martes, 24 de mayo de 2022

Leyenda urbana

Hay una leyenda urbana que dice
Que si tienes manchas marcando tu piel
Es que en otra vida allí tu moriste
Que es esa la herida de la última vez

Yo debo decirte, no creo en esas cosas
No siento que existe la reencarnación
Por eso no entiendo por qué aquella historia
A veces me quita la respiración

Me veo en el espejo y me busco elementos
La línea en mi pierna, en la parte de atrás
Mas no se me ocurre ningún instrumento
Que de esa manera se hiciera fatal

Yo sigo explorando, veo que en mi rodilla
Hay una hendidura y una cicatriz
Pero esa es reciente, recuerdo hasta el día
Que iba en bicicleta, de niño, y caí

Recorren mis ojos mi pecho y encuentran
Una línea gruesa que me hace brincar
Pero de inmediato mis recuerdos buscan
Y pronto me llevan a aquel hospital

Respiro tranquilo, son falsas alarmas,
Levanto la cara, me puedo olvidar
De aquellos rumores, son solo palabras
No debo sentir que algo así sea real

Pero de reojo yo observo otra mancha,
Oscura, escondida, casi circular
Y toda mi fuerza abandona mi alma
Pues de esa manera si pudo pasar

Se encuentra en mi cuello, bajo mi cabeza
Y puedo perfecto yo esto imaginar
Tomo una pistola, con todas mis fuerzas
Jalar el gatillo y con todo acabar

domingo, 8 de mayo de 2022

Expectativas

Quisiera hubiera un remedio
Para no pensar en ti
Mas tu ser es un misterio
Que no me deja dormir

No pedí ser tan ansioso
Menos aún mi depresión
Y aunque sé que esto no es poco
Te lo pido por favor

Quisiera que fueras clara
Aunque sea una sola vez
Que me mires a la cara
Y me digas lo que es

¿Qué le dices a la gente
Cuando les hablas de mí?
¿Que nunca dejo tu mente?,
¿O que no quieres seguir?

¿Qué planes tienes conmigo?
¿A dónde quieres llegar?
¿Me ves solo como amigo,
O aquí quieres algo más?

Cuando te ves a futuro
¿En esa imagen estoy?
¿O soy solamente un punto
Que no pasará de hoy?

¿Qué piensas?, ¿Qué es lo que quieres?
¿Qué tanto esperas de mí?
Esas dudas mal me tienen
No voy a sobrevivir

sábado, 7 de mayo de 2022

Si no duele, no sirvo

Creo que soy la persona más indicada para hablar sobre Carlos, dado que, fuera de su familia -y de eso no tengo la certeza- fui la primera persona en hacerle saber que sabía su secreto, razón suficiente por la cual él, con el pasar de los años, me convirtió en su principal confidente y apoyo. Por difícil que eso fuera, cuando se trata de alguien como él.

¿Qué me llevó a descubrirlo? No lo sé, honestamente. ¿Tal vez ponía más atención que los demás? ¿Tal vez mi aburrimiento? ¿Habrá sido simple fortuna? Sea como fuera, el hecho es que, cuando él tenía como ocho años, yo me di cuenta que era especial.


Recuerdo el día perfectamente, teníamos clase de educación física, y ese día al profesor se le ocurrió que, para mantenernos entretenidos, nos pondría a jugar volibol. No hay que olvidar que éramos niños, a nosotros nos daban un balón y nos soltaban en el patio e íbamos a ser felices, pero con este profesor eso no era suficiente. No, teníamos que jugar volibol con todas las reglas, ya saben, formaciones, movimientos permitidos, rotaciones… todo innecesariamente complicado para nosotros, y por lo general, poco divertido. Pero él era el profesor y nosotros los alumnos, así que ahí estábamos, jugando volibol, mientras él nos gritaba que debíamos respetar equis cosa. En eso estábamos cuando uno de los compañeros decidió clavar el balón, el cual se estrelló de lleno en la cara de Carlos, quien de inmediato se puso a llorar. Y por supuesto, medio salón se empezó a burlar de él, algo esperado de parte de unos niños. Sin embargo, el profesor, después de regañar a los que se burlaban y en lugar de mandarlo a la enfermería o algo, lo obligó a seguir jugando, e incluso le exigía más que a los demás. Yo podía ver como él intentaba contener el llanto, como le dolía el golpe, y cuando le tocó sacar, pasó: En lugar de pegarle al balón como cualquiera de nosotros, lo reventó.


¿Alguna vez han intentado reventar un balón de un golpe? Porque creo que queda claro que el objetivo de los balones es recibir golpe sin que les pase nada. Pues en ese momento, lo único que escuchamos fue el estallido, seguido, instantes después, del llanto de Carlos y los gritos de susto de algunos niños más.


A falta de un balón de repuesto, el profesor decidió liberarnos para que hiciéramos lo que se nos antojara, y yo vi como Carlos se aislaba, probablemente para evitar que siguieran las burlas de los compañeros, quienes milagrosamente prefirieron hacer otra cosa, tal vez por miedo a que el profesor los regañara más. Yo, que en ese momento aún no entendía lo inusual de lo que había pasado, pero sin ganas de correr y estar bajo del sol, decidí ir con él, fortuitamente.


Al principio lo notaba incómodo con mi presencia, pero eso no me detuvo, y empecé a preguntarle lo básico, cómo se sentía, que si le dolía… y se me ocurrió decirle que nunca había visto explotar un balón. De inmediato empezó a intentar explicarme que eso era común, que no era la primera vez, pero conforme más hablaba, menos confiado se escuchaba. Aún a esa edad me era fácil detectar cuando intentaba mentirme. Ni siquiera tuve que decirle nada, solo me quedé ahí, escuchándolo, hasta que me empezó a decir la verdad.


“A veces, cuando algo me duele, siento como si algo en mi cuerpo cambiara. Es difícil de explicar, pero… a veces pasan cosas extrañas, como hoy, cuando me siento así. Cosas que no entiendo. Hoy, por ejemplo, sentía que podía romperlo todo, pero siempre es diferente. Y de repente puedo hacer algo que antes no. O que ahora no. Solo mientras me duele… Me da mucho miedo”


Lo abracé sin pensarlo y me quedé con él el resto de la clase. Así es como conocí a mi mejor amigo


Poco a poco fui conociendo más sobre él, sobre sus particularidades, y sobre como el dolor lo afectaba. Y no solo el dolor físico, sino en todas sus presentaciones. Recuerdo, por ejemplo, una vez que le tocó exponer en una clase, y el profesor se burló de él y de lo malo que era su trabajo. Yo podía ver las ganas que tenía de llorar, pero no dijo nada. Más tarde, cuando voltee a ver a su escritorio, vi todas sus cosas, pero él no estaba ahí. Lo que es peor, su pluma se movía. Él ahí estaba, solo no podíamos verlo. El dolor le había activado algo, una vez más


Conforme fuimos creciendo, él fue descubriendo más sobre el funcionamiento de sus habilidades. De entrada, descubrió que el mismo tipo de dolor no siempre daba como resultado el mismo cambio, lo cual volvía muy impredecible cualquier situación. Pero también notó que, conforme más fuerte era el dolor, más pronunciado era el efecto, y con ese descubrimiento, empezó a forjarse en él la idea de volverse un superhéroe. Y quiero que quede escrito que yo siempre me opuse a la idea, y se lo dije siempre que pude. Para mí, la situación era demasiado impredecible como para arriesgarse a algo así, pero él tenía esa idea, y pues todos sabemos qué terminó pasando, entonces sobra decir que no me escuchó.


Empezó a baja escala, con dolor autoinfligido que podía controlar, como dislocarse un hombro o lastimarse algún dedo, tratando de detener asaltos, robos, poca cosa, sin darse a conocer ni a notar. Pero en la actualidad, esconderse es demasiado difícil, y pronto comenzaron los rumores, las especulaciones, los videos de sus acciones… se empezó a volver una figura de culto, alguien sobre quien todos querían tener una opinión. Y dada su variedad de habilidades, los rumores empezaron.


Y un día, todo explotó. El alcalde decidió hacer una ceremonia para conmemorarlo, pidiendo que se presentara en un evento público, y asegurando que no lo desenmascararía si lo hacía. Y aunque yo le dije que era una mala idea, que era ponerse en peligro, que no podía confiar en un político, él no hizo caso. Y aunque el alcalde cumplió, de un momento para otro, Carlos ya era un héroe reconocido por la ciudad, con todo lo que eso implicaba.


A partir de ese momento, cada vez que algo pasaba en la ciudad, la gente ya no le reclamaba a la policía, a los gobernantes… no, le reclamaban directamente a él. “¿Por qué no me ayudaste a mí, y a aquél si?”, “¿Dónde estabas cuando eso estaba sucediendo?”. Esa tensión, aunque obviamente lo afectaba emocionalmente, también ayudaba a mantener sus poderes en un nivel mayor a lo que estaba acostumbrado, lo cual a su vez hizo que tuviera que infligirse menos daño para conseguir los resultados que antes buscaba. 


En retrospectiva, incluirlo en la estrategia de seguridad pública parecía un movimiento político brillante, que quitaba al gobierno la responsabilidad de cuidar a sus ciudadanos, al tiempo que se vanagloriaba de los éxitos de Carlos. Sin embargo, no todos veían ese cambio en la escala de poderes con buenos ojos, y eso desencadenó la crisis.


Aunque todos saben de ese día, creo que es importante dar todo el contexto. El alcalde quería reelegirse, y ante los problemas que estaba teniendo para reunir gente, y motivado en gran medida por el temor a la oposición, decidió incorporar a sus eventos invitados especiales. Y para mi disgusto, uno de dichos invitados sería Carlos. Y bueno, sé que está mal hablar pestes de los muertos, pero yo siempre tuve poca confianza de ese hombre, y casi le rogué a Carlos que se abstuviera. Una vez más, no me hizo caso, cegado completamente por esta noción del “héroe ideal” que quería ser.


Así que, llegado el día, ahí estaba, el alcalde en el estrado, una gran cantidad de público “escuchando” su discurso, a la espera del momento en que podrían ver a Carlos, tal vez pedirle un autógrafo, tal vez reclamarle algo. Tal vez han visto en los videos la manera en que el público únicamente le ponía atención a él. O tal vez no. Normalmente la atención suele centrarse en el Comandante Díaz, sentado en la misma mesa que ellos, planeando ejecutar su objetivo.


Por eso, cuando el alcalde empezó a introducir a Carlos, se puede ver el momento en que da la orden del golpe de estado, seguido de la ráfaga de balas que lo asesinó, mientras otros militares amordazaban a Carlos. Procedió a dar su discurso sobre como la seguridad de la ciudad había sido secuestrada por políticos y principiantes, y que de seguir así perdería cualquier indicio de normalidad y seguridad, y que solo él y las demás fuerzas del orden podían evitar esa catástrofe. Y como primer paso para remediarlo, planeaba dar un ejemplo a cualquier tonto que siquiera intentara ponerse en su camino.


Solo tengo que cerrar los ojos para volver a ver esa escena. La he visto miles de veces, en reportajes, en noticieros, en documentales, y nunca deja de doler. Veo como el Comandante Díaz saca sus dos cuchillos y los clava violentamente en el pecho de Carlos. Veo los cortes horizontales que hace para dañarlo, y puedo ver, sobre todo, el esfuerzo que él estaba haciendo para controlarse. Pero tanto dolor de golpe pudo más que él, y entonces dio el grito. Para miles de personas, ese ruido fue lo último que escucharon.


El sonido fue tan fuerte que destruyó todo lo que se encontraba frente a él, al menos a cuatro cuadras de distancia. Edificios, personas, y obviamente también el equipo de video que se encontraba monitoreando el evento, razón por la cual las grabaciones se cortan ahí. Por desgracia para todos los que estaban sintonizando en vivo, la potencia del audio en esos escasos segundos siguió siendo lo suficientemente fuerte como para causar sordera en ellos, aunque no suficiente para destruirlos, como sí hizo con los aparatos electrónicos desde los cuales se transmitía la imagen. Yo agradezco que, a pesar de mi preocupación, no estaba viendo la transmisión en vivo, la vería horas después en una reproducción sin sonido. No puedo imaginar cómo se hubiera sentido de enterarse que me había dañado.


En ese momento, la gente no sabía cómo funcionaban sus habilidades. Aún hoy sigue habiendo mucha especulación acerca de cómo se activaban, y cuales eran sus límites. Pero tomando en cuenta eso, no me extraña la campaña en su contra que se creó, silenciosa pero irremediablemente. Entre los exorbitantes costos en reparaciones después de la destrucción que hizo, las personas a las que simplemente… exterminó ese día, y los gastos en salud pública que fueron necesarios para atender a todas las personas que padecieron sordera por su culpa, los argumentos en su contra eran enormes. Y si a eso le añadías el temor que, con justa razón, muchos tenían, particularmente en lo que respecta a los límites de sus habilidades, es fácil imaginar la cantidad de temor y estrés que él cargó a partir de ese día. Más de una vez intenté ayudarlo y más de una vez me alejó, diciendo que no podía exponerme, que temía perder el control y hacerme daño. Yo sabía que no lo hubiera hecho, pero entiendo por qué tenía miedo. Y por eso lo seguí intentando, inútilmente.


No es de extrañar que fuera en este punto cuando se volvió un héroe a nivel global, a iguales escalas temido como respetado. Con todo el dolor que cargaba consigo, sus habilidades se hicieron más poderosas de lo que nunca antes, cosa que él aprovechó para dedicarse a labores mucho más grandes. Cada vez más grandes. Y eso no solo aumentó su fama, sino que le dio un pretexto perfecto para aislarse de todos los demás. 


Por eso no tengo mucha información especial respecto a esos últimos años. Sé lo mismo de ellos que todos ustedes. Por eso me sorprendió que, casi de manera inmediata después de que la NASA pidió públicamente su ayuda para arreglar la órbita de la estación espacial, él se apareciera en mi casa, listo para despedirse. Ambos sabíamos que esa era la última vez que nos veríamos.


No creo haber llorado tanto en mi vida como en ese momento, mientras lo abrazaba, ni siquiera después de su misión. Por más que él me aseguraba que no le pasaría nada, que él sobreviviría, yo sabía que no sería así. Pero igual que siempre lo hizo antes, me ignoró e hizo lo que su corazón le decía, aunque eso implicara despedirse de mí. Inmediatamente después de hacerlo, partió hacia la NASA, a recibir los detalles.


Ese día sí estaba viendo la transmisión en vivo. Vi como se lanzó al espacio. Vi las imágenes que transmitía la estación espacial. Y vi como empezaba a deteriorarse, como el vacío del espacio empezaba a destruir su cuerpo. Vi el momento en que le salieron sus alas, y como, con su último aliento, logró usarlas para empujar la estación en la dirección deseada. Vi como su cuerpo, inerte, flotó en el espacio hasta perderse de vista.


Yo no creo que Carlos haya sido un ángel, enviado por Dios para enseñarnos una lección de bondad. Tampoco creo que haya sido un monstruo, con la misión de destruirnos a todos, que regresaría para castigarnos cuando menos lo esperábamos. Yo sé que él era solo un hombre. Un hombre bueno, que tuvo que cargar toda su vida con un dolor que no le correspondía.

domingo, 24 de abril de 2022

Patrón

 Lo que comenzó como un simple proyecto escolar pronto de volvería una verdadera obsesión para mí

Todo parecía muy simple: Bajabas una base de datos de pinturas, lo más robusta posible, y luego hacías un programa que comparara una fotografía aleatoria con dicha base de datos, para que te entregara "tu doble histórico". Sonaba fácil, divertido y en general un trabajo que me llevaría unas horas en programar, y aún menos tiempo en olvidar.

Y así fue para el resto de mis compañeros, quienes después de presentarlo lo desecharon, muchos incluso lo eliminaron. ¿Por qué yo no podía hacer lo mismo?

Sin entender por qué, decidí seguir trabajando en él, sin decirle a nadie. Cada noche, después de las clases, dedicaba horas a buscar nuevas pinturas, obras de arte, esculturas, y alimentar la base de datos. A veces, la necesidad de mejorar el algoritmo de comparación no me dejaba dormir, y pasaba toda la noche intentando hacerlo aunque sea un poco más eficiente. Un poco más fino. Un poco mejor.

Casi nunca lo corría. Por lo general solo lo hacía para asegurarme que aún funcionara, dándole fotos de artistas o algún famoso cuyo rostro fuera fácil de comparar. Ya saben, Keanu Reeves y esa pintura de los 1800s que es igual a él. Hasta que un día, decidí poner una foto que nunca había probado. Y la verdadera obsesión comenzó

Le di al programa la foto de una de mis compañeras de clase, y en lugar de devolverme un solo resultado, me arrojó docenas de ellos. Fotografías de una actriz del cine en blanco y negro, pinturas al óleo en castillos europeos, esculturas en mármol de las épocas griegas, pictogramas egipcios... Todos con un rango de coincidencia cercano al 100. Algo estaba haciendo muy mal. O muy bien.

Intenté con otras fotografías actuales, sin éxito. Nadie tenía ese nivel de coincidencias. Era una anomalía que me sacaba de quicio. Traté de consultarlo con expertos en el tema, presentándoles mi proyecto y preguntando si encontraban algún error, sin decirles la razón de mi duda, pero a pesar de implementar cientos de cambios sugeridos por ellos, el resultado no solo no cambiaba, sino que empeoraba. Y no se diga si incluía aún más imágenes.

El proyecto me consumió a tal grado que se volvió primero mi tesis de licenciatura, y luego el principal tema de mi maestría y doctorado. Estudié con los mejores profesores y consulté a los mayores expertos, no solo en la parte ingenieril, sino en historia, antropología, biología, genética... Todos enriquecieron el sistema, a su manera. Ninguno consiguió arreglar el problema, solo hacerlo más grande.

Fue entonces cuando, en un movimiento desesperado, decidí inscribir el proyecto a un congreso, donde por primera vez mostraría ese resultado a todo el mundo, con la esperanza de que, al ver los resultados, alguien pudiera ayudarme a entender lo que estaba sucediendo. Y en un movimiento impulsivo, decidí invitarla a ella a verlo.

No habían pasado ni cinco minutos cuando ya me había mandado mensaje, no solo confirmando su asistencia, sino ofreciendome su ayuda en caso de que la necesitara.

A pesar de estar consciente que era una terrible idea decirle "llevo la mitad de mi vida obsesionado con un trabajo escolar después de haberlo alimentado con tu foto", y la plena consiencia de que no solo creería que estaba loco, sino que probablemente levantaría una denuncia en mi contra por acoso, o mínimo invasión de su privacidad, decidí quedar con ella para una presentación privada. Para mi sorpresa, aceptó gustosa. La semana de espera fue angustiante.

Cuando llegó a mi casa el día acordado, mi nerviosismo estaba a niveles insospechados. Llevaba años viendo ese rostro en todos lados, y cada gesto, cada movimiento se me hacía tan familiar que era como si la hubiera conocido desde antes de nacer. 

No sin antes disculparme, le presenté el proyecto, a detalle. Toda la línea de tiempo, rastreando la existencia de una mujer idéntica a ella desde que la humanidad empezó a ser capaz de dejar su huella en el mundo. Ella observaba, sin decir nada, intrigada. Cuando terminé, lo único que me dijo fue "¿A dónde quieres llegar con esto?"

Fue hasta entonces que, por primera vez, me atreví a decir lo que llevaba años pensando: "Creo que eres una inmortal, que has vivido miles de años, y que soy el primero en darme cuenta de ello". Ella me miró a los ojos, con mucha seriedad. "¿En serio crees que, de ser así, sería la única?"

Un sudor frío recorrió mi cuerpo. No podía asegurarlo, pero ninguna otra persona había tenido un comportamiento semejante a ese. Tenía que ser la única, pero... "¿Me estás diciendo que hay más como tú?". En lugar de contestar, sacó su celular, me tomó una foto, y la metió en el programa.

Al instante aparecieron cientas de imágenes que parecían coincidir con el comportamiento de las suyas, pero al verlas de cerca, eran muy distintas. Mientras que en sus imágenes ella siempre se veía igual, misma edad, mismas facciones, únicamente distinta vestimenta, en mis imágenes todo cambiaba. A veces era un noble viejo, rodeado de su familia en una pintura. A veces, un joven vagabundo, robando comida en las calles de Nueva York en una fotografía. Pero lo que más me sorprendió es que en muchas de las imágenes aparecía ella.

"Acertaste en que soy inmortal. Me sorprende mucho lo profundo y detallado de tu análisis, casi no fallaste en nada, incluso podría decir que recuerdas más de mis nombres que yo. Pero te faltó un detalle importante: nunca he sido solo yo. Siempre hemos estado juntos.

No me preguntes por qué, hay algo que nos une. En casi todas tus vidas, me has encontrado. Algo te atrae a mí. A veces le llamas destino, a veces crees que es mera suerte. Yo prefiero no pensar en eso. Sólo sé que, de repente, ahí estás de nuevo. Pero a diferencia mía, tú no me reconoces. Porque tú no eres inmortal, solo eres eterno.

Recuerdo la primera vez que te reencontré. Años atrás te había visto morir, te había llorado, te había superado, y de repente ahí estabas de nuevo, tan joven como te conocí. Pero cuando me acerqué a ti, noté de inmediato y con mucho dolor que, a pesar de todo lo que vivimos juntos, tú no me reconocías. Y te odié. Y me alejé. E intenté olvidarte.

A ratos lo conseguía. Me iba a otro país y usaba el conocimiento de mis muchos años para forjarme una nueva vida, fuera de los puestos de gran poder, pero lo suficientemente cerca como para tener ciertos lujos. Y entonces, algo pasaba y ahí estabas. Un perfecto desconocido, imposible de confundir.

Pronto me di cuenta de una cosa: No debía buscarte. Si lo hacía, si trataba de obligarte a pensar en mí, a recordarme, inevitablemente te perdía. Sin embargo, si me portaba indiferente, tú solito me ibas a terminar encontrando. A notar que, por algún motivo, ya me conocías. Y en esos casos, era posible estar juntos, mientras te durara la vida.

Es imposible saber a cuantas personas he visto morir. Uno creería que se vuelve fácil con el tiempo. Pero despedirme de ti siempre ha sido un reto. Saber que, hasta que tú no regreses, nadie me va a comprender, nunca será sencillo. Pero me volví experta en esperar. En esperarte. Y ahora estás aquí de nuevo. Así que te pregunto ¿Qué harás ahora? ¿Le mostrarás al mundo tus hallazgos, y te enfrentarás a las consecuencias de exponerme?"

No podía creer que eso fuera real. No podía, y sin embargo... Una palabra salió de mi boca, un nombre que no había sido pronunciado en siglos. Y comenzó a llorar. Su primer nombre. Un nombre que yo conocía, en lo profundo de mi ser. Sin pensarlo más, borré el programa.

Ahora estoy viejo, enfermo y cerca de morir, y ella sigue tan hermosa, tan joven, como siempre ha sido. Espero encontrarme con ella, otra vez, pronto. Espero me siga esperando para entonces

jueves, 21 de abril de 2022

Fracasado

 Eres experta en hacerme sentir
Que yo no soy suficiente
Que te hago daño, que suelo mentir
Que hay algo mal en mi mente

Y aunque doy todo lo que puedo dar
E incluso más, muchas veces
Siempre es poco, pues siempre quieres más
Y así son todos los meses

Me haces sentir que un fracaso yo soy
Que todo esfuerzo es en vano
Si tus caprichos yo todos te doy
¿Cómo es que yo soy el malo?

Sabes que hay cosas que jamás pienso hacer
Más tú exiges que las haga
Pero si acaso yo algo pido una vez
Nunca se acaba ese drama

Un día estamos hablando sobre planes de boda,
Donde estará nuestra casa...
Al otro tú me dices, con firmeza en la boca
Que ya no planee nada

Un segundo tú me miras y me dices te amo
Mientras besas mis labios
Al siguiente te alejas, solo me haces a un lado
Mientras le escribes a varios

Me haces sentir que no hago nada bien
Aunque yo tanto me esfuerzo
Sospecho entonces que yo no tendré el "cien"
Mientras yo no esté muerto

jueves, 14 de abril de 2022

Artista enamorado

Me dijiste que amabas el arte
Que querías ser artista
Y yo quise a ese mundo acercarte,
Darte una buena vista

Intenté yo pintarte un retrato
Con tinturas de oro
Lo miraste con ojos de asco
“Parece el Ecce Homo”

Escribí para ti una novela
Con la trama más pura
Ni siquiera miraste las letras
Y se fue a la basura

Quise ser sinfonía, con sus cuerdas,
Percusiones y coro
Y es muy triste pensar que tú oyeras
Solo un ruido en el fondo

 Esculpí con mil y un materiales
Con madera, con mármol
Tú no viste en ellas gran detalle
Las vendiste por gramo

 Me dijiste que amabas el arte
Y fui yo gran artista
Noto ahora que solo lo hablaste
Para sonar más lista

viernes, 8 de abril de 2022

Sequía

 Cuando hablamos de climas favoritos
Me dijiste que te gusta el calor
Que tu odias los días de frente frío
Y la lluvia te deja un mal sabor

Yo intenté argumentar que prefería
No sentir en mi piel el fuerte ardor
Tú dijiste que adoras la sequía
Y que el agua te produce dolor

Me dijiste que, de hecho, te gustaba
Que a mi lado no te ibas a mojar
Que sabías que de todo te cuidaba
Y por eso tú te querías quedar

Fue por eso que yo hice lo posible
Por buscar un ambiente para ti
Aún si a mi me pareciera terrible
Tan inmenso calor siempre sentir

Se quemaron mis brazos y mis piernas
Vi mi piel transformarse de color
Vi a mis manos pasar de ser mis tiernas
A raspar todo con un gran horror

Yo te quise pedir pequeña tregua
Unas gotas para poder sanar
Respondiste con dagas en la lengua
Y a mis ojos los hiciste sangrar

Incapaz fui de contener el llanto
Ya era mucho lo que yo padecí
Más al verme sufrir, tú de inmediato
Decidiste que era hora de partir

Que la lluvia en mi cara te hacía daño
Que era un monstruo por hacerte sufrir
Que este tiempo habías vivido un engaño
Como todos, yo también te mentí

Me dejaste en el suelo, desahuciado
Por completo el desierto me secó
No hay manera en que seré rescatado
Pues la vida ya aquí me abandonó

Ya no hay lluvia brotando de mis ojos
Me ha secado por dentro este dolor
Y ahora dudo si, viendo que estoy roto
¿Ya soy digno de un poco de tu amor?