martes, 18 de diciembre de 2012

Hasta siempre

He llegado a la dura, pero clara decisión de que me retiro. Me retiro de aquí, del mundo y de la interacción humana. De los sentimientos, de los pensamientos, de la vida. De todo, y más que eso. Harto completamente.

No estoy muy seguro de regresar, por lo que, antes de que sea demasiado tarde, quiero agradecerles por acompañarme a lo largo de todo este viaje que ha durado tanto. No tienen una idea cómo les agradezco el haber estado aquí, leyendo mis desvaríos, soportando mis depresiones y alimentando mis sueños. Los voy a extrañar.

Pero debo decirles que esto no es un adiós. Esto es un hasta siempre.

Atte. Enrique Gatica

domingo, 16 de diciembre de 2012

Presión

Mi padre siempre me ha exigido mucho. No lo culpo, la verdad, porque eso me ha ayudado a forjar mi caracter y a mejorar. Sin embargo, a veces, muy a menudo, siento que en su afán de "sacar todo mi potencial", lo único que hace es poner sobre mis hombros una carga verdaderamente inecesaria, y absolutamente dolorosa. Mi papá me ha considerado siempre un superdotado, y me exige como a tal. Evidentemente, no soy un superdotado, soy sólo una persona normal que ha sido capaz de utilizar bien sus capacidades para sobresalir lo suficiente.  Si no lo ve es porque, bueno, ¿A que padre no le gustaría tener un hijo superdotado? Triste que a mi papá no le tocó tenerlo.

Hoy, en finales, en un día de mucha presión para mí, él decidió que era un buen día para masacrar mi espíritu con sus altas expectativas, y esta es mi respuesta. Evidentemente no se lo puedo dar a él, porque perdería toda mi dentadura, y no quiero quedarme sin comer en Navidad. Ojala lo disfruten. Buenos días

Presión

Un carbón a presión
Se vuelve un diamante
Un humano a presión
Se vuelve un demente

Dejar toda la carga
Sobre de una persona
Es una falla magna
Si es un ser que razona

Porque siempre es difícil
Cargar con uno mismo,
Y si aquello no basta,
Más es un homicidio

Si tú insistes en ello
Puede que lo acostumbre
Pero aquello es perdiendo
Lo que lo vuelve hombre


La presión siempre mata 
A los grandes pensantes
Cuando ella los ataca
Al fondo de sus mentes

Un carbón a presión
Se vuelve un diamante
Un humano a presión...
Condena de muerte

lunes, 29 de octubre de 2012

Así como llegó, se fue

Si han seguido mi vida por aqui, podrán darse cuenta de una cosa rapidamente: Mis últimos meses-años han sido pésimos. He estado en una constante depresión, cada una peor que la anterior. Y no, no es bonito. De vez en cuando llegan rayos de luz. De esperanza. De alegría. Personas que me hacen creer que todo será mejor. Y entonces, algo pasa, y de repente, toda su luz se extingue. Y vuelvo a caer en depresión, solo que ahora es más grave. En este ciclo he estado inmerso durante los últimos dos años. Esto viene a colación, porque durante los últimos dos meses he vivido en uno de esos periodos. Uno de los que más alegría, esperanza y luz me han traido, y también, uno de los que más rápido se ha terminado. Por eso escribí este poema, titulo "Así como llegó, se fue"

Así como llegó, se fue

Era todo un huraño, estaba solo
Siempre inmerso en mi eterna depresión
Alejado de mi junto con todos
Hundido en la tristeza y la inacción

Yo estaba resignado, deprimido
Y dispuesto a poner punto final
Más llegaste, y trajiste tanto brillo
Que yo triste no puedo continuar

Fui feliz, fui real, estuve vivo
A tu lado como nunca jamás
Y sentí por ti un enorme cariño
E intenté ser perfecto y sin igual

Tanto quise alegrarte en ese tiempo
Tantas veces yo quise ser mejor
Que volví mi camino eso que siento
Y olvidé que lo hacía yo por los dos

Y fue así, tan fugaz como el principio
Que te fuiste, para nunca volver
Regresando a mi alma al precipicio
Al que siempre debió pertenecer

Sin embargo me siento tan perdido
Que no puedo ya nada realizar
Fuiste tú mi esperanza y mi camino...
Ya no puedo aguantar mi soledad

domingo, 14 de octubre de 2012

El monstruo


Conocí a Esteban hace más de diez años. En ese entonces, no éramos más que niños, en esa edad en la aún estábamos felices cuando íbamos a la escuela. No estoy muy segura de cómo nos empezamos a llevar, pero algo puedo decirle: Ya era raro.

Fui una de sus pocas amigas desde entonces. Conforme fuimos creciendo, él empezó a decirme cosas que “padecía”: Esquizofrenia, Trastorno de Personalidades Múltiples, Epilepsia, Depresión Crónica… la lista es eterna. Debo aceptar que lo único que le creí fue Hipocondriasis. Siempre sentí que todo eso era una excusa, o tal vez un intento de justificación para su excentricidad.

Había días en que llegaba vestido, e incluso hablando de manera inusual, argumentando que no era él, sino “Otro Él”. Sus actuaciones eran convincentes y persistentes, como si cada uno de sus personajes estuviera ya perfectamente planeado. Sin embargo, y especialmente conmigo, si alguna vez algo se salía de control y nos peleábamos, o yo me sentía mal, o cualquier cosa fuera del guion, “mágicamente” volvía a ser él, diciéndome frases como “No dejaré que nadie, ni yo, te haga daño”, o “Jamás te dejaré sola”. Podía decirse que era una rutina entre nosotros.

Hace dos años escuché por primera vez de su boca la idea de que, dentro de él, había un monstruo.  A veces, podía distinguir espasmos de dolor intenso, con sudor frío, como si algo le estuviera haciendo verdadero daño, y cuando le preguntaba qué era, solo me respondía “Él”. Sin embargo, y consciente de sus dotes actorales, jamás le presté mucha atención cuando hacía eso, consciente de que, probablemente, sólo buscara que le diera un abrazo, pero no lo quisiera pedir.

Poco a poco dejó de hablar de eso, al menos conmigo. Sin embargo, se le notaba perpetuamente cansado, y se alteraba fácilmente a la menor preocupación. Preocupada, decidí invitarlo a salir, buscando que se distrajese, me contara de aquello que tanto me perturbaba, y se tranquilizara.

Nunca lo había visto tan feliz. No mencionó en ningún momento a sus “otros yo”, ni a sus “enfermedades”, ni a su “monstruo”. Esa tarde solo fuimos él y yo.

Nuestra velada terminó tarde, y él insistió en acompañarme a mi casa. Decidimos irnos caminando, como queriendo postergar el momento, y entonces pasó.

En un momento, la calle estaba vacía, y al siguiente, tres asaltantes, armados con navajas, nos rodeaban. Levantamos las manos, e hicimos todo lo que ellos querían, pero ellos se veían nerviosos, como si fuera su primer asalto. Entonces, Esteban hizo un movimiento brusco, sin querer, porque se le estaba cayendo la cartera de las manos, y uno de los asaltantes lo cortó.

Esteban entró en shock al ver la sangre salir de su brazo, y acto seguido, se abalanzó sobre el maleante, quitándole el cuchillo, y, con un movimiento veloz, la vida. Segundos después, cuchillo en mano, despachó a los otros dos, que ni siquiera tuvieron tiempo de defenderse.

Yo estaba paralizada. No podía creer la escena que acababa de ver. Ni siquiera el mejor asesino de la mejor película de acción pudo haber realizado esos movimientos con esa precisión y rapidez. No podía creer que el Esteban que yo conocía pudiera haber hecho eso.

Se quedó de pie, contemplando los cuerpos inertes, y entonces volteo a verme. Sus pupilas estaban dilatadas, e inyectadas de sangre, y su cara tenía una expresión de demencia pura. Quería correr, huir, esconderme, pero mi cuerpo no me respondía. Solo podía mirarlo, fijamente, mientras su mirada me analizaba. Podía sentir que en cualquier momento se abalanzaría sobre mí, y me quitaría la vida. Comencé a llorar y gimotear, desesperada y segura de que mi hora había llegado, cuando empezó a moverse.

Lentamente se acercaba, con el chuchillo sangrante en su mano, y la mirada, helada, fija en mi. No me atreví a parpadear, temiendo que, si lo hacía, jamás podría volver a abrir los ojos.

Finalmente se detuvo, a escasos centímetros de mi. Podía sentir su aliento, pesado y caliente, y temí mi fin. Tomó mi mano, y puso el cuchillo apuntando a mi pecho, mientras asía mi mano con gran fuerza. Cerré los ojos, y me encomendé a Dios, esperando que, por favor, tuviera piedad de él.

No puedo comprender aún por qué, pero en un acto súbito, jaló mi brazo, y me hizo cortar una profunda herida en el pómulo, tras lo cuál soltó mi mano. Inmediatamente yo solté la navaja, pero el daño ya estaba hecho. Me arrodillé junto a él, tratando de detener la sangre con mis manos, cuando lo oí decir: “Discúlpame… Prometí mil veces estaría contigo y te protegería hasta de mi… Lamento haberte defraudado…” Quise decirle que no, que estaría bien, que podía salir de eso, y seguir conmigo, y protegerme todo lo que quisiera, pero ya era muy tarde.

Fue en ese momento cuando empecé a creer en sus historias, en sus enfermedades, en sus otras personalidades. Porque ese hombre no era Esteban. Ese ni siquiera era un hombre. Era un monstruo.

Entiendo perfectamente si usted no me cree, su señoría, pero esa es la verdad. Así es como, por mi mano, murió Esteban Garza.

viernes, 31 de agosto de 2012

Lo que escribo en una noche sin ti

Si bien siempre me he caracterizado por las altas dosis de melancolía que manejo día con día, estos últimos días han sido especialmente complicados. La soledad ha tomado mi corazón como rehén, y tuve que vender mi sonrisa al mejor postor en un intento vano para recuperarme. No sé cómo salir de este terrible círculo de tristeza, y extraño mucho la compañía de esas personas que antes fueran dueñas de mi sonrisa, y hoy ya no están, por la razón que sea. Por eso escribí este poema. Buenas noches.


Vivo en un mundo impuro, vivo en un mundo gris
La tristeza me llena, me destruye, me mata
Ya por más que peleo, no puedo ser feliz
Y camino las calles como una cucaracha

Yo deshecho a la gente, con sus falsas sonrisas
Sé que en cualquier momento la verdad mostrarán
Yo me alejo de ellos, como una eterna brisa
Pues no quiero dañarme, ni los puedo cambiar

Poco a poco me he vuelto solamente una sombra
Que vaga por el mundo, siempre solo en mi andar
Listo para que el mundo satanice mis obras
Y me exilie de todo lo que quiero evitar

Todo aquel que me mire fijamente a mi rostro
Descubrirá a la muerte con la forma de un ser
Pensará muchas cosas mientras corre del “Monstruo
Incapaz de apiadarse e incapaz de querer”

Pues mis ojos te gritan que me dejes a solas
Si es que acaso la muerte no quieres padecer
Incapaz de entender qué pasó en esas horas
En las que la esperanza pude por fin perder

Pero cuando estoy solo, alejado del mundo
Escondido en las sombras de mi oscuro rincón
Recupero ese brillo que perdí con los tumbos
Y recobro las luces que dejé para el Sol

Y recuerdo esas cosas que busqué cuando niño
Y que el mundo inclemente de mi mano robó
Y volviéndome humano, recupero el camino
Aunque sepa que el mundo sólo traerá dolor

lunes, 20 de agosto de 2012

Halagos y verdad

Empecé a escribir el seis de noviembre del 2006. Lunes. Nunca olvidaré ese día, y a pesar de todo, no lo cambiaría por nada. A partir de ese día, con mi primer poema, empezó una etapa de mi vida que sigue viva al día de hoy, cada día con mayor importancia.

Mis poemas fueran aumentando en lo que conoceríamos mis amigos y yo como "una progresión exponencial", o mejor dicho, de pocos a muchos rápidamente. Muy rápidamente. Tardé cuatro años en escribir los primeros cien, en lo que sería un inicio aparentemente lento, pero entonces, muchas cosas pasaron, y, en aproximadamente año y medio, escribí doscientos. Había días en los que escribía cinco. Había meses en los que no escribía ninguno. Y hoy, por fin, escribí el 300.

Cuando empecé, jamás hubiera podido imaginar que llegaría a este momento. Parecía un sueño incluso llegar a los cien. Y hoy, estoy aquí, compartiendo con ustedes mi poema 300. Espero hayan disfrutado este trayecto, conmigo, como lo he disfrutado yo con ustedes. Ojala continúen conmigo, aunque para eso, claro está, espero poder continuar con ustedes. Por lo pronto, disfruten este poema, titulado:

Halagos y verdades

Te intento halagar constantemente
Pero nunca lo puedo conseguir
Porque apenas me cruza por la mente
Y ya tienes de aquello como huir

Siempre tienes a todas mis palabras
Una forma de aquello revirar
De manera que nunca a ti te agradan
Y de nuevo lo tengo que intentar

Hay momentos en que de ello me rindo
Y desisto de decir la verdad
Que a tu lado, cualquier momento es lindo
Y me llenas de gran felicidad

Pero entonces te miro, tan hermosa
Y mi mente no cesa de gozar
Que no puedo evitar darte una rosa
Y unos versos con prisa a ti lanzar

Yo te dije todas esas palabras
No esperando tu corazón robar
Te las dije porque ellas son muy ciertas
Y en tu mente yo las quiero grabar

Hoy vacié toda gota que quedaba
En la fuente de “formas de halagar”
Pero antes, ya casi lo olvidaba,
Estos versos te voy a regalar

Solo espero que aquello que te he dicho
No lo ignores ni intentes olvidar
Más si aquello sucede, yo te aviso
Si te veo, los haré recordar

jueves, 26 de julio de 2012

¿Qué puedo esperar?

Yo sé que las mujeres son raras, en mis diecinueve años de vida he conocido suficientes mujeres y pasado suficientes momentos con ellas para poder estar seguro de ello. Todas las mujeres, en mayor o menor medida, son raras. Mucho. Pero esta mujer es especialmente rara. Y no es un buen raro...

Le he pasado muchas cosas a ella. Digo, mucho tiempo creí que lo valía, ¿pero ahora? Ahora estoy seguro que fueron más de las que se merecía, y ya podrán leer por qué en mi siguiente poema, titulado: ¿Qué puedo esperar?

¿Qué puedo esperar?

Si no me quieres a mí
Ni aún en mi fase más pura
¿Qué puedo esperar de ti
En mi fase más oscura?

Si no me quieres ni ver
Cuando te digo un “te quiero
¿Crees poderme detener
Cuándo de odio me halle lleno?

Si crees que yo he de mentir
Aunque a ti jamás te miento
¿Qué podrás tú decidir
Si es que mi forma te muestro?

Si tú insistes en creer
Que yo nunca te protejo
¿Qué es lo que piensas hacer
Si un día yo sola te dejo?

Si, por negarte a creer
Que un monstruo en verdad escondo
¿Qué es lo que piensas hacer
El día que te vea a los ojos?

Si quieres negar quien soy
Cuando soy mejor contigo
¿Podré permitirte yo
Seguir diciéndome “amigo”?

viernes, 15 de junio de 2012

La doncella del árbol

Ella y yo nos conocimos hace muchos años. Siempre fue un caso muy especial. Una niña solitaria, con una mirada distante. Era difícil que volteara a verte directamente, aun cuando hablaba contigo. Ay esa niña… Siempre fue única.

Nunca olvidaré el día que hablé con ella por primera vez. Estaba sentado bajo la sombra de un árbol a la hora del recreo, comiendo una quesadilla, sin la necesidad de estar con nadie, ni siquiera muy consciente de la soledad en la que me encontraba. Entonces, de la nada, escuché su voz. -¿Sabes por qué los árboles están detenidos?- Voltee a ver de donde provenía esa voz, y la encontré ahí, mirando al cielo, como si no estuviera consciente de que yo estaba ahí. –Hace tiempo- continuó sin mirarme – Los árboles se movían. Caminaban por todo el mundo, felices y libres. Hasta que un día, organizaron un concurso de baile. Árboles de todo el mundo se reunieron en varias sedes para ver cuál de ellos podía moverse mejor. Después de muchas eliminatorias, se pactó el día para la final. Instalaron pantallas de televisión para que todos los árboles del mundo pudieran ver el torneo, y estaban muy emocionados. Entonces, de la nada, apareció una doncella humana, bailando, de manera tan impresionante que todos los árboles se dieron cuenta que ella era mejor que todos ellos, y felices ante tanta belleza, decidieron que no se moverían más.-

Me quedé pensando en su historia durante unos segundos, y después le pregunté: -¿Y tú cómo lo sabes?- Lentamente bajó la cabeza, y pude ver en su cara la sonrisa más pura y bella que jamás he visto, al tiempo que decía: -Porque esa doncella fui yo-. Me resultó imposible no enamorarme de esa sonrisa.

Tardé varios años en dejar de enojarme cada vez que mis maestros de Biología me decían que los árboles nunca se habían movido.

Siempre fue así. Tenía una imaginación sorprendente y una capacidad innata para relatar lo que su imaginación le dictaba, de manera que aún fuera la más fantasiosa de las historias, ella podía hacer que cuestionaras a la realidad más que lo que ella te dijera.

A partir de ese momento, no dejamos de estar juntos. Ella me contaba sus historias, y yo las escuchaba y las creía, seguro que cualquier cosa que saliera de esos labios era realidad. Ella apreciaba de mí, especialmente, mi capacidad para escucharla, como si su voz fuera lo más importante en todo el mundo. Y es que para mí, eso era.

Por más que pasaban los años, nosotros dos continuamos tan juntos como siempre, a pesar de tener personalidades tan distintas. Yo, siempre en silencio, y ella, siempre contándome lo que su imaginación le decía. Yo, con mis sueños de ser un ingeniero y trabajar en silencio y soledad, y ella soñando con ser una novelista y cambiar el mundo un lector a la vez.

El día que entramos a la Universidad fue el primer día en muchos años en que realmente estuvimos lejos. Al fin y al cabo, nuestras facultades no eran precisamente semejantes, y estaban bastante apartadas, mientras que nuestros horarios también resultaban ser bastante diferentes. Cuando yo empezaba clases, ella seguía dormida, y para el momento en que yo salía, su día apenas empezaba… Y ni cómo desear  vernos cuando ella salía, porque ya era demasiado tarde.

Poco a poco nos separamos, no por gusto, sino por necesidad. Yo me adentré en el mundo inhóspito de las matemáticas y la electrónica, y ella encontró un campo fértil para su creatividad en sus cuadernos y libretas. ¿Qué si hablábamos? Claro que si, pero no tanto como antes. Normalmente estábamos tan agotados, que solamente nos saludábamos y nos despedíamos.

Poco a poco, esas interacciones entre nosotros se fueron haciendo más y más escasas. Yo la extrañaba, claro está, pero siempre pensaba: “Ya pronto se acabará esto, y podré estar con ella como antes”. Ya pronto… Pero pronto nunca llegaba.

Pocos días antes de mi titulación, me llegó una carta de su parte. Era una invitación a su baile de graduación. Sin embargo, con el trabajo de terminar la tesis, acabar todo el papeleo para titularme, y demás, no le di mucha importancia y lo olvidé por completo. Cuando recordé la fecha, era demasiado tarde.

Lo primero que hice cuando me titulé fue ir a su casa. Estaba muy apenado por haberle quedado mal, y la extrañaba. Quería decirle lo mal que me sentía por haberle fallado, y asegurarle que no volvería a pasar, que nada nos volvería a separar, y que estaríamos juntos, como ambos sabíamos que queríamos. Fui a comprar el mejor traje que pude pagar, así como las flores más bellas de la ciudad, y me preparé. Tome aire, antes de tocar el timbre, y tras de ello, esperé, ansioso, escuchar su voz del otro lado, al tiempo que me preparaba para vivir el momento más feliz de nuestras vidas.

Cuando la puerta se abrió, pude ver a su madre, con los ojos rojos de llanto, quien inmediatamente se lanzó a mis brazos sollozando. Desconcertado, traté de tranquilizarla mientras preguntaba por ella. Cuando por fin estuvo tranquila me señaló su cuarto, y tras dejarla en un sillón de su sala, corrí a ver qué pasaba.

Nunca olvidaré lo que vi. Allí estaba ella, acostada en su cama, pálida como un fantasma, con los ojos cerrados. Me acerqué lentamente, sin saber qué hacer, hasta llegar a su lado. Tomé una de sus manos, fría como un témpano, y temí lo peor. –Sabía que vendrías- Abrió un poco los ojos, y pude ver que no le quedaban muchos minutos conmigo. Tomé fuerte su mano, e intenté explicarle por qué no había ido a su fiesta con ella, sin embargo, lentamente, me hizo un ademán para que me callara y me dijo: -Aquí la de las palabras siempre he sido yo. No te preocupes-

Permanecí en silencio, tomando su mano, paralizado de miedo por varios minutos. Entonces volteó a verme y me preguntó: -¿Te acuerdas cómo nos conocimos?- -No podría olvidarlo jamás, ni aunque quisiera- Respondí. -¿Te acuerdas que te dije que los árboles se habían detenido por lo bello del baile de la doncella? Eso es… Porque nunca habían visto tus ojos al mirarme… El resultado… Es el mismo…- Y sin decir más, esbozó una sonrisa, y cerró los ojos, para no volver a abrirlos jamás.

Hoy, por fin, tantos años después, sé que me reuniré con ella. Sólo quiero que sepan que, si los árboles vuelven a empezar a moverse, no fue intencional.

miércoles, 6 de junio de 2012

Ética y Razón


Vengo a hablarles en este momento de mi amigo Manuel Perez. Manuel, o como le decíamos nosotros, “Ético”. Él era un ser humano bastante… peculiar en todos los sentidos de la palabra. Desde que lo conozco, Ético siempre dejó guiar todas y cada una de sus acciones por la Ética, de ahí su apodo. Todas sus acciones, sin importar que tan irrelevantes pudieran parecer. No usaba nunca un automóvil, porque “No era ético para el medio ambiente contaminarlo, si podía caminar”. Nunca dejaba menos del quince por ciento de propina en un restaurante, porque “No era ético no retribuir un trabajo digno a otro ser humano”, aunque el servicio hubiera sido pésimo. No hacía… Bueno, creo que no necesitan más ejemplos. Así era mi amigo Ético.

Y no solo eso, pues Ético nunca se caracterizó por tolerar el mal en los demás. No sólo era un ejemplo viviente de rectitud y comportamiento ético, sino un gran orador. Si en algún momento te encontraba haciendo algo malo, así fuera tirar basura en la calle, o copiando en un examen, te explicaba, con lujo de detalles, por qué esa actitud “No era ética”. Sin embargo, aunque fuera un regaño, era imposible tomarlo como tal. Articulaba sus argumentos de manera que no sólo hacía que te sintieras mal contigo mismo, sino que sus palabras te obligaban a remendar el mal. Pero no solo a nosotros, sus compañeros, sino a cualquiera. Alguna vez me tocó verlo detenerse a la mitad de la calle para subirse a un camión y regañar al conductor por haberse pasado un alto, y convencerlo de que debía de pagar una infracción, al grado que  el conductor, en cuanto pudo, cometió otra infracción más grave frente a una patrulla para recibir su castigo. Aún hoy día, hay veces que me detengo a pensar sobre alguna acción, pensando: ¿Qué me diría Ético?

Por eso, mucha gente era completamente incapaz de soportarlo. Decían que era un pedante, que sólo quería lucirse ante el mundo,  que seguramente en su casa era igual o peor que todo nosotros, pero yo, que lo conocía, sabía perfectamente que no. Sabía que él no era como nosotros. Claro, entender nuestras diferencias no hacía más fácil soportarlas, pero bueno… Siempre fue difícil tratar con él. Era bastante común verlo sólo, pero eso nunca le molestó. Al fin y al cabo, “Molestarse porque los demás deciden ejercer su libertad, no sería Ético”

Pero, como dice el dicho “Para todo roto hay un descocido”, Ético encontró a una persona con la que podía estar. No porque fuera una persona que guiara su vida por la Ética, como él, sino porque, igual que él guiaba su vida por un estándar superior a la comprensión del resto del mundo. Fernanda Raza es su nombre, creo… Y digo creo, porque todos la llamábamos “Razón”. Uno hubiera podido esperar que ellos dos, por ser tan antagónicos, no podrían convivir jamás en la vida, pero, sorprendentemente, lo hacían bastante bien. Discutían. Mucho. Todo el tiempo. Pero no eran discusiones serias, era como si ambos quisieran probarle al otro que su visión del mundo era mejor, aunque ambos estuvieran plenamente conscientes de que jamás lo lograrían. Verlos juntos siempre era interesante. Desesperante la mayoría de las veces, si, pero interesante.

Por más que salieran juntos, y cada uno de ellos fuera, probablemente, la única persona que soportaba al otro más de quince minutos, esos dos nunca aceptaron tener una relación. Alguna vez cuestioné a Ético al respecto, y lo único que me respondió fue: “No sería Ético forzarla a estar en una relación conmigo”. Cuando le cuestioné por qué habría de forzarla, si tal vez ella quería también, se quedó callado, sonriendo. Nunca más volvimos a tocar el tema, pero en mi mente siempre recordaré ese momento como aquel en el que logré dejarlo callado. Creo que la Ética no dice nada sobre el amor.

Un día después, supe que Ético y Razón iban a salir. Supuse que por fin dejarían de ser sólo amigos y me alegré mucho… Si hubiera sabido…

Unos amigos y yo organizamos una “misión de espionaje” para ver que pasaba entre ellos, esperando tener buenas noticias. Los seguimos durante varias horas, pero lo único que hacían era caminar, discutir, y mirarse fijamente. Uno a uno, todos ellos desistieron, hasta dejarme sólo, un poco atrás de ellos, cuando vi que cruzaban la calle para entrar a un parque. A pesar de que estaba harto, la curiosidad, fuerza incuestionable, fue más fuerte que yo, y así, fui testigo de todo.

Vi claramente cómo Ético se dirigía hacia una señora que vendía flores, lentamente, sin que realmente pareciera que tenían un rumbo fijo, pero supe lo que pensaba hacer. Sabía que lo haría, y me sentí muy bien. No necesitaba ver más que eso, y recién me había dado media vuelta para darles la privacidad que merecían cuando lo oí, a pesar de la distancia. Alguien gritó: ¡Denme todo lo que tienen!, y temí lo peor

Al voltear, vi a un asaltante, con una pistola apuntando directamente a la frente de Ético, a escasos metros del puesto de flores. Vi cómo Razón empezaba a quitarse la correa de la bolsa para dársela al ladrón, cuando Ético abrió la boca. Pensé de inmediato que era un error, e iba a empezar a correr para detenerlo, así tuviera que soportar el asalto, con tal de evitar que lo lastimaran, pero entonces empezó a hablar

De todos los discursos sobre la Ética que le escuché, ese sin duda fue el mejor. Hablaba como poseído por el máximo bien y la fuerza de sus argumentos nunca había sido tanta. Estoy completamente seguro que, hablando así, hubiera podido convencer al mismo Demonio de hacer el bien. Al terminar, Ético y Razón esbozaron una sonrisa que demostraba plena consciencia de que, si eso no convencía al ladrón, era porque no era un humano.

Sin embargo, ninguno de los dos imaginaba lo que pasaría a continuación.

El ladrón, en un acto de puro arrepentimiento, bajó la pistola, cerró los ojos, y pronunció unas palabras que nunca olvidaré: “Entonces, si todo lo que he hecho está mal… Mi vida… Carece de sentido”, al tiempo que se ponía el cañón de la pistola en la barbilla. Ético y Razón trataron de detenerlo, pero él jaló el gatillo…

Sólo que, en el último momento dejó de apuntar hacia arriba, y apuntó hacia enfrente.

Corrí lo más rápido que pude, pero para cuando llegué, ya era demasiado tarde. La bala había penetrado justo entre los ojos, y la luz en los ojos de Ético se había apagado para siempre

Nunca volví a ver a Razón tras ese día… Muchos creemos que su vida perdió sentido, que su mente nunca pudo superar ese hecho, y que perdió, irónicamente, la razón. Prefiero no pensar en ello.

Hoy día, aún los extraño

miércoles, 25 de abril de 2012

Soledad

Desde que tengo uso de razón, mi mayor debilidad ha sido la soledad. Puedo soportar dolor físico, dolor emocional, pero estar y sobre todo, sentirme solo, me destruye como nada. Por lo mismo, siempre he buscado a alguien que, sin importar lo que suceda, esté ahi, y aunque tal vez no esté a mi lado, esté conmigo. Por momentos, he creido haber encontrado ese alguien, y me he sentido acompañado siempre. Sin embargo, una u otra razón me han privado de eso, y me han dejado cada vez más solo e indefenso. Sin embargo, espero que algún día llegue esa persona que pueda cumplir con esto. Espero lo disfruten.

Soledad

Hoy nos volvemos a encontrar
Tras tanto tiempo de ausencia
Tras un largo caminar
Tú y yo, enemiga perversa

Tú, lo único que me daña
Tú, la que siempre me vence
Tú, la que siempre me engaña
Tú, mi enemigo invencible

Soledad, tú, mi eterna enemiga
Soledad, tanto me debilitas
Soledad, un gancho a mi barriga
Soledad, tú mi fuerza me quitas

Hoy nos volvemos a encontrar
Yo acostado, tú aquí a mi alrededor
Tú sonríes, pues me vuelves a atrapar
Y tu así romperías mi corazón

Te me acercas y vas a intentar
Como siempre mi vida arruinar
Pero nunca podrías tú contar
Con mi nueva y gran arma mortal

Y aunque es cierto que yo estoy muy solo
Y por tanto soy un fácil blanco
Créeme que aquí, codo a codo
Se encuentra mi amor, apoyando

Así que te puedes retirar
Mi enemigo, mi debilidad
Porque aun en mi casa, conmigo ella está
Y nunca en tus garras yo volveré a estar

sábado, 11 de febrero de 2012

Regreso

Hace ya un rato viví cosas muy padres con una chava. Desde el primer momento en que hablamos, nos llevamos muy bien, y la verdad, nos apreciabamos bastante. Después, tuvimos algunos problemas... Y bueno, las cosas terminaron... Y tal vez, no muy bien... Aún la extraño... Y aunque siga hablando con ella, y sigue siendo más que obvio que la quiero... No lo se... La herida sigue abierta...

Hoy todo eso regresó... He aquí la historia.

Regreso

Hoy regreso en el tiempo
Al momento en que todo empezó
Y volvió el sentimiento
Que creía que hace tiempo murió

Hoy regresó al momento
En que dijimos que todo acabó
Y ahora veo que no es cierto
Pues en mí eso jamás terminó

Hoy regreso a ese día
En que a todo dijimos adiós
Y así entiendo que yo, todavía
Tengo fé que haya sido un error

Hoy regreso a tu lado
Aunque sea en el recuerdo de ayer
Y me queda muy claro
Que es allí a donde quiero volver

Hoy regreso en el tiempo
Al momento en que todo acabó
Y yo más no te miento:
Pues te extraño en exceso, mi amor

lunes, 9 de enero de 2012

Fracasado

Hay que hablar con honestidad, siempre lo he manejado y siempre lo hare, por eso escribi esto. Lamento que perdieras tu tiempo conmigo. Hasta siempre.

Fracasado

Siempre dije que yo era el mejor
Lo creí yo por bastante tiempo
Pero eso fue siempre un error
Hoy entiendo que nunca fue cierto

Ayudé yo a un millar de personas
Pues creía esa vía conocer
Pero yo les fallé hace mil horas
Y hasta ahora comprendo por qué

Pues no vi lo que realmente era
Y yo hundido en un sueño crecí
Hoy me observo y soy solo un cualquiera
Y en mis dudas por fin yo me hundí

Hoy me observo y soy un fracasado
Pretendiendo que puede guiar
Que el camino ya está dominado
Y que puedo por él avanzar

Hoy no puedo ni alzar la cabeza
Mucho menos tus ojos mirar
Yo no puedo aguantar mi bajeza
Y yo de ella te voy a salvar

Veo esa farsa que soy, reflejada
Y me aviento con rabia abismal
Tal vez hoy ya no veas mi mirada
Y tal vez ya no me veas jamás