viernes, 18 de octubre de 2013

Vínculo Perfecto (Epílogo)

Hace muchos años no escribíamos aquí. Es interesante recordar cómo eran nuestras vidas antes del vínculo. Fue hace tanto...

Un cuatro de octubre, hace más de cuarenta años, nos vincularon. Estábamos señalados para ser la mejor pareja de Linkball de la historia, y desde el principio estuvimos completamente dispuestos a serlo. Por desgracia para nosotros, ese es un título que no nos corresponderá jamás.

Alma y Antonio volvieron a luchar juntos a partir de nuestra gran pelea, y contra todo pronóstico, decidieron seguir en nuestro campo de entrenamiento en lugar de huir de nosotros. De inmediato se notaba que era una decisión que habían pensado mucho antes de hacerla, pero veían decididos. Una vez más, nuestro choque en el entrenamiento no sería divulgado, por lo que al mundo sólo le llegó la noticia de que estaban recuperados y de vuelta. En ese momento, no nos importó mucho, porque ya nos llegaría el momento para demostrar, contra ellos, de qué estábamos realmente hechos.

Nuestra llegada no causó un impacto tan grande comparado con eso. Pero lo compensamos con victorias claras, un entendimiento, engrandecido por el vínculo, y habilidades superiores al promedio. Tardamos más de seis meses en perder un solo punto, y estuvimos más de año y medio sin perder una ronda entera.  Eso sí causó sensación.

Era solo cuestión de tiempo para que nos volviéramos a enfrentar con Antonio y Alma. Todos lo esperábamos, nosotros para consagrarnos, ellos para reivindicarse, y el público para decidir a la mejor pareja del momento, y tal vez de la historia.

Nos preparamos a fondo y para cualquier clase de prueba, sabiendo perfectamente que esta vez no sería tan fácil como la última, y que habríamos de esforzarnos al máximo para ganarles, aunque estábamos seguros de poder hacerlo de nuevo. Aunque nada pudo habernos preparado para lo que encontramos.

Frente a nosotros ya no estában las personas a las que conocimos, sino los héroes a los que idolatrabamos cuando éramos niños. Aquella pareja invencible que se hizo famosa, que no perdía un solo punto, que estaba perfectamente unida. Y esa pareja hizo válido todo eso ante nosotros, quienes no tuvimos nunca una oportunidad. La duda de antes, la descoordinación, los problemas, todo lo que antes habíamos aprovechado en nuestra victoria, aún los pequeños puntos conseguidos con esfuerzo y un poco de suerte, dejaron en claro que ya eran cosas del pasado. Esa pelea estuvo en un nivel completamente diferente a todo lo que habíamos pasado, y perdimos de forma clara y terrible.

Fue nuestro primer enfrentamiento oficial con ellos, y también, nuestra primera derrota. Conforme pasaron los años, nos enfrentaríamos muchas veces más, casi siempre con el mismo resultado, hasta su retiro. Por su culpa nunca fuimos considerados los mejores, aunque nuestra rivalidad sea ya considerada la mejor de la historia. Si hubiéramos vivido en otra etapa, probablemente hubiéramos dominado, pero estuvimos en la suya, y solo por eso era imposible.
A pesar de ello, nunca tuvimos una verdadera rivalidad entre nosotros ni antes ni después de los combates, y tenemos que aceptar que nos llevamos muy bien. Ambos estamos muy agradecidos por lo que aprendimos de los otros, conscientes de que no hubiéramos conseguido la unión actual de no ser por las historias en común. A veces desearíamos que no ellos no hubieran vuelto, aunque era algo momentáneo, más tomando en cuenta que son nuestros mejores amigos.

La vida fuera del Linkball resultó tener mucho menos problemas de lo que hubiera sido imaginable. El vínculo facilitaba la toma de decisiones de manera absoluta, y, aunque la fama dificultaba un poco la tranquilidad de nuestra vida fuera de los entrenamientos, no había mucho de qué preocuparse. Igual que experimentamos los primeros días que nos encontrábamos a Alma o Antonio, la gente nos reverenciaba como si fuéramos alguna especie de semidioses que debían ser admirados, pero sobre todo, respetados a distancia.

De todos a los que conocimos en los entrenamientos, sólo Félix y Francisco vienen de vez en cuando a visitarnos, aunque no demasiado a menudo. Ellos conforman una de las parejas prometedoras y muy talentosas que han vivido a la sombra de Antonio y Alma, e indirectamente, también a nuestra sombra. Sin embargo, son de los pocos que a pesar de haber padecido eso toda su carrera, no nos guardan ningún remordimiento evidente, aunque es claro que la gran amistad que un día tuvimos ha quedado como poco más que un recuerdo.

Cuando Antonio y Alma se retiraron del Linkball por fin nos convertimos en los mejores. Dominamos completamente todas las pruebas, ninguna pareja podía compararse a nosotros, y nadie nos paraba, pero nuestro sinsabor era demasiado grande, y nosotros también nos retiramos poco después. De nada valía ser los mejores si no era contra ellos.

Fue entonces cuando nos dedicamos a ustedes en cuerpo y alma. Una vez agotado el Linkball, era necesario que nos centráramos en lo verdaderamente importante: Ustedes.

Durante muchos años solamente tuvimos como meta en la vida el Linkball dedicando sólo lo mínimo indispensable a cuidarlos y criarlos. Tal vez para cuando empezamos a hacerlo ya era demasiado tarde, y aunque no esperamos que nos entiendan, esperamos que nos perdonen.

Ahora que ustedes empiezan su carrera en el Linkball, debemos decirles que estamos muy orgullosos, y que les deseamos el mayor de los éxitos. Quien sabe, en una de esas, resulta que ustedes son la mejor pareja en la historia, no nosotros. Esperamos que este diario les enseñe alguna que otra cosa que les sea útil en su naciente carrera.

Les deseamos los mejor en su nuevo viaje, y aquí estaremos para cualquier consejo que necesiten. No olviden que, pase lo que pase, y hayamos hecho lo que hayamos hechos, ustedes siempre serán nuestra mayor victoria.

martes, 1 de octubre de 2013

Vinculo Perfecto (parte 23)

Me da gusto haber leído todo esto. Ha sido una experiencia interesante entrar en tu cabeza por primera vez. Ver cómo fuiste reclutado, qué pensabas de mí, cómo creció todo, y cómo fue que llegamos aquí.

Admitiré que me sorprendí más de lo que me gusta aceptar cuando me entregaste tu diario para leer. De entrada, no creía que llevarías un diario, o bueno, bitácora como le dices tú.

Me dio un poco de ternura ver lo rápido que llamé tu atención. Tú siempre fuiste aquel con quien quería vincularme, y me da gusto que al final del día sea contigo con quien me vincularé. Claro, debo admitir que me decepciona un poco saber que no fue sólo tu impulso el que te llevó conmigo esa noche. Tenía esperanza de que tú hubieras supuesto que te necesitaba, que ya para entonces me conocieras perfectamente. Sin embargo, lo más importante es que fuiste, no qué te inspiró. Aún me da gusto que hayas ido, y por supuesto, no me arrepiento de nada.

No hay mucho más que decirte en estos momentos. En unas horas, no habrá necesidad de decírtelo, porque seremos uno. Sólo debo hacer una cosa, agradeciéndote haberme abierto la puerta a la parte más íntima de tu alma.

Te amo, Jorge, pronto sabrás cuánto.