Han sido los meses más terribles de mi vida. He estado
conferido a vivir en mi cuarto del hospital, sin poder hacer nada que no fuera
soportar las terribles y dolorosas terapias regenerativas que intentan, día
tras día, regresar a mi pierna a su fuerza anterior, en un proceso
preocupantemente lento.
Me he visto reducido a una masa, conectado casi
perpetuamente al sensovisor, viviendo todas las noticias del Linkball. Trataba
de mantener mi mente en forma, dado a la imposibilidad de ejercitarme, pero no
era tan sencillo. Después de todo, no es lo mismo estar resolviendo el acertijo
que ver como alguien más lo hace. Necesitas estar ahí para entenderlo.
Al principio, cuando desperté, me encontré convertido en
casi una celebridad. Prácticamente todos los que habían visto el enfrentamiento
me habían mandado felicitar de una forma u otra. Encontré que el hospital, así
como al recuperación, estaban completamente pagadas, gracias a una generosa
donación. ¿De quién? Antonio y Alma. Ambos enviaron una tarjeta firmada a la antigua,
con pluma de tinta en lugar de láser, deseándome “la mejor de las
recuperaciones”. Me pregunto cuanto les habrán pagado para que lo hicieran,
porque estoy seguro que después de ese domingo, desean no volver a verme.
Tuvo que pasar más de un mes de que me internaran para
que viera a Abi de nuevo. Fue a visitarme, en el horario de entrenamiento, de
manera que yo estaba conectado al sensovisor cuando entró. No pude evitar
sonreír al verla, y sólo entonces me di cuenta lo mucho que la extrañaba. Ella,
por su parte, no se veía tan alegre, y podía leer en su rostro el remordimiento
por haber faltado a la práctica.
Se me acercó lentamente, como si interrumpiera algo,
completamente ajena a la alegría que me había brindado su presencia. Traía algo
entre sus manos, y aunque no podía distinguir qué era, se veía que era
importante para ella. Ninguno de los dos hablaba, cosa rara. No sabía que
decirle.
Era la primera vez que la veía sin ropa deportiva, y si
bien siempre me había parecido deslumbrantemente bella, fue entonces que mi
admiración llegó a un nuevo nivel. No
podía decir nada, menos al confrontar la posibilidad de que se había vestido
así para mí. No puedo describir la emoción.
Supongo que ella también estaba algo sorprendida por mi
aspecto. No estaba en la misma forma física que cuando me entrenaba, y tampoco
es como que me hubiera arreglado. No sé cuánto tiempo pasó antes de que alguno
de los dos dijera algo.
Al principio, todo empezó como una conversación normal.
Se notaba que estaba nerviosa, y yo no podía articular más de diez palabras
seguidas sin trabarme. Sin embargo, pronto empezamos a tomar confianza, y la
conversación fluyó mejor.
Me dijo que había causado mucha sensación mi
enfrentamiento. Supe, y era lógico, que nada de lo que había pasado se haría
público. Destruiría la carrera de la mejor pareja de Linkball, y aunque me
proyectaría a mí, no estaba vinculado aún, entonces de nada serviría. Aunque
también me dijo que los instructores trabajaban duro para encontrar a alguien
con quien vincularme. Eso me trajo un poco de paz, aunque no tanto a ella, al
parecer. Su proceso de vinculación con Félix había fallado por “causas de
incompatibilidad personal”, lo cual solo podía significar que se habían
peleado. No quise preguntar más.
Súbitamente, los papeles se habían volteado, y Abi era la
que necesitaba destacar. Sabía que era mi culpa. Seguramente ella también.
Supuse que eso era lo que la tenía tan rara.
También me dijo que Alma no había ido a entrenar. La
versión oficial era que yo la había lesionado, pero eso era imposible, y todos
lo sabían. Antonio estaba entrenando solo, probablemente para evitar que la
inactividad lo debilitara como me estaba haciendo a mí, y habían entrenado
juntos más de una vez, en el “equipo de práctica avanzado”. No sé por qué, pero
sentía que él había influido en la decisión de frustrar el vínculo de Félix y
Abi, y la sola idea me hacía enojar.
No tocamos ningún otro tema de importancia, pero eso no
significa que ahí se haya acabado la visita. Estuvimos hablando, ella sentada
en mi cama, y yo con un brazo rodeando su cintura sobre todo lo que nos llegaba
a la mente, durante varias horas.
No fue sino hasta que se iba, cuando era ya casi de
noche, que me reveló el verdadero motivo para visitarme: Era mi cumpleaños. Me
entregó una pequeña caja, bajo la promesa de que no lo abriría sino hasta que
ella se fuera, y tras un pequeño beso en la mejilla, se despidió de mí. Tardé
mucho tiempo en despertar del estupor en el que me había hundido eso.
Cuando abrí el regalo,
me encontré con únicamente una pulsera, hecha a mano probablemente por
ella, acompañada de una nota que decía: “Te extraño. Espero que te recuperes
pronto, y que este detalle ayude a que no me olvides”. Como si pudiera pensar
en otra cosa...
Fue el único regalo que recibí, pero sin duda, fue el
mejor cumpleaños de mi vida
Abi me ha visitado más días, pero no muchos, ni mucho
menos tan memorables. Claro, todos los días con ella son especiales, y su pulsera
se ha convertido en algo inseparable de mí
Según esto, mañana es mi última sesión con el
regenerador. Después de eso, tendré aproximadamente un mes de rehabilitación
física, para volver a entrar en condición. Y después de eso, será hora de
volver al Linkball, y de volver con Abi.
http://enriquegatica.blogspot.mx/2013/09/vinculo-perfecto-parte-14.html
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