Podía ver a Francisco temblar ante la sola idea de
enfrentarse a ellos, probablemente cuestionando mi juicio al retarlos. Sin
embargo, no dijo nada. No había mucho que decir en estos momentos.
Las pruebas empezaron, y Antonio, Alma y yo salimos a
todo lo que dábamos. El primer reto era un acertijo, y los dos necesitábamos
completarlo para ganar. Aunque yo fui el primero de los cuatro en resolverlo,
Francisco no había avanzado nada, y antes de que pudiera ayudarle con el suyo,
ellos ya habían terminado. 1-0.
Me quedó claro con eso que no podía confiar en las
habilidades de Francisco. Tenía demasiado miedo por lo que estaba pasando. Era,
prácticamente, yo contra ellos dos. No podía fallar. Tenía que ser perfecto.
Sabía que podía. Tenía que poder.
La segunda ronda fue una prueba de fuerza. Teníamos que
mover un objeto que, en teoría, solo podía moverse si ambos miembros del equipo jalaban en
direcciones diferentes con fuerzas iguales. Digo en teoría, porque a pesar del
nulo aporte de Francisco, logré moverlo. No lo suficiente, pero lo logré. Sé
bien que eso impresionó a mucha gente, pero eso no me dejaba satisfecho. 2-0
Francisco se notaba agotado, a pesar de que esto apenas
había empezado. Muy a mi pesar, me di cuenta que yo también comenzaba a
cansarme. Había puesto demasiada fuerza
en la prueba pasada, y mi muñeca punzaba en exceso. Tal vez había sido
demasiado arriesgado hacer esto antes de sanar bien. O tal vez…
La tercera prueba era una carrera con obstáculos, y como
todo en el Linkball, ambos jugadores del equipo debían de terminar para que se
declarara ganador a ese equipo. Sabiendo perfectamente que Francisco sería poco
más que un estorbo, decidí hacer algo demasiado arriesgado, algo que en ningún
momento estaba prohibido en el reglamento, pero que nadie acostumbraba hacer,
algo, tal vez lo único que podría dar resultado: Cargarlo. Tardé unos valiosos
segundos en acostumbrarme a manejar los obstáculos con el peso extra, y mi
equilibrio no era el mejor del mundo, pero di todo lo que tenía, y pronto ya
estaba adelante que Antonio.
Sin embargo, mi cuerpo no podía seguir ese ritmo por
mucho tiempo. Pronto, empecé a bajar el ritmo, y los obstáculos tomaban más
tiempo del debido. Francisco insistía en que lo dejara correr, que no me
decepcionaría, pero me costaba creerlo. Cuando ya faltaba poco, decidí tomar
ese riesgo, y solté a Francisco. Él estaba claramente en mejor condición que
yo, y llegó a la meta sin muchos problemas. Yo, de manera casi milagrosa,
llegué antes que Antonio. 2-1
Podía escuchar la algarabía general. Sabía que estaban
celebrando mi victoria, y yo debería de estarlo haciendo también, pero no
podía. Lo único que podía hacer era intentar no desfallecer. Mientras Alma
reclamaba que habíamos hecho trampa, mientras escuchaba a Abi y a Félix
gritarme palabras de ánimo, lo único que yo podía pensar era: “Respira”.
Por suerte, para el momento en que Alma terminó de
reclamar, yo ya estaba más o menos bien y podíamos continuar. Ya había
conseguido superar el cero, la gente ya hablaría de mí, sobre todo por cómo lo había
conseguido. Pero no era suficiente. Todavía había cuatro pruebas, todavía me
quedaban cuatro puntos por ganar.
http://enriquegatica.blogspot.mx/2013/09/vinculo-perfecto-parte-11.html
http://enriquegatica.blogspot.mx/2013/09/vinculo-perfecto-parte-11.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario