He llegado a la dura, pero clara decisión de que me retiro. Me retiro de aquí, del mundo y de la interacción humana. De los sentimientos, de los pensamientos, de la vida. De todo, y más que eso. Harto completamente.
No estoy muy seguro de regresar, por lo que, antes de que sea demasiado tarde, quiero agradecerles por acompañarme a lo largo de todo este viaje que ha durado tanto. No tienen una idea cómo les agradezco el haber estado aquí, leyendo mis desvaríos, soportando mis depresiones y alimentando mis sueños. Los voy a extrañar.
Pero debo decirles que esto no es un adiós. Esto es un hasta siempre.
Atte. Enrique Gatica
martes, 18 de diciembre de 2012
domingo, 16 de diciembre de 2012
Presión
Mi padre siempre me ha exigido mucho. No lo culpo, la verdad, porque eso me ha ayudado a forjar mi caracter y a mejorar. Sin embargo, a veces, muy a menudo, siento que en su afán de "sacar todo mi potencial", lo único que hace es poner sobre mis hombros una carga verdaderamente inecesaria, y absolutamente dolorosa. Mi papá me ha considerado siempre un superdotado, y me exige como a tal. Evidentemente, no soy un superdotado, soy sólo una persona normal que ha sido capaz de utilizar bien sus capacidades para sobresalir lo suficiente. Si no lo ve es porque, bueno, ¿A que padre no le gustaría tener un hijo superdotado? Triste que a mi papá no le tocó tenerlo.
Hoy, en finales, en un día de mucha presión para mí, él decidió que era un buen día para masacrar mi espíritu con sus altas expectativas, y esta es mi respuesta. Evidentemente no se lo puedo dar a él, porque perdería toda mi dentadura, y no quiero quedarme sin comer en Navidad. Ojala lo disfruten. Buenos días
Presión
Un carbón a presión
Se vuelve un diamante
Un humano a presión
Se vuelve un demente
Dejar toda la carga
Sobre de una persona
Es una falla magna
Si es un ser que razona
Porque siempre es difícil
Cargar con uno mismo,
Y si aquello no basta,
Más es un homicidio
Si tú insistes en ello
Puede que lo acostumbre
Pero aquello es perdiendo
Lo que lo vuelve hombre
La presión siempre mata
A los grandes pensantes
Cuando ella los ataca
Al fondo de sus mentes
Un carbón a presión
Se vuelve un diamante
Un humano a presión...
Condena de muerte
Hoy, en finales, en un día de mucha presión para mí, él decidió que era un buen día para masacrar mi espíritu con sus altas expectativas, y esta es mi respuesta. Evidentemente no se lo puedo dar a él, porque perdería toda mi dentadura, y no quiero quedarme sin comer en Navidad. Ojala lo disfruten. Buenos días
Presión
Un carbón a presión
Se vuelve un diamante
Un humano a presión
Se vuelve un demente
Dejar toda la carga
Sobre de una persona
Es una falla magna
Si es un ser que razona
Porque siempre es difícil
Cargar con uno mismo,
Y si aquello no basta,
Más es un homicidio
Si tú insistes en ello
Puede que lo acostumbre
Pero aquello es perdiendo
Lo que lo vuelve hombre
lunes, 29 de octubre de 2012
Así como llegó, se fue
Si han seguido mi vida por aqui, podrán darse cuenta de una cosa rapidamente: Mis últimos meses-años han sido pésimos. He estado en una constante depresión, cada una peor que la anterior. Y no, no es bonito. De vez en cuando llegan rayos de luz. De esperanza. De alegría. Personas que me hacen creer que todo será mejor. Y entonces, algo pasa, y de repente, toda su luz se extingue. Y vuelvo a caer en depresión, solo que ahora es más grave. En este ciclo he estado inmerso durante los últimos dos años. Esto viene a colación, porque durante los últimos dos meses he vivido en uno de esos periodos. Uno de los que más alegría, esperanza y luz me han traido, y también, uno de los que más rápido se ha terminado. Por eso escribí este poema, titulo "Así como llegó, se fue"
Así como llegó, se fue
Era todo un huraño, estaba solo
Siempre inmerso en mi eterna depresión
Alejado de mi junto con todos
Hundido en la tristeza y la inacción
Yo estaba resignado, deprimido
Y dispuesto a poner punto final
Más llegaste, y trajiste tanto brillo
Que yo triste no puedo continuar
Fui feliz, fui real, estuve vivo
A tu lado como nunca jamás
Y sentí por ti un enorme cariño
E intenté ser perfecto y sin igual
Tanto quise alegrarte en ese tiempo
Tantas veces yo quise ser mejor
Que volví mi camino eso que siento
Y olvidé que lo hacía yo por los dos
Y fue así, tan fugaz como el principio
Que te fuiste, para nunca volver
Regresando a mi alma al precipicio
Al que siempre debió pertenecer
Sin embargo me siento tan perdido
Que no puedo ya nada realizar
Fuiste tú mi esperanza y mi camino...
Ya no puedo aguantar mi soledad
Así como llegó, se fue
Era todo un huraño, estaba solo
Siempre inmerso en mi eterna depresión
Alejado de mi junto con todos
Hundido en la tristeza y la inacción
Yo estaba resignado, deprimido
Y dispuesto a poner punto final
Más llegaste, y trajiste tanto brillo
Que yo triste no puedo continuar
Fui feliz, fui real, estuve vivo
A tu lado como nunca jamás
Y sentí por ti un enorme cariño
E intenté ser perfecto y sin igual
Tanto quise alegrarte en ese tiempo
Tantas veces yo quise ser mejor
Que volví mi camino eso que siento
Y olvidé que lo hacía yo por los dos
Y fue así, tan fugaz como el principio
Que te fuiste, para nunca volver
Regresando a mi alma al precipicio
Al que siempre debió pertenecer
Sin embargo me siento tan perdido
Que no puedo ya nada realizar
Fuiste tú mi esperanza y mi camino...
Ya no puedo aguantar mi soledad
domingo, 14 de octubre de 2012
El monstruo
Conocí
a Esteban hace más de diez años. En ese entonces, no éramos más que niños, en
esa edad en la aún estábamos felices cuando íbamos a la escuela. No estoy muy
segura de cómo nos empezamos a llevar, pero algo puedo decirle: Ya era raro.
Fui
una de sus pocas amigas desde entonces. Conforme fuimos creciendo, él empezó a
decirme cosas que “padecía”: Esquizofrenia, Trastorno de Personalidades
Múltiples, Epilepsia, Depresión Crónica… la lista es eterna. Debo aceptar que
lo único que le creí fue Hipocondriasis.
Siempre sentí que todo eso era una excusa, o tal vez un intento de
justificación para su excentricidad.
Había
días en que llegaba vestido, e incluso hablando de manera inusual, argumentando
que no era él, sino “Otro Él”. Sus actuaciones eran convincentes y persistentes,
como si cada uno de sus personajes estuviera ya perfectamente planeado. Sin
embargo, y especialmente conmigo, si alguna vez algo se salía de control y nos
peleábamos, o yo me sentía mal, o cualquier cosa fuera del guion, “mágicamente”
volvía a ser él, diciéndome frases como “No dejaré que nadie, ni yo, te haga
daño”, o “Jamás te dejaré sola”. Podía decirse que era una rutina entre
nosotros.
Hace
dos años escuché por primera vez de su boca la idea de que, dentro de él, había
un monstruo. A veces, podía distinguir
espasmos de dolor intenso, con sudor frío, como si algo le estuviera haciendo
verdadero daño, y cuando le preguntaba qué era, solo me respondía “Él”. Sin
embargo, y consciente de sus dotes actorales, jamás le presté mucha atención
cuando hacía eso, consciente de que, probablemente, sólo buscara que le diera
un abrazo, pero no lo quisiera pedir.
Poco
a poco dejó de hablar de eso, al menos conmigo. Sin embargo, se le notaba
perpetuamente cansado, y se alteraba fácilmente a la menor preocupación.
Preocupada, decidí invitarlo a salir, buscando que se distrajese, me contara de
aquello que tanto me perturbaba, y se tranquilizara.
Nunca
lo había visto tan feliz. No mencionó en ningún momento a sus “otros yo”, ni a
sus “enfermedades”, ni a su “monstruo”. Esa tarde solo fuimos él y yo.
Nuestra
velada terminó tarde, y él insistió en acompañarme a mi casa. Decidimos irnos
caminando, como queriendo postergar el momento, y entonces pasó.
En
un momento, la calle estaba vacía, y al siguiente, tres asaltantes, armados con
navajas, nos rodeaban. Levantamos las manos, e hicimos todo lo que ellos
querían, pero ellos se veían nerviosos, como si fuera su primer asalto.
Entonces, Esteban hizo un movimiento brusco, sin querer, porque se le estaba
cayendo la cartera de las manos, y uno de los asaltantes lo cortó.
Esteban
entró en shock al ver la sangre salir de su brazo, y acto seguido, se abalanzó
sobre el maleante, quitándole el cuchillo, y, con un movimiento veloz, la vida.
Segundos después, cuchillo en mano, despachó a los otros dos, que ni siquiera
tuvieron tiempo de defenderse.
Yo
estaba paralizada. No podía creer la escena que acababa de ver. Ni siquiera el
mejor asesino de la mejor película de acción pudo haber realizado esos
movimientos con esa precisión y rapidez. No podía creer que el Esteban que yo
conocía pudiera haber hecho eso.
Se
quedó de pie, contemplando los cuerpos inertes, y entonces volteo a verme. Sus
pupilas estaban dilatadas, e inyectadas de sangre, y su cara tenía una
expresión de demencia pura. Quería correr, huir, esconderme, pero mi cuerpo no
me respondía. Solo podía mirarlo, fijamente, mientras su mirada me analizaba.
Podía sentir que en cualquier momento se abalanzaría sobre mí, y me quitaría la
vida. Comencé a llorar y gimotear, desesperada y segura de que mi hora había
llegado, cuando empezó a moverse.
Lentamente
se acercaba, con el chuchillo sangrante en su mano, y la mirada, helada, fija
en mi. No me atreví a parpadear, temiendo que, si lo hacía, jamás podría volver
a abrir los ojos.
Finalmente
se detuvo, a escasos centímetros de mi. Podía sentir su aliento, pesado y
caliente, y temí mi fin. Tomó mi mano, y puso el cuchillo apuntando a mi pecho,
mientras asía mi mano con gran fuerza. Cerré los ojos, y me encomendé a Dios,
esperando que, por favor, tuviera piedad de él.
No
puedo comprender aún por qué, pero en un acto súbito, jaló mi brazo, y me hizo
cortar una profunda herida en el pómulo, tras lo cuál soltó mi mano.
Inmediatamente yo solté la navaja, pero el daño ya estaba hecho. Me arrodillé
junto a él, tratando de detener la sangre con mis manos, cuando lo oí decir:
“Discúlpame… Prometí mil veces estaría contigo y te protegería hasta de mi…
Lamento haberte defraudado…” Quise decirle que no, que estaría bien, que podía
salir de eso, y seguir conmigo, y protegerme todo lo que quisiera, pero ya era
muy tarde.
Fue
en ese momento cuando empecé a creer en sus historias, en sus enfermedades, en
sus otras personalidades. Porque ese hombre no era Esteban. Ese ni siquiera era
un hombre. Era un monstruo.
Entiendo
perfectamente si usted no me cree, su señoría, pero esa es la verdad. Así es
como, por mi mano, murió Esteban Garza.
viernes, 31 de agosto de 2012
Lo que escribo en una noche sin ti
Si bien siempre me he caracterizado por las altas dosis de melancolía que manejo día con día, estos últimos días han sido especialmente complicados. La soledad ha tomado mi corazón como rehén, y tuve que vender mi sonrisa al mejor postor en un intento vano para recuperarme. No sé cómo salir de este terrible círculo de tristeza, y extraño mucho la compañía de esas personas que antes fueran dueñas de mi sonrisa, y hoy ya no están, por la razón que sea. Por eso escribí este poema. Buenas noches.
Vivo en un mundo impuro, vivo en un mundo gris
La tristeza me llena, me destruye, me mata
Ya por más que peleo, no puedo ser feliz
Y camino las calles como una cucaracha
Yo deshecho a la gente, con sus falsas sonrisas
Sé que en cualquier momento la verdad mostrarán
Yo me alejo de ellos, como una eterna brisa
Pues no quiero dañarme, ni los puedo cambiar
Poco a poco me he vuelto solamente una sombra
Que vaga por el mundo, siempre solo en mi andar
Listo para que el mundo satanice mis obras
Y me exilie de todo lo que quiero evitar
Todo aquel que me mire fijamente a mi rostro
Descubrirá a la muerte con la forma de un ser
Pensará muchas cosas mientras corre del “Monstruo
Incapaz de apiadarse e incapaz de querer”
Pues mis ojos te gritan que me dejes a solas
Si es que acaso la muerte no quieres padecer
Incapaz de entender qué pasó en esas horas
En las que la esperanza pude por fin perder
Pero cuando estoy solo, alejado del mundo
Escondido en las sombras de mi oscuro rincón
Recupero ese brillo que perdí con los tumbos
Y recobro las luces que dejé para el Sol
Y recuerdo esas cosas que busqué cuando niño
Y que el mundo inclemente de mi mano robó
Y volviéndome humano, recupero el camino
Aunque sepa que el mundo sólo traerá dolor
lunes, 20 de agosto de 2012
Halagos y verdad
Empecé a escribir el seis de noviembre del 2006. Lunes. Nunca olvidaré ese día, y a pesar de todo, no lo cambiaría por nada. A partir de ese día, con mi primer poema, empezó una etapa de mi vida que sigue viva al día de hoy, cada día con mayor importancia.
Mis poemas fueran aumentando en lo que conoceríamos mis amigos y yo como "una progresión exponencial", o mejor dicho, de pocos a muchos rápidamente. Muy rápidamente. Tardé cuatro años en escribir los primeros cien, en lo que sería un inicio aparentemente lento, pero entonces, muchas cosas pasaron, y, en aproximadamente año y medio, escribí doscientos. Había días en los que escribía cinco. Había meses en los que no escribía ninguno. Y hoy, por fin, escribí el 300.
Cuando empecé, jamás hubiera podido imaginar que llegaría a este momento. Parecía un sueño incluso llegar a los cien. Y hoy, estoy aquí, compartiendo con ustedes mi poema 300. Espero hayan disfrutado este trayecto, conmigo, como lo he disfrutado yo con ustedes. Ojala continúen conmigo, aunque para eso, claro está, espero poder continuar con ustedes. Por lo pronto, disfruten este poema, titulado:
Halagos y
verdades
Te intento halagar constantemente
Pero nunca lo puedo conseguir
Porque apenas me cruza por la mente
Y ya tienes de aquello como huir
Siempre tienes a todas mis palabras
Una forma de aquello revirar
De manera que nunca a ti te agradan
Y de nuevo lo tengo que intentar
Hay momentos en que de ello me rindo
Y desisto de decir la verdad
Que a tu lado, cualquier momento es lindo
Y me llenas de gran felicidad
Pero entonces te miro, tan hermosa
Y mi mente no cesa de gozar
Que no puedo evitar darte una rosa
Y unos versos con prisa a ti
lanzar
Yo te dije todas esas palabras
No esperando tu corazón robar
Te las dije porque ellas son muy ciertas
Y en tu mente yo las quiero grabar
Hoy vacié toda gota que quedaba
En la fuente de “formas de halagar”
Pero antes, ya casi lo olvidaba,
Estos versos te voy a regalar
Solo espero que aquello que te he dicho
No lo ignores ni intentes olvidar
Más si aquello sucede, yo te aviso
Si te veo, los haré recordar
jueves, 26 de julio de 2012
¿Qué puedo esperar?
Yo sé que las mujeres son raras, en mis diecinueve años de vida he conocido suficientes mujeres y pasado suficientes momentos con ellas para poder estar seguro de ello. Todas las mujeres, en mayor o menor medida, son raras. Mucho. Pero esta mujer es especialmente rara. Y no es un buen raro...
Le he pasado muchas cosas a ella. Digo, mucho tiempo creí que lo valía, ¿pero ahora? Ahora estoy seguro que fueron más de las que se merecía, y ya podrán leer por qué en mi siguiente poema, titulado: ¿Qué puedo esperar?
¿Qué puedo esperar?
Si no me quieres a mí
Ni aún en mi fase más pura
¿Qué puedo esperar de ti
En mi fase más oscura?
Si no me quieres ni ver
Cuando te digo un “te quiero
¿Crees poderme detener
Cuándo de odio me halle lleno?
Si crees que yo he de mentir
Aunque a ti jamás te miento
¿Qué podrás tú decidir
Si es que mi forma te muestro?
Si tú insistes en creer
Que yo nunca te protejo
¿Qué es lo que piensas hacer
Si un día yo sola te dejo?
Si, por negarte a creer
Que un monstruo en verdad escondo
¿Qué es lo que piensas hacer
El día que te vea a los ojos?
Si quieres negar quien soy
Cuando soy mejor contigo
¿Podré permitirte yo
Seguir diciéndome “amigo”?
viernes, 15 de junio de 2012
La doncella del árbol
Ella
y yo nos conocimos hace muchos años. Siempre fue un caso muy especial. Una niña
solitaria, con una mirada distante. Era difícil que volteara a verte
directamente, aun cuando hablaba contigo. Ay esa niña… Siempre fue única.
Nunca olvidaré el día que hablé con ella por primera vez. Estaba sentado bajo la sombra de un árbol a la hora del recreo, comiendo una quesadilla, sin la necesidad de estar con nadie, ni siquiera muy consciente de la soledad en la que me encontraba. Entonces, de la nada, escuché su voz. -¿Sabes por qué los árboles están detenidos?- Voltee a ver de donde provenía esa voz, y la encontré ahí, mirando al cielo, como si no estuviera consciente de que yo estaba ahí. –Hace tiempo- continuó sin mirarme – Los árboles se movían. Caminaban por todo el mundo, felices y libres. Hasta que un día, organizaron un concurso de baile. Árboles de todo el mundo se reunieron en varias sedes para ver cuál de ellos podía moverse mejor. Después de muchas eliminatorias, se pactó el día para la final. Instalaron pantallas de televisión para que todos los árboles del mundo pudieran ver el torneo, y estaban muy emocionados. Entonces, de la nada, apareció una doncella humana, bailando, de manera tan impresionante que todos los árboles se dieron cuenta que ella era mejor que todos ellos, y felices ante tanta belleza, decidieron que no se moverían más.-
Me quedé pensando en su historia durante unos segundos, y después le pregunté: -¿Y tú cómo lo sabes?- Lentamente bajó la cabeza, y pude ver en su cara la sonrisa más pura y bella que jamás he visto, al tiempo que decía: -Porque esa doncella fui yo-. Me resultó imposible no enamorarme de esa sonrisa.
Tardé varios años en dejar de enojarme cada vez que mis maestros de Biología me decían que los árboles nunca se habían movido.
Siempre fue así. Tenía una imaginación sorprendente y una capacidad innata para relatar lo que su imaginación le dictaba, de manera que aún fuera la más fantasiosa de las historias, ella podía hacer que cuestionaras a la realidad más que lo que ella te dijera.
A partir de ese momento, no dejamos de estar juntos. Ella me contaba sus historias, y yo las escuchaba y las creía, seguro que cualquier cosa que saliera de esos labios era realidad. Ella apreciaba de mí, especialmente, mi capacidad para escucharla, como si su voz fuera lo más importante en todo el mundo. Y es que para mí, eso era.
Por más que pasaban los años, nosotros dos continuamos tan juntos como siempre, a pesar de tener personalidades tan distintas. Yo, siempre en silencio, y ella, siempre contándome lo que su imaginación le decía. Yo, con mis sueños de ser un ingeniero y trabajar en silencio y soledad, y ella soñando con ser una novelista y cambiar el mundo un lector a la vez.
Hoy, por fin, tantos años después, sé que me reuniré con ella. Sólo quiero que sepan que, si los árboles vuelven a empezar a moverse, no fue intencional.
Nunca olvidaré el día que hablé con ella por primera vez. Estaba sentado bajo la sombra de un árbol a la hora del recreo, comiendo una quesadilla, sin la necesidad de estar con nadie, ni siquiera muy consciente de la soledad en la que me encontraba. Entonces, de la nada, escuché su voz. -¿Sabes por qué los árboles están detenidos?- Voltee a ver de donde provenía esa voz, y la encontré ahí, mirando al cielo, como si no estuviera consciente de que yo estaba ahí. –Hace tiempo- continuó sin mirarme – Los árboles se movían. Caminaban por todo el mundo, felices y libres. Hasta que un día, organizaron un concurso de baile. Árboles de todo el mundo se reunieron en varias sedes para ver cuál de ellos podía moverse mejor. Después de muchas eliminatorias, se pactó el día para la final. Instalaron pantallas de televisión para que todos los árboles del mundo pudieran ver el torneo, y estaban muy emocionados. Entonces, de la nada, apareció una doncella humana, bailando, de manera tan impresionante que todos los árboles se dieron cuenta que ella era mejor que todos ellos, y felices ante tanta belleza, decidieron que no se moverían más.-
Me quedé pensando en su historia durante unos segundos, y después le pregunté: -¿Y tú cómo lo sabes?- Lentamente bajó la cabeza, y pude ver en su cara la sonrisa más pura y bella que jamás he visto, al tiempo que decía: -Porque esa doncella fui yo-. Me resultó imposible no enamorarme de esa sonrisa.
Tardé varios años en dejar de enojarme cada vez que mis maestros de Biología me decían que los árboles nunca se habían movido.
Siempre fue así. Tenía una imaginación sorprendente y una capacidad innata para relatar lo que su imaginación le dictaba, de manera que aún fuera la más fantasiosa de las historias, ella podía hacer que cuestionaras a la realidad más que lo que ella te dijera.
A partir de ese momento, no dejamos de estar juntos. Ella me contaba sus historias, y yo las escuchaba y las creía, seguro que cualquier cosa que saliera de esos labios era realidad. Ella apreciaba de mí, especialmente, mi capacidad para escucharla, como si su voz fuera lo más importante en todo el mundo. Y es que para mí, eso era.
Por más que pasaban los años, nosotros dos continuamos tan juntos como siempre, a pesar de tener personalidades tan distintas. Yo, siempre en silencio, y ella, siempre contándome lo que su imaginación le decía. Yo, con mis sueños de ser un ingeniero y trabajar en silencio y soledad, y ella soñando con ser una novelista y cambiar el mundo un lector a la vez.
El
día que entramos a la Universidad fue el primer día en muchos años en que
realmente estuvimos lejos. Al fin y al cabo, nuestras facultades no eran
precisamente semejantes, y estaban bastante apartadas, mientras que nuestros
horarios también resultaban ser bastante diferentes. Cuando yo empezaba clases,
ella seguía dormida, y para el momento en que yo salía, su día apenas empezaba…
Y ni cómo desear vernos cuando ella
salía, porque ya era demasiado tarde.
Poco
a poco nos separamos, no por gusto, sino por necesidad. Yo me adentré en el
mundo inhóspito de las matemáticas y la electrónica, y ella encontró un campo
fértil para su creatividad en sus cuadernos y libretas. ¿Qué si hablábamos?
Claro que si, pero no tanto como antes. Normalmente estábamos tan agotados, que
solamente nos saludábamos y nos despedíamos.
Poco
a poco, esas interacciones entre nosotros se fueron haciendo más y más escasas.
Yo la extrañaba, claro está, pero siempre pensaba: “Ya pronto se acabará esto,
y podré estar con ella como antes”. Ya pronto… Pero pronto nunca llegaba.
Pocos
días antes de mi titulación, me llegó una carta de su parte. Era una invitación
a su baile de graduación. Sin embargo, con el trabajo de terminar la tesis,
acabar todo el papeleo para titularme, y demás, no le di mucha importancia y lo
olvidé por completo. Cuando recordé la fecha, era demasiado tarde.
Lo
primero que hice cuando me titulé fue ir a su casa. Estaba muy apenado por
haberle quedado mal, y la extrañaba. Quería decirle lo mal que me sentía por
haberle fallado, y asegurarle que no volvería a pasar, que nada nos volvería a
separar, y que estaríamos juntos, como ambos sabíamos que queríamos. Fui a
comprar el mejor traje que pude pagar, así como las flores más bellas de la
ciudad, y me preparé. Tome aire, antes de tocar el timbre, y tras de ello, esperé,
ansioso, escuchar su voz del otro lado, al tiempo que me preparaba para vivir
el momento más feliz de nuestras vidas.
Cuando
la puerta se abrió, pude ver a su madre, con los ojos rojos de llanto, quien
inmediatamente se lanzó a mis brazos sollozando. Desconcertado, traté de
tranquilizarla mientras preguntaba por ella. Cuando por fin estuvo tranquila me
señaló su cuarto, y tras dejarla en un sillón de su sala, corrí a ver qué
pasaba.
Nunca
olvidaré lo que vi. Allí estaba ella, acostada en su cama, pálida como un
fantasma, con los ojos cerrados. Me acerqué lentamente, sin saber qué hacer,
hasta llegar a su lado. Tomé una de sus manos, fría como un témpano, y temí lo
peor. –Sabía que vendrías- Abrió un poco los ojos, y pude ver que no le
quedaban muchos minutos conmigo. Tomé fuerte su mano, e intenté explicarle por
qué no había ido a su fiesta con ella, sin embargo, lentamente, me hizo un
ademán para que me callara y me dijo: -Aquí la de las palabras siempre he sido
yo. No te preocupes-
Permanecí
en silencio, tomando su mano, paralizado de miedo por varios minutos. Entonces
volteó a verme y me preguntó: -¿Te acuerdas cómo nos conocimos?- -No podría
olvidarlo jamás, ni aunque quisiera- Respondí. -¿Te acuerdas que te dije que
los árboles se habían detenido por lo bello del baile de la doncella? Eso es…
Porque nunca habían visto tus ojos al mirarme… El resultado… Es el mismo…- Y
sin decir más, esbozó una sonrisa, y cerró los ojos, para no volver a abrirlos
jamás.
Hoy, por fin, tantos años después, sé que me reuniré con ella. Sólo quiero que sepan que, si los árboles vuelven a empezar a moverse, no fue intencional.
miércoles, 6 de junio de 2012
Ética y Razón
Vengo
a hablarles en este momento de mi amigo Manuel Perez. Manuel, o como le
decíamos nosotros, “Ético”. Él era un ser humano bastante… peculiar en todos
los sentidos de la palabra. Desde que lo conozco, Ético siempre dejó guiar
todas y cada una de sus acciones por la Ética, de ahí su apodo. Todas sus
acciones, sin importar que tan irrelevantes pudieran parecer. No usaba nunca un
automóvil, porque “No era ético para el medio ambiente contaminarlo, si podía
caminar”. Nunca dejaba menos del quince por ciento de propina en un restaurante,
porque “No era ético no retribuir un trabajo digno a otro ser humano”, aunque
el servicio hubiera sido pésimo. No hacía… Bueno, creo que no necesitan más
ejemplos. Así era mi amigo Ético.
Y no
solo eso, pues Ético nunca se caracterizó por tolerar el mal en los demás. No
sólo era un ejemplo viviente de rectitud y comportamiento ético, sino un gran
orador. Si en algún momento te encontraba haciendo algo malo, así fuera tirar
basura en la calle, o copiando en un examen, te explicaba, con lujo de
detalles, por qué esa actitud “No era ética”. Sin embargo, aunque fuera un
regaño, era imposible tomarlo como tal. Articulaba sus argumentos de manera que
no sólo hacía que te sintieras mal contigo mismo, sino que sus palabras te
obligaban a remendar el mal. Pero no solo a nosotros, sus compañeros, sino a
cualquiera. Alguna vez me tocó verlo detenerse a la mitad de la calle para
subirse a un camión y regañar al conductor por haberse pasado un alto, y
convencerlo de que debía de pagar una infracción, al grado que el conductor, en cuanto pudo, cometió otra
infracción más grave frente a una patrulla para recibir su castigo. Aún hoy
día, hay veces que me detengo a pensar sobre alguna acción, pensando: ¿Qué me
diría Ético?
Por
eso, mucha gente era completamente incapaz de soportarlo. Decían que era un
pedante, que sólo quería lucirse ante el mundo,
que seguramente en su casa era igual o peor que todo nosotros, pero yo,
que lo conocía, sabía perfectamente que no. Sabía que él no era como nosotros.
Claro, entender nuestras diferencias no hacía más fácil soportarlas, pero
bueno… Siempre fue difícil tratar con él. Era bastante común verlo sólo, pero
eso nunca le molestó. Al fin y al cabo, “Molestarse porque los demás deciden
ejercer su libertad, no sería Ético”
Pero,
como dice el dicho “Para todo roto hay un descocido”, Ético encontró a una
persona con la que podía estar. No porque fuera una persona que guiara su vida
por la Ética, como él, sino porque, igual que él guiaba su vida por un estándar
superior a la comprensión del resto del mundo. Fernanda Raza es su nombre,
creo… Y digo creo, porque todos la llamábamos “Razón”. Uno hubiera podido
esperar que ellos dos, por ser tan antagónicos, no podrían convivir jamás en la
vida, pero, sorprendentemente, lo hacían bastante bien. Discutían. Mucho. Todo
el tiempo. Pero no eran discusiones serias, era como si ambos quisieran
probarle al otro que su visión del mundo era mejor, aunque ambos estuvieran
plenamente conscientes de que jamás lo lograrían. Verlos juntos siempre era
interesante. Desesperante la mayoría de las veces, si, pero interesante.
Por
más que salieran juntos, y cada uno de ellos fuera, probablemente, la única
persona que soportaba al otro más de quince minutos, esos dos nunca aceptaron
tener una relación. Alguna vez cuestioné a Ético al respecto, y lo único que me
respondió fue: “No sería Ético forzarla a estar en una relación conmigo”.
Cuando le cuestioné por qué habría de forzarla, si tal vez ella quería también,
se quedó callado, sonriendo. Nunca más volvimos a tocar el tema, pero en mi
mente siempre recordaré ese momento como aquel en el que logré dejarlo callado.
Creo que la Ética no dice nada sobre el amor.
Un
día después, supe que Ético y Razón iban a salir. Supuse que por fin dejarían
de ser sólo amigos y me alegré mucho… Si hubiera sabido…
Unos
amigos y yo organizamos una “misión de espionaje” para ver que pasaba entre
ellos, esperando tener buenas noticias. Los seguimos durante varias horas, pero
lo único que hacían era caminar, discutir, y mirarse fijamente. Uno a uno,
todos ellos desistieron, hasta dejarme sólo, un poco atrás de ellos, cuando vi
que cruzaban la calle para entrar a un parque. A pesar de que estaba harto, la
curiosidad, fuerza incuestionable, fue más fuerte que yo, y así, fui testigo de
todo.
Vi
claramente cómo Ético se dirigía hacia una señora que vendía flores, lentamente,
sin que realmente pareciera que tenían un rumbo fijo, pero supe lo que pensaba
hacer. Sabía que lo haría, y me sentí muy bien. No necesitaba ver más que eso,
y recién me había dado media vuelta para darles la privacidad que merecían
cuando lo oí, a pesar de la distancia. Alguien gritó: ¡Denme todo lo que
tienen!, y temí lo peor
Al
voltear, vi a un asaltante, con una pistola apuntando directamente a la frente
de Ético, a escasos metros del puesto de flores. Vi cómo Razón empezaba a
quitarse la correa de la bolsa para dársela al ladrón, cuando Ético abrió la
boca. Pensé de inmediato que era un error, e iba a empezar a correr para
detenerlo, así tuviera que soportar el asalto, con tal de evitar que lo
lastimaran, pero entonces empezó a hablar
De todos
los discursos sobre la Ética que le escuché, ese sin duda fue el mejor. Hablaba
como poseído por el máximo bien y la fuerza de sus argumentos nunca había sido tanta.
Estoy completamente seguro que, hablando así, hubiera podido convencer al mismo
Demonio de hacer el bien. Al terminar, Ético y Razón esbozaron una sonrisa que
demostraba plena consciencia de que, si eso no convencía al ladrón, era porque
no era un humano.
Sin
embargo, ninguno de los dos imaginaba lo que pasaría a continuación.
El
ladrón, en un acto de puro arrepentimiento, bajó la pistola, cerró los ojos, y
pronunció unas palabras que nunca olvidaré: “Entonces, si todo lo que he hecho
está mal… Mi vida… Carece de sentido”, al tiempo que se ponía el cañón de la
pistola en la barbilla. Ético y Razón trataron de detenerlo, pero él jaló el
gatillo…
Sólo
que, en el último momento dejó de apuntar hacia arriba, y apuntó hacia
enfrente.
Corrí
lo más rápido que pude, pero para cuando llegué, ya era demasiado tarde. La
bala había penetrado justo entre los ojos, y la luz en los ojos de Ético se
había apagado para siempre
Nunca
volví a ver a Razón tras ese día… Muchos creemos que su vida perdió sentido,
que su mente nunca pudo superar ese hecho, y que perdió, irónicamente, la
razón. Prefiero no pensar en ello.
Hoy
día, aún los extraño
miércoles, 25 de abril de 2012
Soledad
Desde que tengo uso de razón, mi mayor debilidad ha sido la soledad. Puedo soportar dolor físico, dolor emocional, pero estar y sobre todo, sentirme solo, me destruye como nada. Por lo mismo, siempre he buscado a alguien que, sin importar lo que suceda, esté ahi, y aunque tal vez no esté a mi lado, esté conmigo. Por momentos, he creido haber encontrado ese alguien, y me he sentido acompañado siempre. Sin embargo, una u otra razón me han privado de eso, y me han dejado cada vez más solo e indefenso. Sin embargo, espero que algún día llegue esa persona que pueda cumplir con esto. Espero lo disfruten.
Soledad
Hoy nos volvemos a encontrar
Tras tanto tiempo de ausencia
Tras un largo caminar
Tú y yo, enemiga perversa
Tú, lo único que me daña
Tú, la que siempre me vence
Tú, la que siempre me engaña
Tú, mi enemigo invencible
Soledad, tú, mi eterna enemiga
Soledad, tanto me debilitas
Soledad, un gancho a mi barriga
Soledad, tú mi fuerza me quitas
Hoy nos volvemos a encontrar
Yo acostado, tú aquí a mi alrededor
Tú sonríes, pues me vuelves a atrapar
Y tu así romperías mi corazón
Te me acercas y vas a intentar
Como siempre mi vida arruinar
Pero nunca podrías tú contar
Con mi nueva y gran arma mortal
Y aunque es cierto que yo estoy muy solo
Y por tanto soy un fácil blanco
Créeme que aquí, codo a codo
Se encuentra mi amor, apoyando
Así que te puedes retirar
Mi enemigo, mi debilidad
Porque aun en mi casa, conmigo ella está
Y nunca en tus garras yo volveré a estar
Soledad
Hoy nos volvemos a encontrar
Tras tanto tiempo de ausencia
Tras un largo caminar
Tú y yo, enemiga perversa
Tú, lo único que me daña
Tú, la que siempre me vence
Tú, la que siempre me engaña
Tú, mi enemigo invencible
Soledad, tú, mi eterna enemiga
Soledad, tanto me debilitas
Soledad, un gancho a mi barriga
Soledad, tú mi fuerza me quitas
Hoy nos volvemos a encontrar
Yo acostado, tú aquí a mi alrededor
Tú sonríes, pues me vuelves a atrapar
Y tu así romperías mi corazón
Te me acercas y vas a intentar
Como siempre mi vida arruinar
Pero nunca podrías tú contar
Con mi nueva y gran arma mortal
Y aunque es cierto que yo estoy muy solo
Y por tanto soy un fácil blanco
Créeme que aquí, codo a codo
Se encuentra mi amor, apoyando
Así que te puedes retirar
Mi enemigo, mi debilidad
Porque aun en mi casa, conmigo ella está
Y nunca en tus garras yo volveré a estar
sábado, 11 de febrero de 2012
Regreso
Hace ya un rato viví cosas muy padres con una chava. Desde el primer momento en que hablamos, nos llevamos muy bien, y la verdad, nos apreciabamos bastante. Después, tuvimos algunos problemas... Y bueno, las cosas terminaron... Y tal vez, no muy bien... Aún la extraño... Y aunque siga hablando con ella, y sigue siendo más que obvio que la quiero... No lo se... La herida sigue abierta...
Hoy todo eso regresó... He aquí la historia.
Regreso
Hoy regreso en el tiempo
Al momento en que todo empezó
Y volvió el sentimiento
Que creía que hace tiempo murió
Hoy regresó al momento
En que dijimos que todo acabó
Y ahora veo que no es cierto
Pues en mí eso jamás terminó
Hoy regreso a ese día
En que a todo dijimos adiós
Y así entiendo que yo, todavía
Tengo fé que haya sido un error
Hoy regreso a tu lado
Aunque sea en el recuerdo de ayer
Y me queda muy claro
Que es allí a donde quiero volver
Hoy regreso en el tiempo
Al momento en que todo acabó
Y yo más no te miento:
Pues te extraño en exceso, mi amor
Hoy todo eso regresó... He aquí la historia.
Regreso
Hoy regreso en el tiempo
Al momento en que todo empezó
Y volvió el sentimiento
Que creía que hace tiempo murió
Hoy regresó al momento
En que dijimos que todo acabó
Y ahora veo que no es cierto
Pues en mí eso jamás terminó
Hoy regreso a ese día
En que a todo dijimos adiós
Y así entiendo que yo, todavía
Tengo fé que haya sido un error
Hoy regreso a tu lado
Aunque sea en el recuerdo de ayer
Y me queda muy claro
Que es allí a donde quiero volver
Hoy regreso en el tiempo
Al momento en que todo acabó
Y yo más no te miento:
Pues te extraño en exceso, mi amor
lunes, 9 de enero de 2012
Fracasado
Hay que hablar con honestidad, siempre lo he manejado y siempre lo hare, por eso escribi esto. Lamento que perdieras tu tiempo conmigo. Hasta siempre.
Fracasado
Siempre dije que yo era el mejor
Lo creí yo por bastante tiempo
Pero eso fue siempre un error
Hoy entiendo que nunca fue cierto
Ayudé yo a un millar de personas
Pues creía esa vía conocer
Pero yo les fallé hace mil horas
Y hasta ahora comprendo por qué
Pues no vi lo que realmente era
Y yo hundido en un sueño crecí
Hoy me observo y soy solo un cualquiera
Y en mis dudas por fin yo me hundí
Hoy me observo y soy un fracasado
Pretendiendo que puede guiar
Que el camino ya está dominado
Y que puedo por él avanzar
Hoy no puedo ni alzar la cabeza
Mucho menos tus ojos mirar
Yo no puedo aguantar mi bajeza
Y yo de ella te voy a salvar
Veo esa farsa que soy, reflejada
Y me aviento con rabia abismal
Tal vez hoy ya no veas mi mirada
Y tal vez ya no me veas jamás
Fracasado
Siempre dije que yo era el mejor
Lo creí yo por bastante tiempo
Pero eso fue siempre un error
Hoy entiendo que nunca fue cierto
Ayudé yo a un millar de personas
Pues creía esa vía conocer
Pero yo les fallé hace mil horas
Y hasta ahora comprendo por qué
Pues no vi lo que realmente era
Y yo hundido en un sueño crecí
Hoy me observo y soy solo un cualquiera
Y en mis dudas por fin yo me hundí
Hoy me observo y soy un fracasado
Pretendiendo que puede guiar
Que el camino ya está dominado
Y que puedo por él avanzar
Hoy no puedo ni alzar la cabeza
Mucho menos tus ojos mirar
Yo no puedo aguantar mi bajeza
Y yo de ella te voy a salvar
Veo esa farsa que soy, reflejada
Y me aviento con rabia abismal
Tal vez hoy ya no veas mi mirada
Y tal vez ya no me veas jamás
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)