento así. Cosas que no entiendo. Hoy, por ejemplo, sentía que podía romperlo todo, pero siempre es diferente. Y de repente puedo hacer algo que antes no. O que ahora no. Solo mientras me duele… Me da mucho miedo”


Lo abracé sin pensarlo y me quedé con él el resto de la clase. Así es como conocí a mi mejor amigo


Poco a poco fui conociendo más sobre él, sobre sus particularidades, y sobre como el dolor lo afectaba. Y no solo el dolor físico, sino en todas sus presentaciones. Recuerdo, por ejemplo, una vez que le tocó exponer en una clase, y el profesor se burló de él y de lo malo que era su trabajo. Yo podía ver las ganas que tenía de llorar, pero no dijo nada. Más tarde, cuando voltee a ver a su escritorio, vi todas sus cosas, pero él no estaba ahí. Lo que es peor, su pluma se movía. Él ahí estaba, solo no podíamos verlo. El dolor le había activado algo, una vez más


Conforme fuimos creciendo, él fue descubriendo más sobre el funcionamiento de sus habilidades. De entrada, descubrió que el mismo tipo de dolor no siempre daba como resultado el mismo cambio, lo cual volvía muy impredecible cualquier situación. Pero también notó que, conforme más fuerte era el dolor, más pronunciado era el efecto, y con ese descubrimiento, empezó a forjarse en él la idea de volverse un superhéroe. Y quiero que quede escrito que yo siempre me opuse a la idea, y se lo dije siempre que pude. Para mí, la situación era demasiado impredecible como para arriesgarse a algo así, pero él tenía esa idea, y pues todos sabemos qué terminó pasando, entonces sobra decir que no me escuchó.


Empezó a baja escala, con dolor autoinfligido que podía controlar, como dislocarse un hombro o lastimarse algún dedo, tratando de detener asaltos, robos, poca cosa, sin darse a conocer ni a notar. Pero en la actualidad, esconderse es demasiado difícil, y pronto comenzaron los rumores, las especulaciones, los videos de sus acciones… se empezó a volver una figura de culto, alguien sobre quien todos querían tener una opinión. Y dada su variedad de habilidades, los rumores empezaron.


Y un día, todo explotó. El alcalde decidió hacer una ceremonia para conmemorarlo, pidiendo que se presentara en un evento público, y asegurando que no lo desenmascararía si lo hacía. Y aunque yo le dije que era una mala idea, que era ponerse en peligro, que no podía confiar en un político, él no hizo caso. Y aunque el alcalde cumplió, de un momento para otro, Carlos ya era un héroe reconocido por la ciudad, con todo lo que eso implicaba.


A partir de ese momento, cada vez que algo pasaba en la ciudad, la gente ya no le reclamaba a la policía, a los gobernantes… no, le reclamaban directamente a él. “¿Por qué no me ayudaste a mí, y a aquél si?”, “¿Dónde estabas cuando eso estaba sucediendo?”. Esa tensión, aunque obviamente lo afectaba emocionalmente, también ayudaba a mantener sus poderes en un nivel mayor a lo que estaba acostumbrado, lo cual a su vez hizo que tuviera que infligirse menos daño para conseguir los resultados que antes buscaba. 


En retrospectiva, incluirlo en la estrategia de seguridad pública parecía un movimiento político brillante, que quitaba al gobierno la responsabilidad de cuidar a sus ciudadanos, al tiempo que se vanagloriaba de los éxitos de Carlos. Sin embargo, no todos veían ese cambio en la escala de poderes con buenos ojos, y eso desencadenó la crisis.


Aunque todos saben de ese día, creo que es importante dar todo el contexto. El alcalde quería reelegirse, y ante los problemas que estaba teniendo para reunir gente, y motivado en gran medida por el temor a la oposición, decidió incorporar a sus eventos invitados especiales. Y para mi disgusto, uno de dichos invitados sería Carlos. Y bueno, sé que está mal hablar pestes de los muertos, pero yo siempre tuve poca confianza de ese hombre, y casi le rogué a Carlos que se abstuviera. Una vez más, no me hizo caso, cegado completamente por esta noción del “héroe ideal” que quería ser.


Así que, llegado el día, ahí estaba, el alcalde en el estrado, una gran cantidad de público “escuchando” su discurso, a la espera del momento en que podrían ver a Carlos, tal vez pedirle un autógrafo, tal vez reclamarle algo. Tal vez han visto en los videos la manera en que el público únicamente le ponía atención a él. O tal vez no. Normalmente la atención suele centrarse en el Comandante Díaz, sentado en la misma mesa que ellos, planeando ejecutar su objetivo.


Por eso, cuando el alcalde empezó a introducir a Carlos, se puede ver el momento en que da la orden del golpe de estado, seguido de la ráfaga de balas que lo asesinó, mientras otros militares amordazaban a Carlos. Procedió a dar su discurso sobre como la seguridad de la ciudad había sido secuestrada por políticos y principiantes, y que de seguir así perdería cualquier indicio de normalidad y seguridad, y que solo él y las demás fuerzas del orden podían evitar esa catástrofe. Y como primer paso para remediarlo, planeaba dar un ejemplo a cualquier tonto que siquiera intentara ponerse en su camino.


Solo tengo que cerrar los ojos para volver a ver esa escena. La he visto miles de veces, en reportajes, en noticieros, en documentales, y nunca deja de doler. Veo como el Comandante Díaz saca sus dos cuchillos y los clava violentamente en el pecho de Carlos. Veo los cortes horizontales que hace para dañarlo, y puedo ver, sobre todo, el esfuerzo que él estaba haciendo para controlarse. Pero tanto dolor de golpe pudo más que él, y entonces dio el grito. Para miles de personas, ese ruido fue lo último que escucharon.


El sonido fue tan fuerte que destruyó todo lo que se encontraba frente a él, al menos a cuatro cuadras de distancia. Edificios, personas, y obviamente también el equipo de video que se encontraba monitoreando el evento, razón por la cual las grabaciones se cortan ahí. Por desgracia para todos los que estaban sintonizando en vivo, la potencia del audio en esos escasos segundos siguió siendo lo suficientemente fuerte como para causar sordera en ellos, aunque no suficiente para destruirlos, como sí hizo con los aparatos electrónicos desde los cuales se transmitía la imagen. Yo agradezco que, a pesar de mi preocupación, no estaba viendo la transmisión en vivo, la vería horas después en una reproducción sin sonido. No puedo imaginar cómo se hubiera sentido de enterarse que me había dañado.


En ese momento, la gente no sabía cómo funcionaban sus habilidades. Aún hoy sigue habiendo mucha especulación acerca de cómo se activaban, y cuales eran sus límites. Pero tomando en cuenta eso, no me extraña la campaña en su contra que se creó, silenciosa pero irremediablemente. Entre los exorbitantes costos en reparaciones después de la destrucción que hizo, las personas a las que simplemente… exterminó ese día, y los gastos en salud pública que fueron necesarios para atender a todas las personas que padecieron sordera por su culpa, los argumentos en su contra eran enormes. Y si a eso le añadías el temor que, con justa razón, muchos tenían, particularmente en lo que respecta a los límites de sus habilidades, es fácil imaginar la cantidad de temor y estrés que él cargó a partir de ese día. Más de una vez intenté ayudarlo y más de una vez me alejó, diciendo que no podía exponerme, que temía perder el control y hacerme daño. Yo sabía que no lo hubiera hecho, pero entiendo por qué tenía miedo. Y por eso lo seguí intentando, inútilmente.


No es de extrañar que fuera en este punto cuando se volvió un héroe a nivel global, a iguales escalas temido como respetado. Con todo el dolor que cargaba consigo, sus habilidades se hicieron más poderosas de lo que nunca antes, cosa que él aprovechó para dedicarse a labores mucho más grandes. Cada vez más grandes. Y eso no solo aumentó su fama, sino que le dio un pretexto perfecto para aislarse de todos los demás. 


Por eso no tengo mucha información especial respecto a esos últimos años. Sé lo mismo de ellos que todos ustedes. Por eso me sorprendió que, casi de manera inmediata después de que la NASA pidió públicamente su ayuda para arreglar la órbita de la estación espacial, él se apareciera en mi casa, listo para despedirse. Ambos sabíamos que esa era la última vez que nos veríamos.


No creo haber llorado tanto en mi vida como en ese momento, mientras lo abrazaba, ni siquiera después de su misión. Por más que él me aseguraba que no le pasaría nada, que él sobreviviría, yo sabía que no sería así. Pero igual que siempre lo hizo antes, me ignoró e hizo lo que su corazón le decía, aunque eso implicara despedirse de mí. Inmediatamente después de hacerlo, partió hacia la NASA, a recibir los detalles.


Ese día sí estaba viendo la transmisión en vivo. Vi como se lanzó al espacio. Vi las imágenes que transmitía la estación espacial. Y vi como empezaba a deteriorarse, como el vacío del espacio empezaba a destruir su cuerpo. Vi el momento en que le salieron sus alas, y como, con su último aliento, logró usarlas para empujar la estación en la dirección deseada. Vi como su cuerpo, inerte, flotó en el espacio hasta perderse de vista.


Yo no creo que Carlos haya sido un ángel, enviado por Dios para enseñarnos una lección de bondad. Tampoco creo que haya sido un monstruo, con la misión de destruirnos a todos, que regresaría para castigarnos cuando menos lo esperábamos. Yo sé que él era solo un hombre. Un hombre bueno, que tuvo que cargar toda su vida con un dolor que no le correspondía.

domingo, 24 de abril de 2022

Patrón

 Lo que comenzó como un simple proyecto escolar pronto de volvería una verdadera obsesión para mí

Todo parecía muy simple: Bajabas una base de datos de pinturas, lo más robusta posible, y luego hacías un programa que comparara una fotografía aleatoria con dicha base de datos, para que te entregara "tu doble histórico". Sonaba fácil, divertido y en general un trabajo que me llevaría unas horas en programar, y aún menos tiempo en olvidar.

Y así fue para el resto de mis compañeros, quienes después de presentarlo lo desecharon, muchos incluso lo eliminaron. ¿Por qué yo no podía hacer lo mismo?

Sin entender por qué, decidí seguir trabajando en él, sin decirle a nadie. Cada noche, después de las clases, dedicaba horas a buscar nuevas pinturas, obras de arte, esculturas, y alimentar la base de datos. A veces, la necesidad de mejorar el algoritmo de comparación no me dejaba dormir, y pasaba toda la noche intentando hacerlo aunque sea un poco más eficiente. Un poco más fino. Un poco mejor.

Casi nunca lo corría. Por lo general solo lo hacía para asegurarme que aún funcionara, dándole fotos de artistas o algún famoso cuyo rostro fuera fácil de comparar. Ya saben, Keanu Reeves y esa pintura de los 1800s que es igual a él. Hasta que un día, decidí poner una foto que nunca había probado. Y la verdadera obsesión comenzó

Le di al programa la foto de una de mis compañeras de clase, y en lugar de devolverme un solo resultado, me arrojó docenas de ellos. Fotografías de una actriz del cine en blanco y negro, pinturas al óleo en castillos europeos, esculturas en mármol de las épocas griegas, pictogramas egipcios... Todos con un rango de coincidencia cercano al 100. Algo estaba haciendo muy mal. O muy bien.

Intenté con otras fotografías actuales, sin éxito. Nadie tenía ese nivel de coincidencias. Era una anomalía que me sacaba de quicio. Traté de consultarlo con expertos en el tema, presentándoles mi proyecto y preguntando si encontraban algún error, sin decirles la razón de mi duda, pero a pesar de implementar cientos de cambios sugeridos por ellos, el resultado no solo no cambiaba, sino que empeoraba. Y no se diga si incluía aún más imágenes.

El proyecto me consumió a tal grado que se volvió primero mi tesis de licenciatura, y luego el principal tema de mi maestría y doctorado. Estudié con los mejores profesores y consulté a los mayores expertos, no solo en la parte ingenieril, sino en historia, antropología, biología, genética... Todos enriquecieron el sistema, a su manera. Ninguno consiguió arreglar el problema, solo hacerlo más grande.

Fue entonces cuando, en un movimiento desesperado, decidí inscribir el proyecto a un congreso, donde por primera vez mostraría ese resultado a todo el mundo, con la esperanza de que, al ver los resultados, alguien pudiera ayudarme a entender lo que estaba sucediendo. Y en un movimiento impulsivo, decidí invitarla a ella a verlo.

No habían pasado ni cinco minutos cuando ya me había mandado mensaje, no solo confirmando su asistencia, sino ofreciendome su ayuda en caso de que la necesitara.

A pesar de estar consciente que era una terrible idea decirle "llevo la mitad de mi vida obsesionado con un trabajo escolar después de haberlo alimentado con tu foto", y la plena consiencia de que no solo creería que estaba loco, sino que probablemente levantaría una denuncia en mi contra por acoso, o mínimo invasión de su privacidad, decidí quedar con ella para una presentación privada. Para mi sorpresa, aceptó gustosa. La semana de espera fue angustiante.

Cuando llegó a mi casa el día acordado, mi nerviosismo estaba a niveles insospechados. Llevaba años viendo ese rostro en todos lados, y cada gesto, cada movimiento se me hacía tan familiar que era como si la hubiera conocido desde antes de nacer. 

No sin antes disculparme, le presenté el proyecto, a detalle. Toda la línea de tiempo, rastreando la existencia de una mujer idéntica a ella desde que la humanidad empezó a ser capaz de dejar su huella en el mundo. Ella observaba, sin decir nada, intrigada. Cuando terminé, lo único que me dijo fue "¿A dónde quieres llegar con esto?"

Fue hasta entonces que, por primera vez, me atreví a decir lo que llevaba años pensando: "Creo que eres una inmortal, que has vivido miles de años, y que soy el primero en darme cuenta de ello". Ella me miró a los ojos, con mucha seriedad. "¿En serio crees que, de ser así, sería la única?"

Un sudor frío recorrió mi cuerpo. No podía asegurarlo, pero ninguna otra persona había tenido un comportamiento semejante a ese. Tenía que ser la única, pero... "¿Me estás diciendo que hay más como tú?". En lugar de contestar, sacó su celular, me tomó una foto, y la metió en el programa.

Al instante aparecieron cientas de imágenes que parecían coincidir con el comportamiento de las suyas, pero al verlas de cerca, eran muy distintas. Mientras que en sus imágenes ella siempre se veía igual, misma edad, mismas facciones, únicamente distinta vestimenta, en mis imágenes todo cambiaba. A veces era un noble viejo, rodeado de su familia en una pintura. A veces, un joven vagabundo, robando comida en las calles de Nueva York en una fotografía. Pero lo que más me sorprendió es que en muchas de las imágenes aparecía ella.

"Acertaste en que soy inmortal. Me sorprende mucho lo profundo y detallado de tu análisis, casi no fallaste en nada, incluso podría decir que recuerdas más de mis nombres que yo. Pero te faltó un detalle importante: nunca he sido solo yo. Siempre hemos estado juntos.

No me preguntes por qué, hay algo que nos une. En casi todas tus vidas, me has encontrado. Algo te atrae a mí. A veces le llamas destino, a veces crees que es mera suerte. Yo prefiero no pensar en eso. Sólo sé que, de repente, ahí estás de nuevo. Pero a diferencia mía, tú no me reconoces. Porque tú no eres inmortal, solo eres eterno.

Recuerdo la primera vez que te reencontré. Años atrás te había visto morir, te había llorado, te había superado, y de repente ahí estabas de nuevo, tan joven como te conocí. Pero cuando me acerqué a ti, noté de inmediato y con mucho dolor que, a pesar de todo lo que vivimos juntos, tú no me reconocías. Y te odié. Y me alejé. E intenté olvidarte.

A ratos lo conseguía. Me iba a otro país y usaba el conocimiento de mis muchos años para forjarme una nueva vida, fuera de los puestos de gran poder, pero lo suficientemente cerca como para tener ciertos lujos. Y entonces, algo pasaba y ahí estabas. Un perfecto desconocido, imposible de confundir.

Pronto me di cuenta de una cosa: No debía buscarte. Si lo hacía, si trataba de obligarte a pensar en mí, a recordarme, inevitablemente te perdía. Sin embargo, si me portaba indiferente, tú solito me ibas a terminar encontrando. A notar que, por algún motivo, ya me conocías. Y en esos casos, era posible estar juntos, mientras te durara la vida.

Es imposible saber a cuantas personas he visto morir. Uno creería que se vuelve fácil con el tiempo. Pero despedirme de ti siempre ha sido un reto. Saber que, hasta que tú no regreses, nadie me va a comprender, nunca será sencillo. Pero me volví experta en esperar. En esperarte. Y ahora estás aquí de nuevo. Así que te pregunto ¿Qué harás ahora? ¿Le mostrarás al mundo tus hallazgos, y te enfrentarás a las consecuencias de exponerme?"

No podía creer que eso fuera real. No podía, y sin embargo... Una palabra salió de mi boca, un nombre que no había sido pronunciado en siglos. Y comenzó a llorar. Su primer nombre. Un nombre que yo conocía, en lo profundo de mi ser. Sin pensarlo más, borré el programa.

Ahora estoy viejo, enfermo y cerca de morir, y ella sigue tan hermosa, tan joven, como siempre ha sido. Espero encontrarme con ella, otra vez, pronto. Espero me siga esperando para entonces

jueves, 21 de abril de 2022

Fracasado

 Eres experta en hacerme sentir
Que yo no soy suficiente
Que te hago daño, que suelo mentir
Que hay algo mal en mi mente

Y aunque doy todo lo que puedo dar
E incluso más, muchas veces
Siempre es poco, pues siempre quieres más
Y así son todos los meses

Me haces sentir que un fracaso yo soy
Que todo esfuerzo es en vano
Si tus caprichos yo todos te doy
¿Cómo es que yo soy el malo?

Sabes que hay cosas que jamás pienso hacer
Más tú exiges que las haga
Pero si acaso yo algo pido una vez
Nunca se acaba ese drama

Un día estamos hablando sobre planes de boda,
Donde estará nuestra casa...
Al otro tú me dices, con firmeza en la boca
Que ya no planee nada

Un segundo tú me miras y me dices te amo
Mientras besas mis labios
Al siguiente te alejas, solo me haces a un lado
Mientras le escribes a varios

Me haces sentir que no hago nada bien
Aunque yo tanto me esfuerzo
Sospecho entonces que yo no tendré el "cien"
Mientras yo no esté muerto

jueves, 14 de abril de 2022

Artista enamorado

Me dijiste que amabas el arte
Que querías ser artista
Y yo quise a ese mundo acercarte,
Darte una buena vista

Intenté yo pintarte un retrato
Con tinturas de oro
Lo miraste con ojos de asco
“Parece el Ecce Homo”

Escribí para ti una novela
Con la trama más pura
Ni siquiera miraste las letras
Y se fue a la basura

Quise ser sinfonía, con sus cuerdas,
Percusiones y coro
Y es muy triste pensar que tú oyeras
Solo un ruido en el fondo

 Esculpí con mil y un materiales
Con madera, con mármol
Tú no viste en ellas gran detalle
Las vendiste por gramo

 Me dijiste que amabas el arte
Y fui yo gran artista
Noto ahora que solo lo hablaste
Para sonar más lista

viernes, 8 de abril de 2022

Sequía

 Cuando hablamos de climas favoritos
Me dijiste que te gusta el calor
Que tu odias los días de frente frío
Y la lluvia te deja un mal sabor

Yo intenté argumentar que prefería
No sentir en mi piel el fuerte ardor
Tú dijiste que adoras la sequía
Y que el agua te produce dolor

Me dijiste que, de hecho, te gustaba
Que a mi lado no te ibas a mojar
Que sabías que de todo te cuidaba
Y por eso tú te querías quedar

Fue por eso que yo hice lo posible
Por buscar un ambiente para ti
Aún si a mi me pareciera terrible
Tan inmenso calor siempre sentir

Se quemaron mis brazos y mis piernas
Vi mi piel transformarse de color
Vi a mis manos pasar de ser mis tiernas
A raspar todo con un gran horror

Yo te quise pedir pequeña tregua
Unas gotas para poder sanar
Respondiste con dagas en la lengua
Y a mis ojos los hiciste sangrar

Incapaz fui de contener el llanto
Ya era mucho lo que yo padecí
Más al verme sufrir, tú de inmediato
Decidiste que era hora de partir

Que la lluvia en mi cara te hacía daño
Que era un monstruo por hacerte sufrir
Que este tiempo habías vivido un engaño
Como todos, yo también te mentí

Me dejaste en el suelo, desahuciado
Por completo el desierto me secó
No hay manera en que seré rescatado
Pues la vida ya aquí me abandonó

Ya no hay lluvia brotando de mis ojos
Me ha secado por dentro este dolor
Y ahora dudo si, viendo que estoy roto
¿Ya soy digno de un poco de tu amor?

lunes, 27 de diciembre de 2021

Despertar

Media vida he pasado malas noches
Donde sueño que todo sale mal
Es por ello que no manejo un coche
Y le tengo respeto enorme al mar

No por nada cargo enormes ojeras
Que parecen ser algo natural
Y es por eso que fue una buena nueva
Cuando pude, por fin, algo soñar

Empezó hace unos meses, sin buscarlo,
De la nada mi rutina cambió
Ya no había que pelear contra el insomnio
Porque dentro de mí algo se encendió

Cual Gautama encontrando su nirvana
Una paz absoluta me inundó
Y por fin ya no me detenía nada
Y por fin la esperanza renació

Hubo un cambio con mi punto de vista
Que alteró mi manera de vivir
Y me trajo millares de sonrisas
Con un cambio que fue hasta la raíz

Volví a ser aquel alma enamorada
Que hace tanto yo fui y dejé de ser
La sonrisa ya no me abandonada
Ni tampoco las ganas de crecer

Me olvidé de fronteras y de muros
Juraría que era capaz de volar
Descubrir todos los paises del mundo
Sin tener ni un motivo de frenar

Mientras lleno de vida me encontraba
Una transformación aconteció
Sin pensarlo yo todo me entregaba
A lo que me llenaba de pasión

Entregué toda ayuda que pudiera
A la gente que a mi me lo pidió
Si mi sueño un favor necesitara
De inmediato era mi única misión

Con la fuerza que hallé, que me inundaba
Empecé a mil cosas yo planear:
Un Imperio en el cual yo gobernara
Continentes enteros conquistar

Quise ver las montañas y lagunas
Que hace tiempo fueran mi perdición
Y el cruzar por desiertos, con sus dunas,
Me inspiraba ahora un poco de emoción

Y era un sueño tan pleno, tan profundo
Que dejé de vivir la realidad
Ignoré por completo a todo el mundo
Solamente quería poder soñar

Imagina la pena tan profunda
Cuando un día aquel sueño no fue más
Regresaron las noches tan oscuras
Y las penas mis noches a inundar

Y por más que traté forzar el sueño
Obligarme a poderlo revivir
Era claro que había perdido el duelo
Y tenía que aceptarlo y proseguir

Imagina el dolor que ahora me llena
Pues después de saber lo que es la paz
Voy de vuelva a una vida nada plena
Aceptando que el sueño quedó atrás

Y aunque duele saber lo que he perdido
Solo queda enfrentar la realidad
Ahora sé que cuando caiga dormido
Yo sabré lo bonito que es soñar

martes, 21 de diciembre de 2021

Dónde

 Dónde

Me cansé de ser el bueno
Me cansé de ser el malo
Ya estoy harto de este duelo
Que me tiene a mí apagado

Porque yo hice lo que pude
Te apoyé con lo que tuve
Hice todo cuanto supe
Te cumplí cuanto propuse

Y pedí tan poca cosa:
Una pizca de cariño
Oír mi nombre de tu boca
Un abrazo a un fiel amigo

Y encontré como castigo
Tu silencio y tu abandono
Me dejaste a mí en el frío
No importó que estaba solo

Y olvidaste aquellas tardes
Cuando tú, sin contemplarme
Me pedías en un mensaje
"¿Pudieras venir a verme?"

Y en las que yo abandonaba
Todas mis obligaciones
Porque tú necesitabas
Alguien que no te abandone

Esas noches que pasamos
Redactando codo a codo
Noches en que trabajamos
En que no te dejé solo

Y cuando te pedí ayuda
Con detalles importantes
No respondiste mis dudas
Hasta varios días más tarde

Y estoy harto que me digas
Que no supe respetarte
Si te di yo sin medida
Todo cuanto me pediste

Pero no haga yo una broma
Porque tú te pones digna
Y entonces explotas toda
Y se desata tu ira

Cuando tú a mi no me dabas
Ni un segundo de tu tiempo
Cuando yo a ti te marcaba
Siempre estaba interrumpiendo

Todo era más importante
Yo nunca fui prioridad
Si alguien quería a ti verte
Lo recibías sin dudar

Pero no fueran promesas
Que los dos juntos hicimos
Porque esas no te interesan
Y por eso, las rompimos

Y ahora que ya te aburriste
Y de mí le hablas a todos
Dices que nunca te quise
Ni te oí, no supe como

Cuando yo hice marometas
Para cumplir las promesas
Para alcanzar nuestras metas
Y levantar la cabeza

Y que vieras con orgullo
Que el hombre que fuera tuyo
Abandonó su capullo
Y por fin tenía su brillo

Pero creo que tú querías
Solamente a quien usar
Y por eso a mí me olvidas
Ahora que lejos estás

Pero quiero que tu sepas
Y ojalá que no lo ignores
Que cuando cumplas tus metas
Mis marcas serán montones

Y no quiero que tu pienses
Que quiero que a mi me alabes
Solo quiero que al siguiente
Como a mi nunca lo dañes

Porque sé bien como eres
Y dirás que fue mi culpa
Que "Quisiste como quieres,
Y no merezco disculpas"

Y tal vez tienes razón
Pero quiero que tú pienses
Cuando ardía mi corazón
¿Dónde diablos estuviste?

lunes, 7 de junio de 2021

El secreto mejor guardado

 Desde que conocí a mi editora, le dejé una cosa muy clara: Si algún día uno de mis libros resultaba ser exitoso, estaba terminantemente prohibido publicar mi verdadera identidad. Usaríamos un pseudónimo, y si en algún momento se revelaba mi nombre, ella renunciaría a sus honorarios, y todas las ganancias serían mías. Mientras eso no pasara, ella se llevaría más de la mitad de las ganancias del libro. Cuando se volvió la persona más rica del mundo editorial, el mundo entero intentó descubrir su secreto. Sin embargo, ella nunca cedió.

Cuando me diagnosticaron cáncer, y me dieron un plazo no mayor de tres meses de vida, empecé a planear cómo dejaría mi fortuna. Pensé en todas las personas que podían recibir algo de mi parte, y pasé hasta mi último aliento perfeccionando el testamento. 

Al llegar el momento de abrirlo, después del funeral, el mundo estaba expectante. Había mucho dinero en juego, y todos estaban ávidos de saber quién se haría acreedor del mismo, en gran medida, porque necesitaban información sobre mí, y a cualquier persona que se la pudieran sacar sería asediada. Previendo eso, dejé toda mi fortuna a nombre de una fundación, cuyo objetivo sería apoyar a los nuevos talentos, los cuales serían elegidos por una panel previamente elegido por mí, de escritores a quienes admiraba. Ninguno de ellos me conocía.

Pero por supuesto, eso no era todo. Si en el primer año después de mi muerte alguien iba a dicha fundación y presentaba pruebas verificables de que me había conocido, se haría acreedor a cierto porcentaje de ese fondo. La verificación correría a cargo de mi editora, quien conocía mi obra mejor que nadie, y quien seguía afectada por la misma cláusula de siempre. Sabía que no le haría ninguna gracia, pero también sabía que me debía mucho como para negarse. Además, confiaba en que ella mantendría nuestro acuerdo. Y así lo hizo.

Los primeros días, las filas eran interminables. Miles de personas iban a presentar evidencias, sin fundamento alguno. Libros dedicados, fotos, cartas, correos, interacciones en redes sociales. Casi ninguna de ellas verdadera, para decepción -y a veces rabia- de los que la presentaban. Sin embargo, de vez en cuando, mi editora se encontraba con alguien que efectivamente me había conocido.

Un ejemplo fue cuando llegó un señor con una foto de tres personas, abrazadas, en una graduación. En el centro estaba yo, a mis escasos quince años. "Fuimos grandes amigos hasta la secundaria. Después de eso, nos fuimos separando, hasta que llegó el día en que ni siquiera nos felicitábamos en nuestros cumpleaños. Desde que leí su primera novela supe que era suya, pero nunca quise preguntarle, porque pensé que sería una molestia, que lo interpretaría como que quería aprovecharme de su éxito. Me arrepiento de eso, sé que debí hacerlo". Ella revisó el testamento, y vio que, por tener una fotografía conmigo antes de mis veinte años, le correspondía el 5% de mi fortuna. Y a pesar de que existían más fotos, solo él llegó con una. Ni siquiera la otra persona que estaba en esa foto.

Otro caso fue cuando llegó a sus manos un papel escrito a mano, apenas legible. Una carta de amor que yo había escrito. Y aunque al principio intentó descartarla, pronto notó un pequeño garabato que le hizo tener que confirmar con el testamento: Al final de la carta, muy desgastada por el paso del tiempo, pero aún clara, se veía mi firma. Cuando revisó el testamento pudo ver que efectivamente, había una clausula para ese caso, donde indicaba que si alguna de mis ex parejas, cuyos nombres estaban escritos para evitar falsos positivos, llegaba con un documento escrito por mí, le correspondía el 10%. Y a pesar de haber dejado decenas, tal vez cientos de cartas, únicamente llegaron a sus manos dos de ellas.

Sin embargo, hubo omisiones importantes, aunque no sorprendentes. Mi familia, a quien le hubiera correspondido el 15% de la fortuna, no se presentó. Y no porque no tuvieran pruebas de que me conocían, las cuales ciertamente tenían. Sino porque nunca sospecharon a qué me dedicaba. Siempre que me veían me decían que de escritor me iba a morir de hambre, y el hecho de que viviera una vida sin lujos solo parecía confirmarles que mi éxito era menor. Nunca se imaginaron que, cuando alababan las novelas que yo había escrito y a los personajes que había plasmado, estaban hablando con quien los trajo al mundo.

Por último, y a pesar de la sorpresa de mi editora, la persona que se haría acreedora del 50% de mi fortuna no fue capaz de demostrarlo. Y yo lo sabía desde que escribí el testamento, razón suficiente por la cual le dejé tan alto porcentaje. Lo único que tenía que haber presentado era una prueba de que alguien sabía que estábamos juntos. Un mensaje, una foto, una nota de voz. Cualquier cosa que pudiera haber garantizado que se sabía de mi existencia. Aunque eso no significa que no lo haya intentado. Más de una vez quiso presentar como evidencia mensajes en los cuales decía que tenía la tarde ocupada, o que ya tenía planes, pero ninguna vez mencionó con quien. Mostró fotos de mis regalos, o de mis libros, pero nunca diciendo quien se los había dado. Llegó con los borradores de mis novelas, que había escrito en nuestra casa, como una muestra de que, si, efectivamente me conocía. Pero nada que cumpliera con las condiciones que se exigían, y al final, pasó el año sin que ese dinero se reclamara, pasando de manera definitiva al fondo.

Solo cuando se cumplió el plazo mi editora tuvo permiso de publicar mi último escrito. Un escrito que, a pesar del dinero que pudo haber generado, nunca vio la luz. Un escrito que, por primera vez en mi carrera, venía dedicado. Mi editora decidió que esa dedicatoria no merecía ser pública, y prefirió guardarlo, convertirlo en un secreto, como yo lo había sido los últimos años de mi vida.

jueves, 6 de mayo de 2021

Mensaje solo para mí

 Desde muy pequeño, recuerdo que mis padres me leían cuentos de hadas para dormir, y yo sentía... como si me llamaran. Como si me quisieran decir algo más que "No digas mentiras", "No confíes en extraños" o "Ponte los lentes para que no confundas a tu abuela con un lobo". Siempre sentía que me estaban dejando algún mensaje oculto, un mensaje que era solo para mí. Pero siempre que se lo decía a mi familia, a mis amigos, o en general, a alguien, decían que "era muy creativo" y procedían a ignorarme.

Esos mensajes ocultos me atormentaban, pensaba en ellos constantemente, a veces incluso soñaba con ellos. Llegó un punto en que mis padres pensaban que algo estaba genuinamente mal con mi mente, que tal vez necesitaba ayuda profesional. Pero los resultados dijeron que no, que únicamente era mi imaginación hiperactiva, y que se me pasaría cuando creciera. Y si no lo hacía, bueno, podríamos ver qué alternativas tomar para que las dejara atrás. Por supuesto, nunca volví a mencionarlo en su presencia. Pero seguían ahí.

Cuando entré a la facultad de letras, creí que sería el lugar perfecto para encontrar personas que entenderían cómo me sentía. Pero la historia se repetía, ya que todos me cuestionaban mi fijación por esas historias, y "me sugerían enfocarme en historias adecuadas para mi edad". Hasta que la conocí a ella.

Desde la primera vez que la vi, quedé profundamente fascinado. Había algo en ella que me atraía como nunca nadie lo había hecho, al grado que contra mi instinto y mi naturaleza, me acerqué a ella, a intentar conocerla. Nunca supe si fue interés en mí, o mi valentía, o qué, pero de inmediato, me prestó atención, como si mi presencia hubiera despertado algo en ella. Fue un momento mágico, como salido de un libro. Para el final del día, ya tenía su teléfono, y los mensajes entre nosotros no paraban. Y no pararían pronto.

Con el pasar de los días, me convencí de que era la razón de mi vida. Decidí abrirme completamente, mostrarle todos mis temores, contarle todo lo que llevaba guardándome décadas. Y por primera vez, ella no me juzgó. Me escuchó, atentamente, tratando de llegar al fondo, de hilar las historias de manera coherente, buscando el mensaje secreto que yo sabía que estaba ahí, y que nadie me creía. Nadie hasta entonces.

Por primera vez en mi vida sentía que las cosas empezaban a tener sentido. Motivado por ella, busqué más y más historia, buscando los pedazos faltantes del rompecabezas, deshilar el secreto y obtener, por primera vez la paz de saber que no estaba loco. Que había algo ahí. Y esta vez no estaba solo. Aunque ella no era capaz de ver los mensajes, me apoyaba en cada paso, me traía más libros, y me ayudaba a hacer sentido a todo, sin importar la hora. A veces me parecía que ella no dormía.

Algunos detalles se convirtieron poco a poco en recurrentes. De entrada, la localización, USA. Por alguna razón, todas las direcciones que aparecían nos llevaban allí, y a pesar de nunca haber visitado el país, ya era capaz de reconocer los paisajes, edificios y símbolos. También, notamos que los mensajes aparecían con mayor claridad si los leía después de comer, lo cual usualmente era entre las cuatro y las cinco de la tarde, siempre y cuando no tomara café. Así, se hizo tradición para nosotros trabajar en las mañanas, juntarnos para comer, tomar algo, usualmente ella un café y yo una taza de té, aunque no era necesario, y después de ello, ella se iba a su casa y yo me aislaba a leer, para discutir los nuevos detalles cuando yo terminara, revisar las notas, y tratar de hacer sentido a todo. Fueron los días más felices de mi vida.

Poco a poco, las diferencias entre mis sueños y la realidad se volvieron difíciles de distinguir. Ya no era extraño verla a ella aparecer en mis sueños, entretejida en el mundo que estábamos descubriendo, junto con el olor del té y aquel país extraño. Solo lo mencioné una vez, pero la sola mención de que había soñado con ella la hizo enojar, razón suficiente para que no lo dijera nunca más. Pero no dejó de aparecer, cada vez con mayor frecuencia, cada vez con mayor claridad, y siempre sembrando más dudas que respuestas, ya que siempre que estaba por acercarme, por preguntarle cualquier cosa, despertaba. Se estaba volviendo pieza fundamental de mis dos mundos, y no existía nadie con quien yo prefiriera compartir ninguno de ellos.

Sin embargo, los avances se hacían cada vez menos frecuentes, y la desesperación se hizo palpable en ambos. Le habíamos dedicado mucho tiempo como para quedarnos tranquilos con una historia incompleta. Así que, en un último esfuerzo, le propuse que viajáramos a USA, juntos. Tal vez ese lugar traería consigo algunas respuestas. Y si no, lo dejaríamos de buscar. Era un último intento desesperado.

Gasté todos mis ahorros para irme a ese viaje. El trabajo de mi vida no merecía menos, y francamente, la idea de viajar con ella no me desagradaba en absoluto, sino que me daba una motivación extra. El día antes de irnos, después de hacer las maletas, decidimos hacer un repaso general de la teoría más sólida que teníamos hasta entonces: "En algún lugar de USA, existe un secreto muy poderoso. Tanto, que debe de ser escondido a toda costa, pues de caer en las manos equivocadas, podría destruirlo todo. Yo debo salvaguardar la llave, por algún motivo, para que no caiga en las manos de la fuerza oscura que la está buscando". Y yo sabía que ella jugaba parte importante para que lo consiguiera, aunque no lo mencionara.

Yo había soñado con el momento en que me bajaría del avión, y de inmediato sabría localizar a donde me llevaba mi búsqueda. Pero no fue así. No sentía nada diferente, y los mensajes cada vez tenían menos sentido. Y pude notar su frustración al respecto. Traté de achacarlo a muchas cosas, empezando por la mala calidad del té que se servía en este país, al cambio de horario, pero no tenía ninguna buena explicación, solo pretextos para tratar de alargar nuestra búsqueda juntos.

Y así, pasaron las dos semanas que habíamos reservado para concluir la búsqueda, sin resultados. La tarde antes del vuelo tuvimos una pelea. Nunca la había visto tan molesta, y pensar en su mirada llena de rabia no me dejaba dormir. Decidí hacer un último intento, motivado más por el insomnio y la esperanza que por otra cosa, y reuní todos los elementos que solían funcionar. Me senté, solo, en la madrugada, con una tasa de té, y comencé a leer.

Fue como un sueño lúcido. Pude ver con toda claridad dónde estaba escondido ese secreto, qué se tenía que hacer para desbloquearlo, y pude verme ir por él, en soledad y temeroso, un miedo en mi rostro que parecía casi como si me estuviera escondiendo. Y cuando estaba a punto de conseguirlo, pensé en ella, y el mensaje desapareció, tan súbitamente como había llegado. Supe que tenía que decirle. Sabía que eso haría que el enojo desapareciera, y que podríamos ir al día siguiente, antes del vuelo, y confirmar que todo nuestro esfuerzo había rendido frutos.

-Despierta?-
Ella contestó antes de que pasar un minuto -Deberías de estar dormido. Si no estás listo a tiempo, no te pienso esperar
-Solo quería decirte que vi otro mensaje. Probablemente el último. Creo que fue el té
-Té? Con razón estás despierto. Pero está bien. Te leo- Yo procedí a explicarle a grandes rasgos lo que había visto.
-Usa ropa cómoda mañana, haremos una excursión temprano, antes del vuelo, para verificar. Te dejo dormir- Fue su única respuesta después de leerlo todo. Ninguno de los dos mandó un mensaje más, y dormí tranquilo por primera vez en todo el viaje.

A la mañana siguiente, al sonar el despertador, yo ya estaba despierto, y listo para el día decisivo.

Ninguno de los dos dijo mucho durante el camino. Ambos sabíamos que toda la inversión que habíamos hecho, tanto de tiempo como de dinero, sería en vano si esto no funcionaba. Pero yo estaba seguro. Había visto el camino, y no había nada que me hiciera dudar.

Mentiría si dijera que no estaba nervioso. Pero también estaba seguro de la veracidad de los mensajes, y lo único que quería era que ella compartiera mi emoción. Para ello, no podía dejar entrever ni un segundo de duda. Así, cuando llegamos al pueblo, ni siquiera la esperé. Casi corrí, siguiendo paso a paso la visión que había tenido. Y cuando llegué a la parte en que la visión se había acabado, entendí por qué. Ahí, frente a mí, estaba ella, con un objeto entre las manos, mirándolo con deseo. Y aunque era el mismo cuerpo que el de la mujer con quien había compartido tantas cosas, no la podía reconocer. Algo era completamente distinto en ella. 

-¿Sabes cuál es el principal problema de los héroes en los cuentos de hadas? Que confían con demasiada facilidad. Y tú no eres la excepción. Ahora, gracias a ti, por fin tengo la llave que me permitirá liberar todo mi poder-

Quise decir algo, pero me encontraba paralizado. Pensé en todos los mensajes, en todas las partes que había visto, y buscando la manera en que pude ver venir esto.

Y solo cuando ella desapareció, volando, y el cielo se obscureció bajo su nuevo poder, fue que lo entendí todo.

Despierta. Ella. Solo. Te. Usa.

miércoles, 8 de julio de 2020

Creador

He tenido mucho tiempo para pensar sobre mi estatus como creador. Mucho más que nadie antes de mí, y espero que mucho más que nadie después de mi. Cuando empecé a dirigir, siempre soñé, egoistamente, con ser recordado, con marcar la historia de la humanidad, con ser un ejemplo, enseñado generación tras generación, de cómo hacer las cosas, cómo debía hacerse, ser aquel que pudo crear algo revolucionario. Y para desgracia mía, lo conseguí. Ahora no entiendo cómo pude ser tan tonto como para condenarme de semejante manera.

Desde chico, escuché que las musas le hablan a los artistas cuando están creando algo, y siempre lo consideré una ridiculez. Los griegos, en su eterna superstición, había metido esa idea en la mente de las personas, tratando de minimizar el papel del hombre en el proceso de la creación, de la misma manera que minimizaban el papel de la naturaleza con sus dioses.

Por supuesto, todo cambió cuando estrenamos "Camino a la Luz". Nunca hubiera podido imaginar que sería tan exitosa, que de la noche a la mañana mi nombre sería conocido en todos lados. Ni mucho menos que las musas se aparecerían en mis sueños por primera vez. Me explicaron cómo, en el inicio de los tiempos, el Creador hizo a los hombres a su imagen y semejanza, con la consigna de que, mientras fueran creadores, vivirían eternamente. Pero conforme pasaron los años, los siglos, los milenios, los hombres se hartaron de la vida, y empezaron a idear maneras de huir de ese destino eterno. Y entonces, solo entonces, fue que se dieron cuenta de la maldición que el Creador había dejado caer sobre ellos. Y dejaron de crear. Y al dejar de parecerse a él, empezaron a morir, a liberarse del castigo de la eternidad.

A lo largo de la historia, millones de personas conocieron ese secreto, esa regla dorada: "Mientras otras personas experimenten algo que tú creaste, y piense en ti, serás incapaz de morir". Algunos ignoraron la tentación, pero muchos otros intentaron aumentar el tiempo que les quedaba de vida, de alguna forma. Así, se hicieron pinturas en cuevas, lienzos con óleo, esculturas con mármol, lenguajes nuevos y armoniosos con los cuáles los escritos se escuchaban aún mejor, sinfonías, textos, obras, bailes, óperas... Todos con el mismo propósito: Alcanzar el reconocimiento unánime, y con él, la inmortalidad. Pero todos fracasaron. Eventualmente, la gente dejó de ver a la Mona Lisa y pensar en Leonardo, y la vida se esfumó entre sus dedos. La gente dejó de escuchar la voz de Shakespeare al leer a Hamlet, de imaginar a Beethoven al oír sus sinfonías, de ver a Dalí en sus pinturas, de pensar en Walt Disney al escuchar a Mickey Mouse... Y así fuera un segundo, era suficiente para que la vida se les escapara, sin excepción.

Al principio, recibí la noticia como un reto.Yo triunfaría donde todos los creadores antes que yo habían fracasado. Y así, motivado por una fuerza que no podía contrarrestar, procedí a crear todo lo que pudiera, explotando todas las facetas posibles del cine. Y triunfé. Recuerdo que al principio la prensa bromeaba con lo irónico que era que un Óscar fuera para el director Óscar, pero con el paso de los años, hasta parecía que el nombre lo habían puesto, aún desde su concepción, esperando el día en que yo podría reclamar el título como el cineasta del año. De la década. Del siglo. De la historia.

Yo saboreaba la gloria, el saberme siempre importante, siempre el centro de atención. A donde quiera que fuera, sin importar la hora, la gente sabía quien era, me platicaban cómo "Mi obra había cambiado su vida", tatuajes de mis frases, de mis personajes, de las notas del soundtrack, incluso. Y yo me llenaba de orgullo. Nunca había tenido demasiada preocupación por mi privacidad, así que ser el foco de atención no me molestaba, como lo hacía a muchos otros. O al menos no al principio. Pero después de un tiempo, cada día parecía una repetición de algún día anterior. Hay un límite para las veces que una persona te puede preguntar lo mismo, o decirte cuánto te inspiró la misma escena, antes de que empiece a ser parte de la rutina, y luego, incluso molesto. Pero nunca dije nada, solo me aislé. Dejé de salir, dejé de trabajar, dejé de hacer todo. Dejé de crear. Pero ya era muy tarde.

Mi creación había permeado a toda la humanidad, no había nadie que no estuviera al tanto de lo que yo estuviera haciendo. Fue cuestión de tiempo para que mi familia empezara a temer por mi salud mental, a preguntarse qué me pasaba, por qué irritaba tanto que hablaran de mis películas, de mis personajes, de mis canciones, de lo que antes me hubiera hecho sentir tan orgulloso. No los culpé cuando se fueron. No podía hacerlo.

Traté de matarme. Incontables veces. Pero siempre, sin falla, sobrevivía. Tal vez despertaba meses después, famélico, apestando a sangre seca y con cicatrices donde me hubiera atravesado el cuchillo, pero aún vivo. No había razón para comer, para tomar agua, para hacer nada. Quería que se acabara el martirio, consciente de que, si pasara siquiera un segundo en el que nadie pensara en mí, se acabaría mi tortura.

Pero eso nunca pasó. Y ahora, estoy seguro que jamás pasará. Cuando la humanidad empezó a expandirse por la galaxia, colonizando todo a su paso, creí que sería la oportunidad de oro. Cada planeta generaría su propia cultura, y pronto, yo no sería nada. Hasta que el Comité de Nuevos Hogares decidió que los planetas llevarían el nombre de las grandes mentes que marcaron a nuestra existencia en nuestro planeta natal. Darwin, DaVinci, Newton, Hawkings... científicos nada más, al principio, pero pronto, para desgracia mía, empezaron a alzar la voz algunos cuantos, quienes querían que hubiera representantes de los logros culturales, quienes hicieron que la humanidad floreciera. Y aún maldigo a aquel que se atrevió a sugerir mi nombre, y a todos los que lo aceptaron.

Hoy día, millones de personas viven en un planeta que lleva mi nombre. Muchos de ellos ni siquiera recuerdan el nombre de nuestro planeta original, pero si saben todo sobre mí. Mis películas siguen siendo éxitos, objetos de culto. Y mientras la Tierra se acerca a su fin, la humanidad me mantiene vivo.

Pero quería ser recordado...

domingo, 24 de febrero de 2019

Por qué dejé de escribir

Para ustedes que han seguido este blog (y digo, es la única manera real de que lo lean, porque no pienso compartirlo en ninguna red social), la ausencia de entradas se ha vuelto una constante. Y lo siento. Pero ya no puedo escribir como lo hacía antes, y espero que me entiendan.

Cuando empecé a escribir, lo único que hacía eran poemas. Me gustaba mucho la rima, la métrica, pero sobretodo la emoción que me permitía demostrar. Disfrutaba este medio para expresar lo que en verdad sentía, lo que me aquejaba, lo que me llenaba, y solo podía expresar así.

Y así, como suele suceder con la poesía, se transformó en una manera de expresar lo que sentía por alguien. Ese alguien solía cambiar. Nunca he sido alguien emocionalmente estable, y mis relaciones emocionales lo atestiguan. Hasta que llegó la gran Musa. Y una vez que se fue, la poesía nunca fue igual. Ella le dio un significado a mis poemas, algo que le hacía falta, y algo que jamás volvió a tener sin su luz.

Pero mi motivación para escribir seguía existiendo. Necesitaba expresarme, necesitaba ventilar mis preocupaciones y mis emociones, mis sentimientos y sobre todo mis pensamientos. Y dado que la poesía ya no era lo mismo, migré a los cuentos. No significa que no lo hubiera intentado antes, solo que eran mi nuevo enfoque. Y por un rato funcionaron. Pero a diferencia de los poemas, este no era mi elemento. Nunca estuve particularmente satisfecho con mis cuentos. Mi manera de narrar las cosas siempre ha tenido mucho énfasis en el ser, y muy poco en lo que pasa. Y por lo mismo, mis cuentos siempre eran mucho más personales que otra cosa, lo cual obviamente complica que el resto de la gente lo disfrute, o siquiera entienda del todo lo que intentaba decir. Y por eso dejé la constancia que había caracterizado a mi etapa de "poeta".

Y entonces llegó Ella. Escritora más experimentada que yo, ella le daba una profundidad que no conocía a las letras. Ella me enseñó a darle vida a mis historias, buscar la verdadera complejidad de mis personajes, y escribir verdaderamente bien. Y entonces empecé a escribir con Ella. Cada quien escribía un personaje, y entre los dos enlazábamos una historia. Y mientras duró, fue mágico. Las letras tuvieron un brillo especial. Escribía todo el tiempo, tal vez más del que debería haberlo hecho. Y tristemente, así de intempestivamente como llegó, se fue. Y esta vez si intenté seguir sin ella. Y realmente lo intenté, al grado de que las mejores cosas que he escrito han sido después de eso.

Hasta que se me ocurrió el cuento. La mejor idea que he tenido. La historia que vendría a cambiarlo todo. Una historia en la que, aún a veces, sigo pensando. Y por supuesto que intenté escribirla. Pero no pude. En mi mente, había secciones que solo podía escribir Ella. Personajes claramente diseñados para ser llenados con sus palabras, vía sus letras. Y no puedo describir lo impotente que me sentí. No podía seguir escribiendo, ya no era capaz.

A la fecha sigo sin ser capaz de escribir como antes. Esa luz que le daba sentido a todo ya no existe. Aunque regrese, ya no es lo mismo. La vida me ha cambiado, y la ha cambiado. Y aún si intento regresar a territorio común, ser quienes fuimos en su momento, revivir lo que pasó, lo que fue, lo que nunca pudo ser, sigue siendo lo que nunca pudo ser.

Por eso dejé de escribir. Y lo siento, porque ustedes que en verdad disfrutaban de leerme no tienen la culpa. La culpa es toda mía

viernes, 17 de febrero de 2017

Obra de arte

Es tan raro volver a escribir aquí después de tanto tiempo, si les soy honesto. Y créanme que mi ausencia no ha sido por deseo, sino por mi escasísima capacidad para escribir últimamente, tanto por falta de tiempo, como por falta de inspiración, como por falta general de ganas. Sin embargo, de vez en cuando, esos tres requerimientos se cumplen, y puedo volver a escribir. Anoche pasó eso. Espero disfruten lo más nuevo que he escrito

Obra de arte

Tú posees la sonrisa que Leonardo
Jamás pudo pintar
Pues ni el genio del lienzo y de los trazos
Te puede a ti igualar

En tu risa se escuchan melodías
Que ni Mozart ni Bach
Pues aquellos sabían sobre armonías
Pero tú sobre amar

Botticelli pintó a una diosa griega
Como él pudo soñar
Sin saber que no era esa hembra perfecta.
No te pudo mirar

Ni Julieta, ni aquella Dulcinea
Te llegan a eclipsar
La mujer con quien todo un hombre sueña
Eres tú, nadie más

En la historia del arte hay mil ejemplos
Que se puede admirar
Y aún así, desde que se cuenta el tiempo
No hay con que comparar

Eres tú la obra culmen, luz de todo,
El principio y el fin
Qué presión la que cargos en estos hombros
Pues te debo escribir

Mi deber, que he aceptado yo con gusto,
Es tu gloria plasmar
Y algún día va a leerte todo el mundo
Y me van a envidiar

domingo, 29 de mayo de 2016

Soñé que tú vendrías

Soñé que tú vendrías

Soñé que tú vendrías
Y que tú, al final del día
Entenderías que te mentía
Y que a mí me salvarías

Soñé que aquí vendrías
Ignorando aquellas reglas
Que a ti tanto daño hacían
Por jamás querer romperlas

Soñé que aquí estarías
Como siempre quise verte
Tan profundamente mía
Tan profundamente libre

Soñé que tú vendrías
A sabiendas de mi llanto
De estas horas tan sombrías
Que me están despedazando

Soñé que volverías
Aunque yo te dejé sola
Aunque dije tonterías
Aunque soy una deshonra

Soñé que volverías
Y por un breve segundo
Regresó a mí una sonrisa
Tuve un gozo vagabundo

Yo soñé que volverías
Y fui feliz un instante
Pero solo estoy, mi vida
Y tú, feliz y radiante

domingo, 26 de abril de 2015

Olvidé

Hace demasiado no escribía aquí, y creo que es mi primera poesía en al menos un año. Perdón por la desaparición, y gracias por esperarme.

Sé que no va conmigo, que está "fuera de personaje", pero soy capaz de sentir otras emociones además de amor y tristeza, sin importar cuan sorprendente suene eso. Sin embargo, suelo guardarme esas emociones, no soltarlas, y así. Hoy es la excepción. Llegué al límite de mi paciencia, estoy bastante harto, y bastante molesto, y decidí que, si no escribía esto ahora, no lo haría nunca. Así que, sin más preámbulo, los dejo con Olvidé

Olvidé

Olvidé que no te importa
Si vivo o no respiro
A menos que resulte
Que busques a un amigo

Olvidé que tu no piensas
En mi como un amigo
Sino como una cosa
Que te presta un oído

Olvidé que tú no cuentas
Cuando a alguien necesito
Que sólo das la vuelta
Si nadie te da abrigo

Olvidé que tú no sientes
Por mi un solo latido
Que siempre tú me mientes
Que solo traes castigo

Olvidé que tú no eres
Amiga de mi alma
Que sólo a mi me quieres
Cuando pierdes la calma

Olvidé que tú me usas
Cuando te viene en gana
Que siempre de mi abusas
Para conseguir fama

Olvidé que tú no eres
Sino algo del pasado
Que como a mil mujeres
Yo ya te he superado

Olvidé que aquellos logros
Que crees haber logrado
Los escribimos juntos
Y fueron un regalo

Olvidé que no eres nada
Y nunca podrás serlo
Pues tu preciosa cara
No te traerá talento

Olvida pues, mi nombre,
Mis letras y mi rostro
Y quédate tú el cobre
Pues yo voy por el oro

sábado, 21 de junio de 2014

Las palabras del coronel

Cuando entré al maldito ejército para pelear la maldita guerra, no lo hice por patriotismo, honor, o ninguna de las cursilerías que te venden en las películas. Lo hice porque, si me negaba, me mataban en ese momento, y si iba a morir, prefería que no fuera ante mi familia.

Al llegar a la concentración, vi a miles de jóvenes como yo, delgados, aterrados, y completamente incompetentes, y no dudé ni un segundo que moriríamos todos a la primera oportunidad. Con muchos de ellos no me equivoqué.

Nos formaron a todos en la explanada, con una tarima al centro, un micrófono solitario, y un silencio espectral. Para muchos era la primera vez que estábamos en formación. Para muchos, sería la última. Después de unos minutos de expectación, en los cuales no sabíamos qué esperábamos, subió a la tarima un hombre gordo, más que dos de nosotros juntos, tomó el micrófono, y comenzó a hablarnos.

Durante más de una hora parloteó en el micrófono su historia. Cómo había conocido a su esposa, sus hijos, el trabajo. Cómo había sobrevivido al primer ataque, y su subsecuente entrada al ejército. De sus pasados y heroicos enfrentamientos. De la vida que había dejado atrás, y del futuro que nos aguardaba cuando volviéramos. Y durante todo ese tiempo, no dejé de pensar que los botones de su camisa tenían que estar hechos de algún material indestructible para soportar tanta tensión.

No conozco una sola persona que recuerde todo el discurso del coronel. Nadie. Estábamos ahí para pelear una guerra, y este hombre quería que le pusiéramos atención a su vida marital. Un loco, definitivamente, pero un gran loco.

Nos alistamos para salir a luchar al día siguiente. Muchos sabíamos que la muerte nos esperaba.

Me tocó viajar en su avión, y mientras todos nos preparábamos, él no paró de hablar sobre sus aventuras. Estoy seguro de que ese hombre hablaba de ello incluso dormido. Más de una vez cruzó por mi cabeza la idea de dispararle, solo para conseguir que cerrara la boca. Pero no lo hice, pensando que, con su tamaño, no tardarían mucho en hacerlo por mí.

Me enfrenté con una gran sorpresa cuando lo vi en acción. Lento como un tanque, grande como un elefante, pero letal como un batallón entero, se abrió paso en el campo de batalla como una aplanadora. Pero lo más sorprendente de todo era el efecto que tenía en nosotros. Cada baja rival gritaba: “¡Esta es por mi esposa!”, “¡Muere para que mi hijo viva!” o alguna otra frase referente a su vida, y que por alguna razón, nos inspiraba a luchar con mayor resolución. Pronto, nosotros nos encontramos gritando lo mismo, sin importar si eso revelara nuestra posición al enemigo. Su confianza era contagiosa.

Cuando nos recogieron, después de la victoria, el coronel apenas podía mantenerse en pie. Había recibido algunos impactos menores, y se había lastimado el tobillo en combate, pero seguía vivo. Igual que casi todo nuestro batallón.

Así fue durante el resto de la guerra. Cada vez que llegaban nuevos reclutas, días antes de una batalla, nos formaban mientras el obeso coronel nos contaba sobre su vida. Y por más que odiara escucharlo, no podía odiarlo a él. Pronto, comenzamos a aspirar a aquello que él había dejado atrás. Al fin, si él podía tener una esposa esperándolo en casa, ¿Por qué yo no podía aspirar a encontrar una chica al terminar todo esto?

Por eso me enoja cuando la gente habla de la batalla de Werdenfeller como “la batalla que ganó la guerra”. Esa no fue una victoria para ninguno de nosotros. Fue una derrota.

El coronel salió a liderar la carga, como era su costumbre. Sus gritos nos llenaban de fuerza, su empuje nos arrastraba al combate. Y por eso, cuando un disparo le atravesó la pierna, y lo derribó, su dolor nos destruyó a todos. Puedo decir, como parte de ese escuadrón, que el coronel jamás dejó de luchar, ni siquiera en sus últimos momentos. Aun cuando sangraba, aun cuando moría, el coronel luchó, gritó, y encomendó cada segundo de su vida a las personas que había dejado atrás, hasta recibir, a media oración, el disparo que le puso punto final a sus historias.

Cuando nos recibieron, llenos de júbilo, con nuestra victoria sentenciando la guerra, muchos no entendieron por qué no nos mostrábamos contentos. Muchos no entendían nuestra rabia cuando, en las pocas peleas que le siguieron a esa, no había formación, ni discursos eternos, ni soportar el rayo del sol de mediodía en una explanada. Pero nosotros, quienes habíamos vivido y servido junto a él, nunca podríamos vivir su rutina sin él.

No puedo hablar por los demás. Demonios, ni siquiera me deberían de dejar hablar por mí mismo. Pero debo decirles que fue el coronel, y no otra cosa, lo que me hizo pelear esta guerra hasta al final. Cuando pienso en la persona que era al llegar, y me veo ahora, no me reconozco. Todo lo que conseguí, toda lo que pude construir al regresar a la vida civil, fue solo un reflejo de lo que él había tenido.

Por eso, cuando acabó la guerra, y se abrió un comité para honrar a los soldados caídos en heroico servicio, me ofrecí como voluntario para avisarle a sus conocidos de sus logros, así como de su trágico fallecimiento.

Busqué durante mucho tiempo a esas personas, quienes seguramente estarían esperando el regreso del gigantesco hombre que yo conocí, pero no encontré rastros de ellos. Nada que me indicara que habían existido. Hasta que un día, preguntando por él, me dirigieron a la casa de su padre. Le pregunté por los nombres de su nuera, de sus nietos, pero no parecía entenderme. Enfurecido, me fui de su hogar, seguro de que el anciano ya no tenía contacto con la realidad. Sin embargo, una de las frases con las que me despidió retumbaba en mi cabeza: “¿Está seguro que mi hijo le decía la verdad?”

Quise seguir mi búsqueda, pero no pude. La duda me carcomía, así que me dirigí a la central de reclutamiento más cercana, y exigí que me enseñaran su hoja de registro. Para mi sorpresa, su padre tenía razón. Su carta indicaba no sólo su soltería, su estado de pobreza marginal, sino su perfil psiquiátrico, residuo de los días en que aún podían elegir a sus soldados. Dos resultados me llamaron mucho la atención. Depresión maniaca, y tendencia a distorsionar la realidad.

Entonces pude verlo, un hombre que había entrado a la guerra con deseos de morir, y habiendo enfrentado la agonía de la muerte, decidió que lucharía. Cada historia, cada grito de guerra, cada celebración, no eran dirigidas hacia personas de su pasado, sino aquellos a quienes esperaba conocer en un futuro. Inventó todo ese escenario para nosotros, para darnos esperanza, pero sobre todo, para él.

No puedo tenerle respeto a un hombre así. No puedo dedicarle buenas palabras a un hombre que mentía con tal frecuencia a aquellos que estaban arriesgando sus vidas a sus órdenes. Le perdí toda pizca de afecto en ese momento. Pero maldito, ¡mil veces maldito!, porque salí de ese infierno para hacer cumplir sus palabras. Lo odio coronel. ¡Lo odio!

... Pero se lo agradezco.

martes, 28 de enero de 2014

No puedo

Bienvenidos todos a la primera entrada de este 2014. Espero que Enero los haya tratado bien, y que el año en general sea exitoso para todos ustedes.

La mayoría de ustedes tal vez se pregunte por qué no he escrito poesías ultimamente, y me he dedicado más bien a escribir cuentos. Bueno, la razón es algo muy complicado, que muy a menudo me cuesta dejar en claro aún de manera verbal, peor aún de manera escrita. Sin embargo, tras un largo periodo de incubación, escribí este poema, en el que más o menos describo por qué. El poema se titula:

No puedo

No le puedo escribir,
Amigo mío,
No le puedo escribir,
¡Triste castigo!

¿Cómo puedo creer
Que yo, un poeta,
No la pueda poner
En simples letras?

Mucho he intentado ya
Bien describirla
Pero siempre, al final,
No hace justicia

Yo le quiero decir
Cuanto yo siento
Más no puedo escribir
Aunque lo intento

¿Se lo debo decir
Y no escribirlo?
Más me arriesgo yo así,
Y la necesito

¿Lo debería de intentar,
Que nada pierdo?
Si se llegara a alejar
Sé bien que muero

Por eso quiero plasmar
Aquí, con letras,
Que no la puedo olvidar,
Que ella me llena

¡Cómo quisiera decir
Lo que deseo!
Pero se niega a salir
Si en ella pienso

Hace ya mucho así estoy,
Diario lo intento,
Más con palabras no doy…
No las encuentro

La quiero yo describir
Y yo no puedo…
Solo le quiero decir
Cuanto la quiero

viernes, 18 de octubre de 2013

Vínculo Perfecto (Epílogo)

Hace muchos años no escribíamos aquí. Es interesante recordar cómo eran nuestras vidas antes del vínculo. Fue hace tanto...

Un cuatro de octubre, hace más de cuarenta años, nos vincularon. Estábamos señalados para ser la mejor pareja de Linkball de la historia, y desde el principio estuvimos completamente dispuestos a serlo. Por desgracia para nosotros, ese es un título que no nos corresponderá jamás.

Alma y Antonio volvieron a luchar juntos a partir de nuestra gran pelea, y contra todo pronóstico, decidieron seguir en nuestro campo de entrenamiento en lugar de huir de nosotros. De inmediato se notaba que era una decisión que habían pensado mucho antes de hacerla, pero veían decididos. Una vez más, nuestro choque en el entrenamiento no sería divulgado, por lo que al mundo sólo le llegó la noticia de que estaban recuperados y de vuelta. En ese momento, no nos importó mucho, porque ya nos llegaría el momento para demostrar, contra ellos, de qué estábamos realmente hechos.

Nuestra llegada no causó un impacto tan grande comparado con eso. Pero lo compensamos con victorias claras, un entendimiento, engrandecido por el vínculo, y habilidades superiores al promedio. Tardamos más de seis meses en perder un solo punto, y estuvimos más de año y medio sin perder una ronda entera.  Eso sí causó sensación.

Era solo cuestión de tiempo para que nos volviéramos a enfrentar con Antonio y Alma. Todos lo esperábamos, nosotros para consagrarnos, ellos para reivindicarse, y el público para decidir a la mejor pareja del momento, y tal vez de la historia.

Nos preparamos a fondo y para cualquier clase de prueba, sabiendo perfectamente que esta vez no sería tan fácil como la última, y que habríamos de esforzarnos al máximo para ganarles, aunque estábamos seguros de poder hacerlo de nuevo. Aunque nada pudo habernos preparado para lo que encontramos.

Frente a nosotros ya no estában las personas a las que conocimos, sino los héroes a los que idolatrabamos cuando éramos niños. Aquella pareja invencible que se hizo famosa, que no perdía un solo punto, que estaba perfectamente unida. Y esa pareja hizo válido todo eso ante nosotros, quienes no tuvimos nunca una oportunidad. La duda de antes, la descoordinación, los problemas, todo lo que antes habíamos aprovechado en nuestra victoria, aún los pequeños puntos conseguidos con esfuerzo y un poco de suerte, dejaron en claro que ya eran cosas del pasado. Esa pelea estuvo en un nivel completamente diferente a todo lo que habíamos pasado, y perdimos de forma clara y terrible.

Fue nuestro primer enfrentamiento oficial con ellos, y también, nuestra primera derrota. Conforme pasaron los años, nos enfrentaríamos muchas veces más, casi siempre con el mismo resultado, hasta su retiro. Por su culpa nunca fuimos considerados los mejores, aunque nuestra rivalidad sea ya considerada la mejor de la historia. Si hubiéramos vivido en otra etapa, probablemente hubiéramos dominado, pero estuvimos en la suya, y solo por eso era imposible.
A pesar de ello, nunca tuvimos una verdadera rivalidad entre nosotros ni antes ni después de los combates, y tenemos que aceptar que nos llevamos muy bien. Ambos estamos muy agradecidos por lo que aprendimos de los otros, conscientes de que no hubiéramos conseguido la unión actual de no ser por las historias en común. A veces desearíamos que no ellos no hubieran vuelto, aunque era algo momentáneo, más tomando en cuenta que son nuestros mejores amigos.

La vida fuera del Linkball resultó tener mucho menos problemas de lo que hubiera sido imaginable. El vínculo facilitaba la toma de decisiones de manera absoluta, y, aunque la fama dificultaba un poco la tranquilidad de nuestra vida fuera de los entrenamientos, no había mucho de qué preocuparse. Igual que experimentamos los primeros días que nos encontrábamos a Alma o Antonio, la gente nos reverenciaba como si fuéramos alguna especie de semidioses que debían ser admirados, pero sobre todo, respetados a distancia.

De todos a los que conocimos en los entrenamientos, sólo Félix y Francisco vienen de vez en cuando a visitarnos, aunque no demasiado a menudo. Ellos conforman una de las parejas prometedoras y muy talentosas que han vivido a la sombra de Antonio y Alma, e indirectamente, también a nuestra sombra. Sin embargo, son de los pocos que a pesar de haber padecido eso toda su carrera, no nos guardan ningún remordimiento evidente, aunque es claro que la gran amistad que un día tuvimos ha quedado como poco más que un recuerdo.

Cuando Antonio y Alma se retiraron del Linkball por fin nos convertimos en los mejores. Dominamos completamente todas las pruebas, ninguna pareja podía compararse a nosotros, y nadie nos paraba, pero nuestro sinsabor era demasiado grande, y nosotros también nos retiramos poco después. De nada valía ser los mejores si no era contra ellos.

Fue entonces cuando nos dedicamos a ustedes en cuerpo y alma. Una vez agotado el Linkball, era necesario que nos centráramos en lo verdaderamente importante: Ustedes.

Durante muchos años solamente tuvimos como meta en la vida el Linkball dedicando sólo lo mínimo indispensable a cuidarlos y criarlos. Tal vez para cuando empezamos a hacerlo ya era demasiado tarde, y aunque no esperamos que nos entiendan, esperamos que nos perdonen.

Ahora que ustedes empiezan su carrera en el Linkball, debemos decirles que estamos muy orgullosos, y que les deseamos el mayor de los éxitos. Quien sabe, en una de esas, resulta que ustedes son la mejor pareja en la historia, no nosotros. Esperamos que este diario les enseñe alguna que otra cosa que les sea útil en su naciente carrera.

Les deseamos los mejor en su nuevo viaje, y aquí estaremos para cualquier consejo que necesiten. No olviden que, pase lo que pase, y hayamos hecho lo que hayamos hechos, ustedes siempre serán nuestra mayor victoria.